(Segunda y última
parte)
Consecuencias de la fe cristiana
Gracias a la adopción del cristianismo, Rusia pasó a formar
parte de los Estados europeos y fue recibido como un buen
aliado. El esplendor cultural en la Rusia de Vladimiro,
experimentó cambios importantes y se estableció un “siglo de
oro”. Se cultivaron la novela y el cuento, se crearon íconos
y hermosas obras de arte, muchos libros como tratados sacros
se tradujeron, se escribieron relatos orientales, crónicas,
himnos, piezas teatrales, narraciones sobre la vida de los
santos aparecieron y el arte bizantino floreció. Asimismo,
prosperó la arquitectura bizantina y se construyeron
majestuosos templos.
Los matrimonios entre los miembros de la monarquía europea,
que casi siempre resultaban en vínculos políticos, fue una
particularidad que marcó al nuevo pujante Estado ruso. Así,
por ejemplo, la princesa Ana, hija del príncipe Yaroslav, se
casó con Felipe I de Francia en 1063.
Algunas características de la doctrina ortodoxa
Una de las características más importantes de la teoría
ortodoxa, radica en el tradicionalismo. Vale decir, las
generaciones venideras deberán mantener las tradiciones, los
valores éticos y morales que en otro tiempo tuvieron su
razón de ser. Y muchos teólogos rusos lo expresan
públicamente. A principios del siglo XX, el pensador
religioso Pavel Florenskij era de la idea; de que a la
Iglesia Ortodoxa, le interesaba más lo eterno antes que la
contemporaneidad.
En las iglesias rusas se mantiene un antiguo idioma
litúrgico. La tradición ortodoxa ha afectado profundamente a
la cultura, a la historia y a la mentalidad rusa. Por un
lado, los creyentes religiosos quieren seguir el camino
tradicionalista. Y por otro, parte de la juventud desea
despojarse de los chalecos de fuerza de lo tradicional. Así
lo explican dos investigadores de la cultura rusa, Jurij
Lotman y Boris Uspenskij, aclaran que algunos intentos
violentos de salirse del marco ortodoxo, son, en partes,
producto de sostener teorías conservadoras.
El Imperio Bizantino fue un alargamiento del Imperio Romano
de Occidente, y las diferentes etnias con sus respectivos
idiomas eran parte de la comunidad cristiana. El Emperador
tenía ambiciones de conquistar nuevos territorios. Y la
Iglesia de entonces, estaba de acuerdo con este juicio,
porque así se expandía aún más. Ante tal situación, el
Patriarca Antonio de Constantinopla poseía el título de ser
un Patriarca ecuménico. O sea, de todo el mundo. Y en 1397
envío una carta al príncipe ruso Basileios I, informándole
que era imposible mantener a la Iglesia sin ser un Imperio.
Esto significa que las palabras Iglesia e Imperio son casi
sinónimas en el lenguaje ortodoxo. El propósito de ser un
Imperio ha sido importante para Rusia, por lo menos después
de la caída del Imperio Romano de Oriente en 1453. La imagen
que tienen los rusos de su nación, es de ser un Imperio
multinacional y cristiano. Todo parece indicar que, en este
sentido, coinciden tanto los políticos como la Iglesia; que
muchas veces, ha sido utilizada para legitimar tendencias
políticas. Y así conservar Rusia como un Imperio.
La Iglesia Ortodoxa rusa tiene gran influencia en los países
que pertenecían a la ex Unión Soviética. Existen Iglesias
que están subordinadas al Patriarcado de Moscú. Otra
peculiaridad, de la ortodoxia rusa, es que hay una especial
y estrecha relación entre la Iglesia y el Estado. Esto es un
concepto que hace alusión, a la famosa doctrina que promulgó
el Emperador Justiniano, y la llamó “Doctrina de la
Sinfonía”. En otras palabras, Dios envió, desde las alturas,
ciertos dones a los humanos: el clérigo y la razón de ser
Imperio. Por tanto, no se puede defraudar al todopoderoso, y
como agradecimiento debe existir una “buena sinfonía” entre
la Iglesia y un Imperio o un Estado. Más exactamente, el
Estado debe ser fiel a Dios, debe tener un sistema político
recto y ser competente.
Otro componente en el alma rusa, es el misticismo. Desde
tiempos remotos está presente y heredaron Rasputín,
Dostojevskij, Helena Blavatsky, más conocida como Madame
Blavatsky, para citar algunos. En la Rusia antigua no se
traducía libros de la filosofía clásica occidental. A esta
ausencia de literatura, se la denomina, a veces, el
“silencio intelectual” de la Rusia Medieval, lo cual hace
referencia a la carencia de elementos racionales.
Persecución a la Iglesia Ortodoxa
Después de la Revolución de Octubre y durante el comunismo,
la Iglesia Ortodoxa fue objeto de persecución. Aunque
Stalin, por sus propios intereses, le dio un rumbo aparente.
En 1943, se eligió al Patriarca Sergei y el mismo Stalin, lo
recibió en sus oficinas. Pero la política de los
bolcheviques era contraria a la filosofía de la Iglesia
zarista. La religión era vista como el “opio del pueblo” y
enemiga del socialismo. Y para erradicar el opio, se abolió
la enseñanza de la religión en los colegios. Al mismo
tiempo, se prohibió que los fieles se juntasen en torno a
ceremonias religiosas, se confiscaron propiedades de la
Iglesia, se cerraron los monasterios y empezaron los juicios
eclesiásticos. La deportación de sacerdotes era frecuente y,
en muchos casos, se llegó al fusilamiento.
Posteriormente, se prohibió a los ciudadanos y miembros del
Partico Comunista abstenerse de tener contacto con cualquier
tipo de religión. A todo ciudadano con ideas cristianas, se
le consideraba poco menos que enfermo mental. En
consecuencia, la población rusa empezó a sufrir cambios en
cuanto a las necesidades espirituales se refiere, y
disminuyó considerablemente el número de creyentes.
Llegada de Gorbachov y de Putin al poder
La llegada de Mijail Gorbachov al poder en 1985, cambió
completamente el destino de la Iglesia Ortodoxa. La
“perestroika” llevada a cabo durante su gobierno, condujo a
la sociedad rusa, en partes, a la democracia; pero también a
la corrupción y al capitalismo. En el plano religioso, se
dieron cambios positivos para los ortodoxos rusos.
Gorbachov, al igual que Stalin, recibió al Patriarca Pemón
en momentos de crisis estructural. Dos acontecimientos
importantes marcaron el renacimiento de la Iglesia Ortodoxa
rusa. El primero ocurrió en 1998, cuando se festejó el
milenio del “Bautismo de Rusia”. El Estado colaboró con esta
festividad religiosa, a la cual el pueblo ruso asistió con
mucha devoción. La Guerra Fría había terminado y con ello,
la “Guerra de las Galaxias” se fue al tacho. El pueblo ruso,
por tradición, era religioso y hacía falta algo a que
aferrarse después de 70 años de ausencia de la Iglesia. Y
pues que mejor que la apertura de las iglesias y su doctrina
ortodoxa. El segundo evento, se dio cuando Putin fue elegido
como Presidente, y se dirigió al Patriarca Alexis II para
pedirle una bendición a su nuevo gobierno. Putin dijo: “No
existe Rusia sin ortodoxia, y no existe ortodoxia sin
Rusia”. El hilo rojo de lo ortodoxo es el colectivismo, el
nacionalismo y la cooperación con el Estado.
El líder religioso Alexis II fue quien tuvo la valiente y
ardua tarea de llevar adelante a la Iglesia y lograr su
unificación fuera de sus fronteras. Alexis II proclamaba un
nuevo sistema para el mundo. Un sistema basado en la
coexistencia armónica de creencias y configuraciones
mundiales, en una relación económica más equitativa. Durante
su Patriarcado, nuevamente se abrieron los monasterios y se
restauraron las iglesias. Se volvió a crear un cuerpo de
clérigos y los fieles ortodoxos volvieron a juntarse en
ceremonias. Es decir, la religión pasó a formar parte de la
sociedad. Incluso, en una de las casas de estudio más
destacadas, la Universidad Estatal de Moscú Lomonósov, se
instaló una biblioteca con literatura religiosa. Sin
embargo, el proceso de democratización en Rusia, trajo
conflictos para la Iglesia. Nuevas corrientes religiosas
surgieron en el país, algunas llegaron del extranjero como
por ejemplo la Verdad Suprema, la Iglesia de la cienciología,
la Iglesia de la Unificación del profeta coreano Sun Myung
Moon, con quien Gorvachov tuvo un encuentro personal. Alexis
II, logró establecer la popularidad de la Iglesia Ortodoxa y
acusó a la Iglesia Católica Romana, con la que tiene
relaciones complicadas, de querer robarle fieles. Por todos
estos problemas, el Estado ruso aprobó la “Ley de Libertad
de Conciencia”, que prohíbe toda actividad religiosa llegada
del extranjero. Además, las organizaciones religiosas que no
tengan más de quince años de vida, no gozan de derechos. Al
contrario, deberán adherirse a las religiones ya existentes.
No obstante, existen otros grupos religiosos como
musulmanes, católicos, judíos, protestantes y budistas.
El Patriarca Kiril y la Rusia actual
El sucesor de Alexis II es el Patriarca Kiril, y tiene una
posición condescendiente ante la Iglesia Católica Romana.
Acepta que ambas iglesias tienen mucho en común en temas
relacionados con la familia, el matrimonio, el bautismo, el
nacimiento y la defensa de los valores cristianos. Y no
descarta la posibilidad de un encuentro con el Papa
Benedicto XVI. Haciendo votos de su santidad, el
Metropolitano Kiril ha bendecido públicamente la candidatura
de Vladimir Putin al poder por tercera vez. Envió, a su
futuro gobierno, el poder de Dios para que gobierne como el
Creador manda. Solamente de esta manera, la Iglesia y el
Estado se fusionan. A Putin, le cayó la bendición del cielo,
a pesar de no ser un buen hijo de Dios, tomando en cuenta su
pasado desde que era encargado de comprar alimentos para el
pueblo ruso. El 8 de febrero del año en curso, en medio de
elecciones y protestas, Putin y sus colegas más cercanos
atraviesan una crisis. Se pone en tela de juicio el culto a
la personalidad, se habla de libertad política, y un
segmento de la sociedad acusa a Putin de ser el nuevo zar de
Rusia. En estas precarias circunstancias, Putin, como
llamado por Dios, acude al Patriarca Kiril. Nuevamente se
pronuncia el líder religioso con las siguientes palabras:
“Los años que ha gobernado Putin son un milagro de Dios”.
Este encuentro causa indignación en ciertos grupos de la
sociedad. Y como resultado, el 21 de febrero estalló un gran
escándalo cuando las integrantes del grupo feminista punk “Pussy
Riot”, cantaron una plegaria en la Iglesia ortodoxa
moscovita de Cristo Salvador, la más importante del país.
“Mierda santa” era el título de la plegaria, en la cual
pedían a la Virgen María alejar a Putin del poder.
Ridiculizando así, con sus máscaras, sus gestos y su
lenguaje primero: al encuentro de Putin con el Patriarca
Kiril y después a la Iglesia y sus creyentes. Hecho que
volteó el vaso de tolerancia de Putin, del Estado y del
clérigo. El sacerdote ortodoxo, Vsevolod Chaplin, dijo al
periódico “Novoje Vrenya”: “La Iglesia no se puede separar
del Estado como lo hace el pueblo”. Y condenó severamente la
actuación del grupo “Pussy Riot”: “Esto es una infracción
que va en contra de la ley más importante de Dios. El pecado
se paga con la muerte”. Sin embargo, los creyentes ortodoxos
están divididos. Unos abogan por una larga condena. Mientras
que otros son más benevolentes en su forma de juzgar. En
cualquier caso, las integrantes del grupo feminista,
Nadezhda Tolokónnikova, Yekaterina Samutsérich y María
Aliójina, fueron condenadas a dos años de prisión por
“gamberrismo motivado por un odio religioso”. Putin, el
Estado y la Iglesia lograron su cometido.
Conclusiones
La doctrina ortodoxa, desde el Imperio Bizantino y con todos
sus ingredientes, ha tenido un gran impacto en la sociedad
rusa. El universo de religiosidad que emiten los íconos es
una luz divina de un mundo diferente al que vivimos y que,
además, está sujeto a leyes que prácticamente no obran en el
nuestro. Pero a pesar de ello, el creyente anhela la armonía
de ese mundo celeste más justo. La oración borra todo
vestigio de oscuridad. Y todos los Patriarcas que han pasado
por la Iglesia rusa durante su existencia, pese a un período
largo de estancamiento, han pregonado una verdad de orden
más elevado, para que los fieles vayan por el camino
correcto. La política y los gobernantes se han inmiscuido en
los asuntos de la Iglesia para ganar determinados
privilegios. En este contexto, la actuación de las tres
muchachas feministas, del grupo “Pussy Riot” en la principal
Catedral de Moscú, fue ingenua y poco inteligente. La
modernidad hereda los valores éticos y morales del pasado.
Pero como contrapunto, hay seres humanos que, valiéndose de
la subjetividad individual, no quieren adaptarse a los
principios del pasado; porque no encuentran fundamentos
racionales. ¡Inútil dictar teorías morales universales!
Durante la Edad Media, el pecado se pagaba con la muerte,
exactamente como afirma el religioso Vsevolod Chaplin. Si
bien las tres integrantes del grupo “Pussy Riot” no pagaron
“su pecado” con la muerte, pues estamos conscientes de que
el concepto bizantino “de sinfonía”, sigue vigente en la
Rusia de hoy.
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