No sabemos si será bueno o malo porque los españoles
tenemos escasa experiencia en el tema, pero, tras
la hecatombe económica y social en que nos ha sumido el poder
político financiero, oídas las voces que pululan en todos los
gremios, y el órdago a la grande lanzado a los cuatro vientos
por el Sr. Mas, quizás es llegada la hora de cambiar y
reestructurar la forma en que se gobierna en las distintas casas
que componen este patio de vecinos que se llama España.
Inicialmente, y desde hace ya muchos años, son los catalanes y
vascos -parte de sus ciudadanos, claro- los que han pretendido
romper los vínculos que los atan a España y constituirse en
país, nación o estado independientes del poder central. Visto
así, y dada la referida escasa o nula cultura que tenemos muchos
ciudadanos de a pie sobre otras formas de gobierno- parece que
tratan de romper definitivamente con el resto del país y
erigirse en país o nación completamente independiente.
Esto, además de que posiblemente no sea la idea objetivo de
catalanes y vascos (de sus políticos) -aparte de que conllevaría vencer muchos
obstáculos a nivel interno, puesto que sin acuerdo constituye una
sublevación-, podría
no ser factible por posibles discordancias con el Derecho
Internacional y la no aceptación por la UE y otros países. Naturalmente,
hay otras formas más amables -y legales- que vendrían de un
consenso entre todos.
España, el Reino de España, es actualmente una Monarquía
Parlamentaria. Políticamente es un Estado Unitario que funciona
como Estado regional/autonómico, es decir, una cuasi federación
descentralizada de comunidades autónomas repartidas en 17
autonomías y dos ciudades autónomas. La mayor parte de las
competencias están transferidas, pero, tal y como se proyectara en
los principios, es decir, dentro de un proceso asimétrico y con
ciertas diferencias en los niveles de competencias,
financiación y autogobierno (entre otras, País Vasco y Navarra
administran totalmente su financiación pública. Además, dentro
de lo que podemos saber -por ser visible-,
Cataluña, con sus Mossos d'Esquadra y el País Vasco con la
Ertzaintza, tienen sus propios cuerpos policiales). A estas
diferencias -visibles- puede que se le añadan otras
prerrogativas que sólo conocen el que pidió el milagro y el
santo que se lo hizo. Si añadimos que algunas de estas
distinguidas autonomías continúan exigiendo más y más, no es de
extrañar que el pueblo, incluso los más preclaros defensores de
la actual unidad y modelo político de España, hartos de sumar
decepciones y no ver futuro por ningún sitio, ya estén pensando
en modelos federales donde todos y cada uno tengan asegurado
-por Ley- menor injerencia gubernamental e igualdad de derechos
y obligaciones.
Estos días atrás hemos podido leer (El País, 22-9-2012) una
carta de José Antonio Griñán, presidente de la Junta de
Andalucía -una de las comunidades más identificada con la España
unitaria-, sugiriendo cambiar el modelo autonómico actual por
uno federal, modelo que aportaría identidad y autogobierno
propios a las distintas comunidades y que permitiría compartir
un proyecto común de convivencia y sin exclusiones.
También,
y a raíz de las manifestaciones de Barcelona del 11-S, hemos podido escuchar al secretario general del PSOE,
Alfredo Pérez Rubalcaba, mostrándose partidario de reformar la
Constitución si fuera necesario para avanzar hacia el modelo
federal, que -según sus palabras- "garantiza la igualdad y
preserva la diversidad." (de hecho, el federalismo en el
PSOE, aunque nunca lo han sacado a la palestra, no es idea nueva
en su filosofía y ya hace años que llaman así a todos sus
Congresos y convocatorias de partido).
El presidente de la Generalitat de Cataluña, Artur Mas, va algo
más allá en sus pretensiones de autonomía e independencia.
Rechaza de plano el actual sistema autonómico y quiere para
Cataluña un estatus de Estado Libre Asociado, al estilo de Puerto
Rico. Y aún más allá algunos miembros de su grupo, CIU, que
hablan de consultar a la ciudadanía sobre la posibilidad de que
Cataluña sea un nuevo Estado de Europa. Las manifestaciones de
la Diada del 11-S, y el adelanto de la convocatoria de
elecciones por Artur Mas para el 25 de noviembre (a mitad de
legislatura), ya nos hablan de que hay muchos ciudadanos en el
pueblo catalán que quieren o necesitan segregarse de España. Y
no dudo de que esta vez van a por todas. Realmente, esto ya ha ocurrido varias veces: Francesc Macià, proclamó la República Catalana, el 14 de abril de 1931,
que sería abortada por Niceto Alcalá-Zamora. En 1934, Lluís
Companys proclamó el Estado de Cataluña dentro de la República
federal de España. También abortado por Niceto Alcalá-Zamora.
Estos delitos estaban penados con 30 años de cárcel, pero no los
cumplieron.
En realidad,
convencidos de que atados a un yugo los errores del carrero lo
sufren todos los bueyes, son muchos los miembros de partidos políticos y
españoles en general que abogan por un cambio del actual sistema
autonómico a un modelo federal o, incluso, confederal (que
disminuye algo más el poder central). La forma de conseguirlo
tendría que ser muchas voces pidiéndolo y un consenso entre
todas o la mayoría de las Autonomías.
La forma de Federación, a lo primero que obliga es a un cambio radical de la
Constitución, puesto que las disposiciones actuales de la Carta
Magna impiden deshacer y repartir la soberanía de la nación. Por
otra parte, está la figura del Rey y su carácter como soberano
de todo el país. No sería necesario instaurar la Republica,
pero, la Monarquía -aunque siempre podría haber
alguna estrategia para la continuidad de D. Juan Carlos I- no
encaja en un modelo de Federación o Confederación de Estados,
donde cada uno de ellos gozaría de total soberanía sobre su
territorio.
Para mí, acostumbrado ya a los antiquísimos manejos de que "hay
que cambiarlo todo para que todo siga los mismo", ni me coge de
sorpresa estas pretensiones ni sé -como digo al principio- si
será bueno o malo para los españoles. De lo que no cabe duda es
de que no podemos seguir viendo cómo nuestros dirigentes nos
meten en situaciones económicas dramáticas, nos desmantelan por
completo el aún bastante mísero estado de bienestar -que se
supone más que ganada recompensa a sacrificios de muchos años- y,
no sólo están dejando pasar el tiempo sin aportar ni la más
mínima solución a los muchos problemas existentes -que se
multiplican exponencialmente por día-, sino que nos confirman
cada día que pasa que ni saben ni pueden encontrar la solución
inmediata que la situación requiere.
El cambio a un Estado Federal -o Confederal- puede que aporte
unas prerrogativas a cada Comunidad que, sin ser una panacea,
permita mayor flexibilidad a la hora de diseñar su futuro. Se
podría exponer un buen número de posibilidades positivas, sin
olvidar que,
también, mayores responsabilidades por parte de todos, de
gobierno y gobernados. Ejemplos de estados federados los tenemos
en Estados Unidos, Alemania, Suiza (Confederación), Rusia, Argentina, Brasil, y un largo etcétera. Si se
hace con una total simetría y el reparto de facultades y
responsabilidades entre el gobierno federal y los
estados/autonomías federados es preciso y justo, puede que sea
bueno y acabe con las ancestrales rencillas.
Y respecto al Sr. Rajoy, no quiero añadir nada. Ya dije el pasado mes que si consigue -de la forma que sea- que se acabe el boicot bancario que mantiene la
UE contra España (tengo mis dudas si también contra los demás),
que se restablezca la normalidad del mercado interbancario y,
sobre todo, el Banco Central Europeo contribuya con toda la
ayuda necesaria -e inmediata- al restablecimiento y
estabilización del sistema financiero, puede que las obligadas
rectificaciones que deberá hacer -que deberán llevar aparejada examen de
conciencia, dolor de corazón y propósito de la enmienda- le
eximan de la penitencia a la que ahora se está haciendo
merecedor, y que no sólo sería el rechazo de todos y la
expulsión o no renovación del cargo, sino el contar en los
libros como "el peor suceso ocurrido en los anales políticos de
la España moderna".
Por las voces que se oyen por todos los rincones -que no son
sólo las escuchadas este 25-S-, parece que nos vamos a tener que
enfrentar a lo dicho en las dos últimas líneas del párrafo
precedente. Y aún nos quedará saber si a España serán capaces de
recomponerla en los Servicios de Urgencias...
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