Pienso que cuando la situación económica de una familia se
deteriora por causas externas, es lógico y normal que todos los
componentes de la misma se aprieten el cinturón y adecúen sus
gastos a los de la nueva situación. Menores ingresos implica que
haya que renunciar a determinados gastos, en principio los más
superfluos, pero, si las circunstancias fueran más graves y así
lo exigieran, hasta otros que podrían
considerarse como necesarios e imprescindibles para una vida
normal.
Hasta aquí es comprensible. Lo aceptaríamos sin más, y hasta
miraríamos con admiración y respeto a quien se sacrifica y pone
voluntad y esfuerzos en que todo vaya lo mejor posible. Pero, distinto sería si estos
recortes económicos viniesen impuestos porque el
pater
familiae se ha liado con una fulana de alto standing que
sólo requiere dineros y más dineros.
¿Se podría comparar tal situación con la que está ocurriendo en
esta familia que se llama España?
Naturalmente. Es exactamente lo que está pasando. Y podemos
afirmar que justamente por la segunda causa. Y es que la señora
suripanta de lujo, doña Fulana de Tal, con sus lánguidas poses y exquisitos modales
anglo americanos, ya se nos coló por estos lares hace unos años
engañando a todos los santos varones -Gobierno, Banca y altas
Finanzas-, poniéndole pelo en la mano y llevándose ahorros y caudales de todo cuanto
se le puso a tiro. Y cuando el fruto de la coyunda ya no se pudo
ocultar más, los prohombres de nuestra patria y de las
demás patrias, amohinados y con las cabezas gachas, incapaces
de aceptar su culpa en tal mal lance, decidieron borrar el
pecado de sus conciencias, no recordarlo ni mencionarlo
jamás por su nombre e ignorarlo por completo. Y a lo
que nació de tan infame monipodio le llamaron
"Crisis"...
Pero la señora pendona de lujo, hetaira sobrada de talento e
insaciable de ambición, no satisfecha con lo obtenido y
convencida de que, aprovechando la ocasión, podría dejar
sentadas unas bases para que en lo sucesivo sus proyectos les
fueran más rentables -y fáciles de ejecutar-, dirigió de nuevo sus pícaras
miradas a los próceres patrios que, cual padres amantísimos,
construían los cimientos de la nueva Europa.
Era imposible decir que no a aquella sonriente beldad capaz de
subyugar hasta a los mismísimos dioses cuando, con insinuante mohín,
dejaba resbalar las sedas de su túnica y mostraba las curvas de
sus exuberantes nalgas. Y así de solemne se nos coló de nuevo la
conspicua y disoluta señora.
Y fue entonces cuando, como en el lienzo de Tiziano, como si un
enfurecido y libidinoso dios Zeus convertido en toro la llevara
a sus espaldas hasta la cómplice sombra del plátano de Creta,
comenzaron a extenderse las negras sombras de la precariedad y el
doloroso estigma de las imposiciones por las vírgenes carnes de
la naciente moza Europa. Y el sincolor de la desesperanza,
inédito hasta entonces en los sueños de los pueblos, se derramó sobre el
tiempo para quedar convertido en el ahora y el después, en el hoy y el
mañana.
Mientras tanto, acomodada en su moderno templo de Astarté, la señora
meretriz de lujo, furcia de rango y alcurnia, con Código de
Hammurabi escrito con su propia mano, ramera de más clase que
Friné o Tais, que Leontion o Aspasia y que todas las meretrices
del mundo desde el comienzo de los tiempos, sonríe satisfecha
ante su espejo sabiendo que lo tiene todo atado y bien atado,
bien encoñados a los julays y dejado claras las directrices para que en lo sucesivo los
caudales afloren a sus arcas en mayor medida y sin tonteos,
desvíos o
entretenimientos por los caminos...
Sí, tendríamos que hablar de los nuevos vástagos, del fruto de
tan apasionado amor... Tendríamos que hablar de recortes, en la sanidad, en la
educación, en sueldos de funcionarios y empleados públicos, en
prestaciones, en todos los servicios sociales... Y de subidas
de la luz, del gas, del agua, del tabaco, de la gasolina, de los
transportes, de los impuestos, y etc., etc., etc., pero ¿para
qué? ¿Acaso no saben que mientras nuestros amantísimos
paters familiaes sigan liados con esa señora la cosa no
tiene arreglo? ¿Acaso no saben que esa tía es insaciable de
chichi y bolsa y
arrastra con todos los dineros que entren por las puertas?
No quiero fastidiarles el día, pero, mucho me temo que lo visto
hasta ahora va a quedar en poco si lo comparamos con lo que
viene. Ya ha avisado el Doctor Recortes que se va a llevar
tijeras en mano todo el verano. Recortes, subidas, inflación y
más paro... ¿Qué quieren que les diga?
No sé en qué va a quedar la cosa, pero, en mi opinión, y aunque
lo que sucede es justo lo mismo que ha sucedido siempre, las
circunstancias han variado extraordinariamente y la gente -el
pueblo- del
mundo occidental -que cada día lo integran más países- ya no son las que
eran en pasadas generaciones. Forzoso es pensar en que algo
tiene que suceder, algo que retornará a la sociedad toda a su lógica,
connatural e irrenunciable
línea de progreso. La pájara de la que hablamos más arriba, como
el Urano al que Cronos cortó los genitales, se
tiene que llevar su buen recorte de alas y salir pitando para no
volver jamás a incordiar a las familias. Estoy convencido de que
en algún lugar, el hijo de Gea -la Tierra- y de Urano -el
Cielo-, el titán Cronos, afila su hoz para cumplir su ineludible
destino de castrar para siempre a tan jodida y jodedora pájara.
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