LA VOZ ARISTOCRÁTICA DEL ULTRAÍSMO
“¡Ay, una primavera
que lleva la alegría, la sonrisa y la rosa!...
¡La rosa para ti, y el amor, amor mío!
¡El beso, el sol, la rosa...
en esa casa blanca de la orilla del río!”...
Rafael Lasso de la Vega
“Si bien el manifiesto ultraísta fue escrito sobre la mesa de un
café de Madrid –decía Pedro Garfias-, la primera etapa del
ultraísmo puede decirse que transcurre en Sevilla”. Y entre los
verdaderos puntales del ultraísmo podemos citar: Rafael
Cansinos-Asséns, Pedro Garfias, Adriano del Valle, Rafael Lasso
de la Vega, Pedro Luis Gálvez, Jorge Luis Borges, Guillermo de
Torre, Isaac del Vando-Villar, Antonio Espina, Juan Larrea,
Mauricio Bacarisse y Rogelio Buendía.
Rafael Lasso de la Vega , Marqués de Villanova, nace en Sevilla
el 28 de febrero de 1890 y muere en esta misma ciudad en 1959.
En Sevilla estudia bachillerato y a los dieciocho años marcha a
Madrid donde empieza a publicar poesías en Los Lunes del
Imparcial y más tarde es un asiduo de la revista Grecia.
Cansinos-Asséns le denomina “el poeta helénico y heráldico” . De
su obra destaca el dadaísmo furibundo. Lasso de la Vega decía:
“Yo soy dadaísta... Dadá es lo más moderno que existe...”
Lasso de la Vega es un personaje fantástico, casi de leyenda,
que se pasó muchos años en el extranjero arrastrando una vida
algo bohemia, sin dejar de traducir y producir. El poeta
sevillano es una de las figuras más importantes de la historia
del postmodernismo poético español, de la dorada bohemia de
entreguerras. En París, donde vivió gran parte de su vida, trató
a Apollinaire y a otros escritores y artistas representativos
del momento.
En sus Memorias, César González Ruano lo recuerda así. “Rafael
Lasso de la Vega se decía descendiente de Don Pedro el Cruel y
llevaba ya entonces una bohemia atroz de más de veinte años
durmiendo donde podía, comiendo dos o tres veces al mes, pero
muy estirado y muy cosmopolita, escribiendo poesías en francés y
siempre con una sortija de oro, que jamás vendió (...) Muchos
años más tarde, después de 1936, me lo encontré en Roma. Se
había casado en Suiza con una compositora judía que se llamaba
Florine. Estaba Rafael como nuevo, con dientes recién adquiridos
y deslumbrantes, muy bien vestido y encantador”. También Rafael
Guillén se refirió, en su poema “Prestigio” la vida irregular
del poeta ultraísta : “Si noble a la antigua, bohemio, / bohemio
de antaño: poeta / defensor del ocio más puro. / Entre las horas
regaladas, / sintiendo en su curso la estirpe, / busca las
nuevas invenciones”.
En 1910, Lasso de la Vega publicó un delicado libro, con el
bello título, grato a Machado, de
Rimas de silencio y soledad. A
esta obra, becqueriana y machadiana, donde parece a veces que
estamos leyendo al mejor Machado, pertenecen sus mejores
poesías, luego derivó hacia el vanguardismo. En
El corazón
iluminado y otros poemas (1919) se recogen novísimos latidos
líricos y normas que fijan un nuevo rumbo a la poesía española.
Lasso de la Vega fue uno de los primeros poetas que cultivó en
nuestro país el “verso libre” lleno de emotividad y de gracia
moderna.
Galeries de glaces 1918-1919 (1942), editado en París,
tuvo una gran acogida de la crítica por su originalidad y
modernidad. “Lasso de la Vega -escribía Isaac del Vando-Villar-,
es sin duda uno de los poetas más bien mentados, así como el
temperamento más aristocrático y refinado existente”.
Lasso de la Vega es autor de otros bellos libros como los
titulados:
Las coronas de mirto (1914),
Prestigios (1916),
La
natividades (1917),
Presencias 1912-1918 (1942),
Creacionismo
(1920),
Arte menor 1921-1938 (1941),
Pasaje de la poesía (1931),
Sagitario en la torre (1936),
Oaristes (1940) y
Constancias
(1941),
Los poemas de
Galerías de espejos plenos de intensa emotividad,
ensancharon el horizonte de la lírica española, merced a la
amplitud del ” verso libre” en su máxima extensión de metros y
rimas, y a la expresión justa y verdadera de las sensaciones por
las imágenes y los conceptos ideológicos: todo ello en un
conjunto de bella armonía y como una exaltación polifónica del
canto. Y como decía nuestro poeta: “Todas las voces se detienen
unánimes / a escuchar la canción única del silencio”. .
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