El Amadís de Gaula fue el libro de caballerías más leído,
pero Palmerín de Inglaterra, como el Amadís, tuvo mucho
éxito en su época, a pesar de su aparición algo tardía. La
popularidad del ciclo del Amadís se iba disminuyendo con
cada serie después de los primeros cuatro libros. El ciclo
del Palmerín es posterior al del Amadís y empieza en 1511
con el Palmerín de Olivia (u Oliva en posteriores ediciones). Después aparecen Primaleón
(Salamanca, 1512), Platir (hijo de Primaleón) (Valladolid,
1533), Flotir (Venecia, 1554), el Palmerín de Inglaterra
(1540) y el Clasisol de Bretanha (Lisboa, 1602).
Cervantes en el Quijote manifiesta un disgusto hacia el
Palmerín de Olivia, pero alaba el Palmerín de Inglaterra:
“Esa olivia se haga luego rajas y se queme, que aun no
queden della cenizas, y esa palma de Inglaterra se guarde y
se conserve como a cosa única.”
Desde una perspectiva
moderna, aunque es difícil encontrar una edición
contemporánea del libro, este último es reconocido como el
de mayor importancia. Palmerín de Olivia, sin embargo, está
en contraste con el Palmerín de Inglaterra y los otros del
ciclo. Hay tres elementos importantes en este libro: 1), su
fuerte contraste con Palmerín de Inglaterra en cuanto a la
presencia de la misoginia. Pese a que sea del mismo ciclo,
no se escarnece tanto a la mujer; 2), el hecho de que una
mujer quizá haya participado en el arte de crear este texto
de caballerías; y, 3), la mujer es más rebelde y el hombre
en ocasiones menos virtuoso; le transparentan sus defectos.
Los tres puntos son el producto de la posible autoría
femenina.
Marín Pina, en su introducción a Primaleón, describe la
controversia en torno a la autoría de Palmerín de Olivia.
Ella explica que un tal Agur de Trasmiera lo atribuya a una
mujer, pero en la edición veneciana de 1534 de Primaleón,
Francisco Delicado piensa que no es una mujer. José Amezcua,
después de notar las mismas entradas de Marín Pina, concluye
que lo escribió una mujer por dos razones: primero, las
diferencias estilísticas entre la primera y la segunda mitad
muestran que tiene dos autores diferentes; y segundo, hay
una inclinación por el personaje de Griana y sus
pensamientos. Las observaciones de Amezcua preceden las de
Marín Pina en un cuarto de siglo, y aunque sería provechoso
dar por cierto la autoría femenina como explica él, algunas
observaciones de Marín Pina dan luz a otras ideas
interesantes.
No había muchas mujeres escritoras en el medievo, así que
el caso de Palmerín de Olivia sería una anomalía. Marín Pina
también explica que desde 1511-1512 la autoría femenina es
una novedad ya que las mujeres autoras en las letras
españolas eran desconocidas hasta entonces. De cualquier
manera, sea que fuese escrito por una mujer o no, es un hito
importante. Si la autoría de veras se atribuyera a una
mujer, sería una de las primeras contribuciones femeninas a
las letras castellanas y una debida oposición al absolutismo
masculino del género. Si la autoría no es la de una mujer,
significaría que el autor o editor se daría cuenta de varias
cosas relativas a la mujer: primero, que ella constituye una
parte importante del círculo de lectores, y por lo tanto
había que fingir por razones de propaganda una autoría
femenina; segundo, que unos cambios interiores en la
presentación de la mujer pudieran ser útiles al éxito de la
serie; y, por último, que el autor/editor tenía fe en un
nivel suficientemente alto de mujeres que sabían leer para
adaptar la publicidad del libro a tal mercado.
Hay también disparidades entre los personajes de Palmerín de
Olivia y otros libros de caballerías. Ellis observa esto en
el comportamiento del caballero principal. Nota que Palmerín
en una ocasión amenaza a la princesa inglesa Agriola, y en
otra le dice a Polinarda que había estado con otra y no se
toma la molestia de ocultarlo. Todas estas acciones se
contrastan con los valores de acatamiento, fidelidad y
discreción que los caballeros protagonistas de otros textos
representan. Amezcua saca a colación la diferencia entre
Oriana del Amadís y Griana del Olivia. Griana no es tan
mutable como Oriana, quien cede a la voluntad de su padre,
sino una mujer fuerte y convincente que reprocha tenazmente
a su madre y a su padre, el emperador.
Puede que Cervantes considerara el Palmerín de Olivia débil,
pero su posible autoría femenina le otorgaría una
importancia que pasara por alto. En un mundo literario
dominado por el hombre, la mera posibilidad abre
puestas.
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