• Alfonso Estudillo

    La Voz de Arena y Cal

    Sobre este muerto al que llaman crisis

    por Alfonso Estudillo


Comienza el año y continúa el calvario para buena parte de los españoles. Seis millones de parados, una ingente cantidad de familias pasando hambre y necesidades de todo tipo por la exclusiva culpa de unos gobernantes ineptos y una colosal pandilla de sinvergüenzas y embaucadores, corruptos y mafiosos de traje y corbata, en cuyo pecho jamás habitó corazón ni humanidad. Y todo ello sin que nadie pida cuentas a nadie.

Cuesta trabajo admitir que estas patéticas tragedias sociales estén ocurriendo en los albores del siglo XXI en pueblos y ciudades de un mundo civilizado, en sociedades con miles de años de historia, de lucha y sacrificios, de trabajo y afanes en la consecución de un futuro. Cuesta trabajo admitir la increíble facilidad con que unos pocos hijos de putas se llevan los ahorros, el futuro, los sueños y las esperanzas de una gran mayoría de personas humildes, de honrados trabajadores, de gente sencilla que creyeron en esos señores que mandan o se fiaron de aquellos otros a los que confiaron los humildes beneficios conseguidos a lo largo de toda una vida de trabajo y sacrificios.

- Pero, bueno, hombre -dice mi vecino Manolo-, lo que ha pasado servirá de experiencia para que no vuelva a ocurrir nunca más...

Pues, no, mi querido amigo, no hay experiencia que valga. Las estafas financieras es un sutil y complejo mecanismo cíclico, existente e inventando al tiempo que el dinero, por el que unos pocos personajes del mundo de las finanzas, los más astutos y taimados, en magistral partida con otros muchos de la misma cuerda, consiguen escamotear y poner a buen recaudo buena parte del capital con el que jugaban todos. Los compañeros de mesa, a su vez, viéndose perdidos y con la soga al cuello, arramplan con todo cuanto esté a su alcance, del vecino, del otro y del de más allá. La partida se interrumpe de repente y, sin más cartas que jugar,  los jugadores, contentos con sus buenas ganancias los unos, mohínos y con algo menos los otros, corren a esconder caudales y presencias donde no los encuentre ni Dios. A preparar la próxima... Y ahí queda el muerto. Como siempre, le pondrán el bonito nombre de "crisis".

Negado todo desde el principio, haciendo caso omiso a voces amigas y calificados los grandes titulares de prensa como simples cuchicheos en las esquinas, como cualquier cornudo corriente, el Gobierno es el último en enterarse. Y como es habitual en cualquier cornudo corriente, cuando ya no queda más remedio que darse por enterado, se pone cara de circunstancias, se sacan las triquiñuelas oportunas para que no se hable de los cuernos ni de sus causas ni de quién los ha puesto, y se disponen los habituales planes para afrontar las habituales consecuencias del trajín ...y del muerto llamado crisis.

Nada raro. Lo habitual en estos casos. Borrón y cuenta nueva para todos los tunantes implicados en el caso, y el muerto que lo pague el personal de a pie. Subida de impuestos, recortes en los salarios, recortes en  pensiones, subsidios y todas las prestaciones sociales, recortes en los derechos de los trabajadores, recortes en Sanidad, en la Enseñanza, en la Investigación... Y para el pone cuernos, silbiditos mirando para otro lado en tanto el irresistible y reputado galán, huido el culo de las sub prime, disfrazados de pomposos superávit sus enormes agujeros financieros, aprovecha que el Pisuerga pasa por Valladolid para endosar a pensionistas, jubilados y humildes ahorradores la monumental estafa de las Preferentes.

- Pero, bueno, hombre -que reitera mi vecino Manolo-, los recortes que han hecho eran necesarios para pagar todo lo que se debía a los Bancos de afuera y...

Que no te enteras, Manolo. Que no se le puede quitar el dinero de trabajadores y pensionistas, ni la paga extra a los funcionarios, para pagar los despilfarros, derroches, malversaciones y trapacerías hechas por los gobiernos, las administraciones autonómicas y tantos otros con responsabilidades económicas. Y mucho menos los Bancos y Cajas. Ni siquiera se ha investigado si los evidentísimos derroches de todos esos altos cargos de la administración podrían tener otra calificación con mayor enjundia en las leyes penales. Y en el caso de los Bancos y Cajas, podemos citar a cientos de altos cargos que, tras camuflar cuentas y balances, se han quitado de enmedio llevándose indemnizaciones millonarias. Muchos de ellos los mismos a los que podemos añadirle en su curriculum lo de estafar a cientos de miles de pequeños ahorradores con el timo de las preferentes.

No, querido amigo. Ni se han llevado a cabo las actuaciones penales que se corresponderían con los hechos, desde los responsables de distribuir acciones sin ninguna garantía ni valor -las sub prime- hasta los millones con que se auto indemnizaron los altos directivos con balances manipulados, ni, asumida ya la monumental cornamenta, se ha atendido las inevitables circunstancias de la crisis con medidas ecuánimes y soluciones económicas que afectaran en justa proporción a todos los ciudadanos.

Sólo un pelín de imaginación y podemos ver las suculentas viandas que estas pasadas fiestas sirvieron los criados en las mesas de altos políticos, banqueros y gentes del capital, y que no faltaron en las de otros con menores cargos en la administración o capitalistas de medio pelo, ni en las de los miles y miles de enchufados, correveidiles, alcahuetes, chichibobos, palanganeros, celestinos, palafreneros, menegildos, espoliques, postillones y chupaculos con que se rodean todas estas dignidades. Mientras tanto, por aquí abajo, muchos ex trabajadores, muchos pensionistas y jubilados, muchos ex dueños de casa y muchos ex de todo, pasaron la Nochebuena con un pucherito hecho con una patata y dos alitas de pollo.

La actual crisis acabará. Como acabaron todas las precedentes. Y vendrán unos años de aparente calma y bonanza en los que, partiendo de estas etapas de mayores esfuerzos y sacrificios por parte de los currantes de siempre, las economías irán recuperándose, se irá restableciendo la producción y el consumo y la sociedad toda irá olvidando lo ocurrido diez años atrás. Y entonces, alegres y confiados los pueblos y mandamases, en algún selecto lugar sin nombre, una selecta cuadrilla de tahúres sin nombre sacarán su flamante baraja y comenzarán la nueva partida. No hace falta escribir la continuación, pues es la misma que ahora vivimos.

Es la mil veces repetida historia del mundo. La eterna historia en la que unos pocos, hábiles y avispados manipuladores, se aprovechan de los demás. Y no le dé más vueltas porque es un problema sin solución.

Y aún nos queda el amargo postre que en breve nos servirá el gigante de más allá del charco...

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