¿Seré real? Desde hace un tiempo a esta parte me embarga la
impresión de que algo no va bien. Y esa sensación no es otra que
la irremediable certeza de que no existo.
No tengo ningún medio
fidedigno para comprobar tal teoría. Todo a mi alrededor me
resulta una metáfora, una quimera, una ilusión, un sueño.
Tampoco puedo consultar mi divagación con terceros. ¿Quién me
asegura que vayan a ser sinceros conmigo? La gente miente por
puro placer. O ellos pueden ser incluso entes ficticios e
irreales. Por otra parte, hace ya unas semanas que he dejado de
prestar atención a las relaciones sociales. Mi condición de
aparente alienación o, como diría algún filósofo ‘estado
inherente de mi yo en relación a mis percepciones’ me niega todo
deseo inmediato a hablar del propio asunto. O a realizar una
conexión entre mi ser perceptivo y mi entorno, por lo que estoy,
definitivamente, bloqueado. Y, por lo tanto, sólo adivino una
posibilidad que va más allá de toda suposición psicológica o
metafísica: no existo. Ni siquiera el planteamiento cartesiano
del cogito ergo sum me satisface. Ese tal Descartes bien podría
ser otra entelequia mía y todas sus teorías falsos postulados de
mi subconsciente.
Véase que aduje una sensación plausible desde hace un tiempo.
Otra falacia, pues no tengo consciencia plena del concepto de
percepción cronológica. Siete días, una semana, 168 horas…
Conceptos inasibles y grotescos. Cuánto tiempo hace que existo,
cuánto tiempo me queda. ¿?
Todos estos pensamientos, reales como yo mismo, discurren por mi
mente de una forma diáfana. Son la única esperanza que me queda.
Son un hilo que se pierde en la oscura laguna de la nada. Pero
desembocan, inexorablemente, en otro dilema vicario e insolente:
soy un ente puramente ficticio. Algún creador, un pintor cubista
o un escritor vanguardista me diseñan, me inventan, me describen
en estos precisos momentos. Soy un monólogo interior de un
tercero que satisface sus necesidades intelectivas a través de
un alter ego imaginario que resulta ser yo. Un borrador de
carboncillo en una hoja sucia. Pero no pienso conformarme. No sé
el medio de escapar de esta precaria condición subordinada y
humillante. Ahora, por lo pronto, sólo puedo discurrir. Pero hay
un problema. Quizá, ni esta furia que me embarga ni este deseo
de ser otra cosa sean míos. Sólo una reverberación del otro, del
verdadero proyector de esta sombra que afirma ser yo. Yo,
extraño vocablo.
¿Me estará escuchando alguien en estos precisos momentos? Lo
dudo, luego…
Ver Curriculum
