Para Issa, porque me sabe
Anónimos…
Cuerpos que se descubren en la niebla ante la mirada herida de vacíos y grises.
Rostros que sonríen para ocultar el miedo, la soledad, la rabia o la impotencia: la nada ofrecida.
Sexos impúdicos disfrazados de payasos en decadencia otorgados a los mercaderes del aire.
Pero… le pusiste colores a las palabras
y el cuerpo se hizo carne
de porcelana y bambú,
y el rostro
sonrisa confidente,
y tornasolado el sexo imposible
que se cuelga de nubes y perlas.
Caras y voces que calientan la proximidad del amor distante.
Y entonces los días
son de cromo y mazapán,
de flor y azúcar,
de siega verde,
de dolor templado.
Solo yo lo supe:
solo yo lo sé.