Al acabar diciembre de 2011 se cumplen cinco años desde que la total ausencia de dolores,
inflamaciones y de cualquier otra manifestación reumática, me llevara a considerar que mi
Artritis Reumatoide se había ido, que había remitido por completo. O sea, que podía
considerarme curado.
Ya he repetido en diversas ocasiones que, viéndolo desde mi óptica de siempre -la única que
podía tener, de acuerdo a lo que sabía de la Medicina convencional-, me parecía imposible que
una enfermedad de la que no se sabe cómo y por qué se origina, y que es incurable según
afirman todos los especialistas y estudiosos del tema, se pudiera curar -o hacerla remitir-
por medio de un método harto sencillo y que todos tenemos a nuestro alcance.
Por eso perdí doce años sufriéndola sin que nada ni nadie pudiera hacerla retroceder. En
realidad, fueron sólo los siete primeros (desde 1994 al 2000), ya que a partir del año 2000,
comoquiera que iba cada vez a peor y sin que viese ninguna luz en el horizonte, forzado por la
falta de alternativas, obligado por el dolor y, cómo no, espoleado por mi ingénita sed de
conocimientos, me vi renunciando a la ortodoxia de la Ciencia que tanto amaba y rebuscando
entre sus arcanos aquellos caminos desechados por todos en la casi seguridad de que alguno de
ellos podía conducir al misterio que todos negaban.
Mi hilo de Ariadna, trenzado con un poco de imaginación y un mucho de tesón y voluntad,
consiguió llevarme justo hasta la salida de aquel laberinto creado por el Dédalo de los
intereses y guardado por el Minotauro de la ambición. Tuve que recorrer los largos y difíciles
pasillos de la Gran Ciencia, de la Inmunología, la Endocrinología, la Biología, la
Fisiología..., acercarme a las historias de los grandes, a las experiencias de los ilustres y
a las nunca aceptadas doctrinas de los precursores y aventureros, y atar cabos, y resolver
incógnitas, y diseccionar el espíritu de los evangelios de siempre para hallarles la pequeña
luz que ocultaban las sombras... Pero no fue difícil reconocer que todos los caminos pasaban
por delante de una gran puerta cerrada en cuyo dintel se leía "Alimentación". Sólo hubo que
abrirla y comprobar que, efectivamente, tras aquella puerta siempre cerrada y olvidada por
todos se encontraba la salida hacia ese otro mundo donde el dolor no habita.
Y cuando ya caminaba por ese otro mundo donde los frutos de los árboles y las flores de los
caminos eran semillas de sonrisas, tuve la enorme suerte de conocer al Maestro, al admirable
Maestro que ya venía de vuelta de todos los caminos de los dolores y la ambición y me mostró
la luz que portaba en su mochila.
Era todo cuanto necesitaba para saber que aquel camino escondido y silenciado dentro del gran
camino era el auténtico camino, que la madre Ciencia no mentía, que el monstruo de las siete
cabezas la había reconducido para que no mostrara la belleza de su verdad interna, que los
péptidos y las biomoléculas, las inmunoglobulinas o el sistema del complemento, los antígenos
de histocompatibilidad o los alelos del brazo corto del cromosoma seis, los autoanticuerpos o
los linfocitos T, no eran inútiles palabras sin virtud, sino sutiles y líricos vocablos para
componer la más bella de las poesías.
Hoy, cinco años después de haber encontrado el camino, sin el más mínimo grito de dolor en mis
carnes, y viendo cómo el poema de la vida que escribo cada día en estas páginas sirve para
poner sonrisas en las caras donde antes sólo había dolor, no puedo sino congratularme de
aquella decisión que me hizo renunciar a la Medicina que conocía... para volver a ella y
retomarla con más fuerza que nunca al contemplarla desde la luz de la verdad.
Como ven, lo que aquí les cuento es más o menos lo mismo que les contaba hace justamente un
año. Pero... ¿qué quieren que les diga, si todo sigue igual? Naturalmente que toda esta
parrafada se podía resumir en tres líneas, pero entonces les privaría de poder captar mi
actual actitud ante la vida, de ver que es la alegría la que impera allí donde antes sólo
había dolor y desesperanza, de poder comprobar que aquel que un día fuera castigado a los
infiernos de una Artritis Reumatoide severa sigue vivo y coleando, de saber que el condenado
fue rescatado tras doce años de mortificaciones por la sola fuerza del tesón y la voluntad. Y
el conocimiento de la causa de su mal.
Lo único que enturbia mi alegría, que me da puñaladas en el alma, es saber que ahí afuera, en
la calle, en todas las calles del mundo, hay muchos miles de personas con Artritis Reumatoide,
con Espondilitis, con Lupus, con Esclerosis, con Fibromialgia..., con cientos de patologías
que les encadenan al dolor y les tienen destrozada la vida, cuando, me consta porque lo he
visto en mí y sigo viéndolo en multitud de personas que van curando o mejorando cada día desde
estas páginas, tendrían la posibilidad de curar o mejorar extraordinariamente con el sólo
conocimiento y seguimiento del Régimen Ancestral.
Yo sé que hay muchos intereses por medio y deberá pasar mucho tiempo antes de que podamos
convencer a los responsables e implicados en este despropósito que hagan pruebas y estudios
que vengan a confirmar algo que, para mí y para muchos otros que han visto desaparecer sus
dolores, es algo obvio, para que comprobaran con estudios oficiales que la gran causa de la
mayoría de esas enfermedades cuyo origen dicen desconocer está en la alimentación actual. A
nuestro favor juega la gran facilidad de trasmitir información que nos presta los medios
actuales. Ello hará que un día seamos muchos los que exijamos que se anteponga la salud y
dignidad de las personas a los intereses de unos pocos. Incluso, me atrevería a decir, que
serán muchos de los actuales médicos, especialistas de las diferentes áreas, los que
investigarán y comprobarán en su clínica diaria la enorme importancia para la salud de esa
disciplina de la que ya hablaba Hipócrates, el padre de la Medicina, y que hace muchos años no
se contempla ni es materia de estudio en la formación de los profesionales. Me consta que son
muchos los que obran con total honradez y quieren lo mejor para sus pacientes. Y estoy seguro
de que un día estarán de nuestro lado. Mientras tanto, tendrán que conformarse con las
humildes y torpes letras de servidor de ustedes.
Pero, sirven. Hagan la prueba y cúrense.
Nota:
En
La Web de la Artritis Reumatoide, además de un consultorio
on line, dispone de descripciones de
otras muchas patologías comprendidas entre las reumatológicas,
neurológicas, autoinmunes en general
y de las denominadas de
ensuciamiento y
eliminación.
URL: La Web de la Artritis Reumatoide