Mi tía Eugenesia ha querido apantallarme con una frase que,
según ella, se llama traba o destraba quién sabe qué, resultando
una madre sin pies ni cabeza, tanto más difícil cuanto más
rápido se la diga. Es la siguiente:
Tres
tristes
tigres
tragan
trigo en
tres
trigales.
Por supuesto, acelero y me equivoco al llegar a tigres. Creo que
así me pasa no por el traba-destraba, sino por lo absurdo. ¿Por
qué deben ser tigres? Huelen feo, son feroces, comen carne
cruda. ¿Y por qué tres? ¿Y por qué tristes? Yo prefiero cuatro
alegres gatitos y que la frase quede así:
Cuatro
alegres
gatitos
juegan pelota
en el jardín.
El idioma sale ganando con una frase que reúne dos virtudes: es
bonita y lógica. Sí, lógica, pues ¿dónde se ha visto a tigres
tragando trigo? Por lo demás, goza de la ventaja de decirse sin
dificultad, no como la otra, que parece hecha a propósito para
equivocar, cosas de tía Eutanasia, que la trajo para apantallar.
Naturalmente, si usted lo prefiere, puede tratarse de
cachorritos o conejitos, que son tan simpáticos, cinco o seis, o
bien siete ositos, ocho pajaritos. Y claro, también tigritos,
pero bien bañados y que sean vegetarianos. O cinco lobitos.
¿Cinco lobitos...? Me recuerda algo. En fin, depende de sus
gustos.
Todo sea por el bien del idioma, somos responsables del que
mañana hablarán nuestros hijos.
¡Salvemos al idioma!
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