Comienza el año y continúa el calvario para buena parte de los
españoles. Seis millones de parados, una ingente cantidad de
familias pasando hambre y necesidades de todo tipo por la
exclusiva culpa de unos gobernantes ineptos y una colosal
pandilla de sinvergüenzas y embaucadores, corruptos y mafiosos
de traje y corbata, en cuyo pecho jamás habitó corazón ni humanidad.
Y todo ello sin que nadie pida cuentas a nadie.
Cuesta trabajo admitir que estas patéticas tragedias sociales
estén ocurriendo en los albores del siglo XXI en pueblos y
ciudades de un mundo civilizado, en sociedades con miles de años
de historia, de lucha y sacrificios, de trabajo y afanes en la
consecución de un futuro. Cuesta trabajo admitir la increíble
facilidad con que unos pocos hijos de putas se llevan los
ahorros, el futuro, los sueños y las esperanzas de una gran
mayoría de personas humildes, de honrados trabajadores, de gente sencilla
que creyeron en esos señores que mandan o se fiaron de aquellos
otros a los que confiaron los humildes beneficios conseguidos a
lo largo de toda una vida de trabajo y sacrificios.
- Pero, bueno, hombre -dice mi vecino Manolo-, lo que ha pasado
servirá de experiencia para que no vuelva a ocurrir nunca más...
Pues, no, mi querido amigo, no hay experiencia que valga. Las
estafas financieras es un sutil y complejo mecanismo cíclico,
existente e inventando al tiempo que el dinero, por el que unos
pocos personajes del mundo de las finanzas, los más astutos y
taimados, en magistral partida con otros muchos de la misma
cuerda, consiguen escamotear y poner a buen recaudo buena parte
del capital con el que jugaban todos. Los compañeros de mesa, a
su vez, viéndose perdidos y con la soga al cuello, arramplan con
todo cuanto esté a su alcance, del vecino, del otro y del de más
allá. La partida se interrumpe de
repente y, sin más cartas que jugar, los jugadores, contentos con sus buenas ganancias los
unos, mohínos y con algo menos los otros, corren a esconder
caudales y presencias donde no los encuentre ni Dios. A preparar
la próxima... Y ahí queda el muerto. Como siempre, le pondrán el
bonito nombre de "crisis".
Negado todo desde el principio, haciendo caso omiso a voces
amigas y calificados los grandes titulares de
prensa como simples cuchicheos en las esquinas, como cualquier cornudo corriente, el Gobierno es el
último en enterarse. Y como es habitual en cualquier cornudo
corriente, cuando ya no queda más remedio que darse por
enterado, se pone cara de circunstancias, se sacan las
triquiñuelas
oportunas para que no se hable de los cuernos ni
de sus causas ni de quién los ha puesto, y se disponen los habituales planes para afrontar
las habituales consecuencias del trajín ...y del muerto llamado
crisis.
Nada raro. Lo habitual en estos casos. Borrón y cuenta nueva
para todos los tunantes implicados en el caso, y el muerto que
lo pague el personal de a pie. Subida de impuestos,
recortes en los salarios, recortes en pensiones, subsidios
y todas las prestaciones sociales, recortes en los derechos de
los trabajadores, recortes en Sanidad, en la Enseñanza, en la
Investigación... Y para el pone cuernos, silbiditos mirando para otro lado
en tanto el irresistible y reputado galán, huido el culo de las
sub prime, disfrazados de
pomposos superávit sus enormes agujeros financieros, aprovecha
que el Pisuerga pasa por Valladolid para endosar a pensionistas,
jubilados y humildes ahorradores la monumental estafa de las
Preferentes.
- Pero, bueno, hombre -que reitera mi vecino Manolo-, los
recortes que han hecho eran necesarios para pagar todo lo que se
debía a los Bancos de afuera y...
Que no te enteras, Manolo. Que no se le puede quitar el dinero
de trabajadores y pensionistas, ni la paga extra a los
funcionarios, para pagar los despilfarros, derroches,
malversaciones y trapacerías hechas por los gobiernos, las
administraciones autonómicas y tantos otros
con responsabilidades económicas. Y mucho menos los Bancos y
Cajas. Ni siquiera se ha investigado
si los evidentísimos derroches de todos esos altos cargos de la
administración podrían tener otra calificación con mayor
enjundia en las leyes penales. Y en el caso de los Bancos y
Cajas, podemos citar a cientos de altos cargos que, tras
camuflar cuentas y balances, se han quitado de enmedio
llevándose indemnizaciones millonarias. Muchos de ellos los
mismos a los que podemos añadirle en su curriculum lo de estafar
a cientos de miles de pequeños ahorradores con el timo de las
preferentes.
No, querido amigo. Ni se han llevado a cabo las actuaciones
penales que se corresponderían con los hechos, desde los
responsables de distribuir acciones sin ninguna garantía ni
valor -las
sub prime- hasta los millones con que se
auto indemnizaron los altos directivos con balances manipulados,
ni, asumida ya la monumental cornamenta, se ha atendido las inevitables circunstancias de la crisis
con medidas ecuánimes y soluciones económicas que afectaran en
justa proporción a todos los ciudadanos.
Sólo un pelín de imaginación y podemos ver las suculentas
viandas que estas pasadas fiestas sirvieron los criados en las
mesas de altos políticos, banqueros y gentes del capital, y que
no faltaron en las de otros con menores cargos en la
administración o capitalistas de medio pelo, ni en las de los
miles y miles de enchufados, correveidiles, alcahuetes,
chichibobos, palanganeros, celestinos, palafreneros, menegildos,
espoliques, postillones y chupaculos con que se rodean todas
estas dignidades. Mientras tanto, por aquí abajo, muchos ex
trabajadores, muchos pensionistas y jubilados, muchos ex dueños
de casa y muchos ex de todo, pasaron la Nochebuena con un
pucherito hecho con una patata y dos alitas de pollo.
La actual crisis acabará. Como acabaron todas las precedentes. Y
vendrán unos años de aparente calma y bonanza en los que,
partiendo de estas etapas de mayores esfuerzos y sacrificios por
parte de los currantes de siempre, las economías irán
recuperándose, se irá restableciendo la producción y el consumo
y la sociedad toda irá olvidando lo ocurrido diez años
atrás. Y entonces, alegres y confiados los pueblos y mandamases,
en algún selecto lugar sin nombre, una selecta cuadrilla de
tahúres sin nombre sacarán su flamante baraja y comenzarán la
nueva partida. No hace falta escribir la continuación, pues es
la misma que ahora vivimos.
Es la mil veces repetida historia del mundo. La eterna historia
en la que unos pocos, hábiles y avispados manipuladores, se
aprovechan de los demás. Y no le dé más vueltas porque es un
problema sin solución.
Y aún nos queda el amargo postre que en breve nos servirá el
gigante de más allá del charco...
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