
Antonio Barbeito, Andrés Luis Cañadas Machado, Marco A. Velo
García, José Carlos Fernández Moreno y Francisco Javier
Segura Márquez reúnen en este volumen trabajos de distintas
publicaciones, todos ellos etiquetados con fraseología del
quehacer cofradiero. Va precedido de un prólogo titulado
“Horario de salida”, que empieza el cortejo procesional,
sigue “Diputado de Cruz de Guía”, de Velo García, continúa
con “Primer tramo”, de García Barbeito, “Paso de Cristo”, de
Cañadas Machado, “Última pareja de cirios”, de Fernández
Moreno, y cierra con “Paso de Palio”, de Segura Márquez.
Cada uno de los índices de colaboraciones contiene varios
trabajos, algunos de ellos en verso.
La antología es un mosaico de pintura con trazos fervorosos
para con el tema tratado o, bien como dice el prólogo, “un
collage aproximativo {…], una tesela, un daguerrotipo que a
menudo ni tampoco define ni poco ni mucho a quien rubrica
sus parágrafos”.
Evidentemente, no se trata de definir a quien escribe, ya
que no se contempla en ello una ideología o una
manifestación escrita de opiniones sobre asuntos diversos
del acontecer ciudadano, sino que son esbozos de
sentimientos al calor de un artículo para anales de
cofradías, o también al calor de un pregón solicitado por
cofrades a otro cofrade. Aunque la literatura de este género
religioso pueda parecer muy homogéneo y, en algunos
aspectos, impersonal, no ocurre en escritores de esta índole
cuando se lee detenidamente a estos autores agrupados aquí.
De Velo García, me quedo con ”Siempre silente, siempre
clandestino”. De García Barbeito, “Dios mojado”. De Cañadas
Machado, “Hermandades solidarias”. De Fernández
Moreno, "Pregón del XXV aniversario de la Virgen de la
Piedad”. De Segura Márquez, “A Santa María del Monte
Calvario (Málaga)”, por poner ejemplos nada más, ya que la
plástica y entretenida variedad de los trabajos pone en duda
al lector en cuanto a una elección como la que ahora se
hace.
En esta atmósfera del gozo de exaltar los valores
semanasantiles se hace referencia a Joaquín Romero Murube,
como periodista de los duendes del incienso y de los
arcángeles de barrocos rizos; mas, aunque no se mencione en
este prólogo, se nos viene a la memoria la figura de aquel
gran pregonero de la Semana Santa que fue Francisco Montero
Galvache.
El repertorio de textos que aquí se expone nos muestra
valores estéticos y humanos suficientes en cuanto a su valor
testimonial de unos hombres comprometidos con la fe; una fe
que en este caso se deja entrever tras la escritura
tornasolada de Semana Santa y advocaciones similares.
Tendríamos que destacar páginas escritas que dejan hitos de
prosa específicamente cofradiera, que sería largo de contar,
pero sí se ha de tener en cuenta que este libro —tan
estupendamente maquetado y con tan buena presencia
editorial—, ha de formar parte de la biblioteca personal de
todo amante de la Semana Mayor en las celebraciones
religiosas populares, pues sus párrafos están escritos con
ese estilo sensorial tan típico —y único— de nuestra
Andalucía: un color, un sabor y una música subliminal que se
prestan como un trípode para la colocación del sentimiento
religioso proclamando el derecho de la fe del pueblo en el
anhelo de evangelizar las calles, y así el creyente cofrade
puede, tocado por el ángel de la gracia de la palabra, hacer
uso de una gubia de letras para gozo de quienes escriben
retazos de la Pasión y también para quienes leen los
fragmentos emotivos sobre una imagen, una calle, una salida,
una recogida o unas anécdotas que no se pueden olvidar ya.