Una tarde serena, de esas que hacen pensar que el mundo se
detiene ante tanta calma, el nido también se alborotó.
Aunque en realidad el que estaba como detenido era el mundo
humano, o lo más parecido a ése. Pero el nido también formaba
parte del orbe. Era un submundo del cual emergían insectos con
acceso a las altas esferas gracias a esa persistencia que tienen
algunos bichos capaces de trepar, volar, confundir, alterar,
hasta alcanzar sus propósitos por más repugnantes que parezcan.
Esos “parásitos” de la orden de los dictiópteros, nocturnos y
corredores, que muchas veces también salen de día, vale asegurar
que nunca están quietos. Contradiciendo las teorías del hombre
que cree haber alcanzado todo el conocimiento, toda la
sabiduría, pero que en realidad no ha logrado la capacidad
necesaria como para introducirse por agujeros minúsculos, tan
abocado como está a los grandes descubrimientos.
La cucaracha mayor a la que todos llamaban Cuca cariñosamente,
dijo que era llegaba su tiempo de descanso y que habría de
cumplir con eso. Sugirió que otra debería tomar su lugar y esta
situación exigía rapidez de acción. En ese momento y luego de
esas palabras, comenzó la agitación.
Su actitud despertó la conmoción, mucho más la incentivaron los
argumentos que utilizara el insecto para detener ese camino
tantas veces recorrido, atravesando los albañales, basurales y
todo lugar donde hubiera comida o desperdicios.
Cuca no se esforzó por crear argumentos válidos, simplemente se
despidió parafraseando aquel aire popular mexicano que decía “la
cucaracha ya no puede caminar”.
La originalidad no era la característica del insecto o insecta,
no sé, porque las cucas son seres asexuados, me contaron.
Todos los bichos del nido sabían que era una mentira, sus
patitas, aunque más lentas, bien podían seguir trasladándose.
Además, ella era la Cuca reina, no era importante que se moviera
sino que dirigiera y eso, hasta aquella tarde, lo venía haciendo
muy bien. De hecho cuando fue elegida reina del nido, alcanzó
ese sitial por su impecable trayectoria. (Uno muchas veces
minimiza a esos insectos y ese es un error tremendo, porque
piensan demasiado aunque la ciencia no avale esta teoría)
Ahí fue cuando todos comenzaron a preguntarse:
-¿Qué le pasa a Cuca?
Algo le molestó a ella o a las cucas que nunca se ven, pero que
están y dirigen con más fuerzas desde el silencio.
-¿Acaso se convirtió en un trasto inservible? Se preguntaban
todas.
(No olvidemos que ellas son de hábito asociado lo cual no quiere
decir que mantengan lazos de amistad sincera siquiera entre
ellas)
Presurosas, cucas y cuquitas comenzaron a dialogar sobre cuál
sería la afortunada que fuera capaz de dirigir a todo el nidal.
Era una tarea analítica muy severa, casi ciclópea, nada podía
librarse al azar.
Por supuesto, decían, los agrotóxicos que utilizan los humanos,
cada día son más fuertes, ellos alcanzaron grados superlativos
de organización y fueron capaces de exterminar todo tipo de
vida.
-¡Nosotras también alcanzamos esos grados!, agregó una muy
competitiva.
-Hay que buscar, para el reemplazo, a una cucaracha que ya haya
aprobado el examen de mutación, que resista los embates y sea
capaz de permanecer inmutable a las nubes tóxicas, dijo la más
audaz pero en voz baja.
Tengamos en cuenta que las cucarachas nunca hablan a viva voz
para que sus planes conspirativos continúen enroscados dentro
del hermetismo ancestral.
-Hay que buscar, incluso, una que resista las más altas dosis de
radiación, por las dudas. Hay que cubrirse, pensaban, el hombre
está demasiado agresivo y no se puede confiar en él, seguían
murmurando dentro del agujero adonde sesionaban.
-Cuca nos arruinó la vida, dijo la cucaracha con mayor
desarrollo de espíritu crítico a la que llamaban Critis.
-¿Por qué tanta seguridad? Preguntó un coro de antenas
convulsionadas.
-Muy simple, respondió Critis, somos más de cuatro mil
quinientas especies, cada una tiene su propia trayectoria. ¿Cómo
habremos de ponernos de acuerdo? Hay que conciliar costumbres,
tradiciones, conductas socioculturales, agregó. ¿Creen que es
tarea fácil?
-¡Esto es absurdo! Dijo otra, exaltada. ¿Vamos a olvidar que
nuestro propósito, estemos donde estemos, siempre es el mismo?
¡Chicas, tampoco es el momento de elucubrar fantasías! Agregó
mientras se exasperaba más, levantando su dedo índice y
apuntando a la masa allí reunida.
Siguió diciendo: -Hagamos una lista de prioridades, ¡abortemos
las ideas que no nos unan porque perjudican nuestro mañana!
Las cucarachas se miraron asombradas.
-¡Qué has dicho! Preguntaron todas espantadas casi como si un
demonio hubiera penetrado por el agujero de entrada.
-¡Ohhhhhhh! Repitió el eco durante varios minutos.
-¡Esto ya se desmadró, así es imposible dialogar! respondieron
otras.
Se dio por terminada la sesión esa tarde serena en la que
parecía que el mundo se había detenido. En el horizonte avanzaba
un escuadrón de nubes de tormenta, pero que no habrían de ser
más que el anuncio de chaparrones aislados propios de la época
del año. Y de las circunstancias.
-Mañana será otro día, agregó Critis, pensemos que algo, como
siempre, se nos va a ocurrir.
-Afuera la noche está llegando, fíjense como las estrellas
comienzan a marchar y cada día su brillo parece encandilar mucho
más. Hay que seguir trabajando y con mucho cuidado, están en
juego nuestras costumbres y debemos crear nuevas fuentes de
engaño.
-El hombre, ya lo vimos, está cada día más agresivo, genera
pobreza a pasos acelerados y ya saben ustedes, a los pobres no
se les cae ni una miguita ¿De qué vamos a vivir nosotras?
Cuca quedó pensativa mientras su población se encaminaba hacia
las cloacas del barrio.
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