Hay huecos
que desparraman tristezas ácidas
como cocodrilos oscuros:
huecos de dolor y rabia
agazapados en las fronteras difusas
donde las palabras se pierden.
Intransparentes plenilunios
de latón y nata,
voces perdidas u obsoletas
camufladas de soledad
para no revivir perdones.
Amarillos
transpuestos de azules,
azules bañados por rojos,
rojos teñidos de sangre,
sangres fundidas en llantos.
Porque han llorado los crisantemos en los oasis
donde se pudre el agua de los besos vacíos
en inviernos de calor
y rosas.
Hay huecos que no se redimen
en el lamento aturdido de los días...