4
Una esqueleta herida, vestida con una túnica negra, despechada y solitaria como una estrella
perdida por ahí, viene a la Isla del Olvido a gritar con furia y violencia "Hoy viene a ser como la
cuarta vez que espero... Ingrato!".
Desde la otra orilla, la Isla de la Soberbia, no hay respuesta. Ingrato ya no está.
3
La alquimia de la pasión y del odio comenzó a engendrar en su alma un feto enfermizo y
venenoso. Aun minúsculo, una célula.
2
La primera vez que la mujer fue a la isla a rogarle compasión a Ingrato, estaba convencida de
de que volvería a ella. Le enviaba mensajes de amor en botellas de cristal verde, barquitos de papel,
señales de humo.
No lo comprendía. Un amor que debería haber durado años.
Se había vestido de blanco cuan novia, virgen. Se había cepillado su cabello mil veces y lo adornó con claveles.
Cantó El Himno a la Alegría pero Ingrato no escuchaba. Estaba muy lejos amando con fruición a otro amor
y ella lo percibía en su corazón.
Y sintiéndose despechada, desató una pequeña tormenta de nieve sobre la Isla de la Soberbia. Y sorprendida
ante su enigmático poder, tramó más venganzas para la próxima vez.
1
La próxima vez, llegó a su isla desnuda. Su cabello larguísimo y negro flotaba en el aire. Llamó a Ingrato y se sentó
en la arena a esperarlo en vano. Sintió su soledad en los huesos y lloró las pocas lágrimas que le quedaban.
Esperó así diez años. No durmió ni se alimentó y su otrora maravilloso cuerpo parecía ahora un esqueleto
amarillo y polvoriento.
Pero conservaba con mucha fuerza su amor por su hombre y su poder sobre el agua, la tierra, el aire y el fuego.
Y desató con violencia y maldad estos elementos sobre la Isla de la Soberbia, dejando caos y destrucción.
Ingrato, al otro lado del planeta, se remeció en su acto de amor y perdió su potencia. Su nueva mujer, decepcionada,
lo desdeñó, ridiculizó y abandonó para siempre.
En la Isla del Olvido la mujer sonrió por primera vez en tantos años.
0
la penúltima vez, la mujer llegó a su isla vestida como adolescente. Una faldita corta y calzetas blancas hasta las
rodillas, y anteojos de sol. Cantó viejas canciones rock fumando marihuana. Llamó a Ingrato con una voz lánguida y nostálgica.
Sus vestimentas colgaban de sus huesos como ropa en un ropero y súbitamente se dio cuenta de que era una imagen
triste, patética. No seductora.
Espero cincuenta años sentada en la arena y luego se levantó, causó un terremoto grado ocho en todo el planeta y
volvió a su casa a dormir cien años.
Ingrato, como siempre al otro lado del mundo, sufrió las repercusiones del sismo. Cayeron sobre él toneladas de
ladrillos, paredes y techos de cemento, carreteras, letreros luminosos, caballos, perros, juguetes, y murió sin quererlo,
para siempre.
el final
Una esqueleta herida, vestida con una túnica negra, despechada y solitaria como una estrella perdida
por ahí, viene a la Isla del Olvido a gritar con furia y violencia "Hoy viene a ser como la última vez
que te espero... Ingrato!".
Desde la otra orilla, la Isla de la Soberbia, no hay respuesta. Ingrato ya no está.
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