La brujería es un fenómeno muy antiguo que, en mayor o menor
grado, existe en todas partes del mundo. Durante la Edad
Media había brujas buenas y malas. Las brujas de buena cepa
daban consejos sobre la fertilidad, el amor y la sexualidad.
Tenían conocimiento de diferentes plantas, piedras,
cristales, árboles, animales etc. Eran curanderas y para sus
rituales utilizaban el fuego, líquidos secretos, hierbas y
restos de animales. Toda esa sabiduría era considerada como
una amenaza en los círculos sociales de varones. A los
rituales de las brujas desaforadas, acudía la gente
hambrienta por la crueldad y la codicia.
En España durante los siglos XVI y XVII, la mayoría de la
gente creía que las brujas eran mujeres llenas de verrugas y
que volaban sobre escobas por las noches. En África,
actualmente, se podría decir que las diferentes formas de
brujería son un evangelio. La gente común y corriente acude
a los brujos y paga para conseguir felicidad, trabajo,
riqueza, a su pareja deseada etc. Los pescadores asisten a
rituales de hechicería para tener conocimiento de los bancos
de pescado en el mar, y los mineros para encontrar las vetas
de los metales preciosos. Incluso muchos intelectuales,
posibles presidentes y alcaldes siguen los consejos de
brujos y brujas, en sus campañas electorales, y creen que de
esta manera pueden lograr sus objetivos más anhelados.
La “brujería muti”, que se utiliza en algunos países
africanos, se basa al igual que en el medioevo en la
utilización de hierbas, huesos y restos de animales para sus
pócimas mágicas. Pero en su forma más primitiva y
terrorífica, se emplean partes del cuerpo humano. Y según
los hechiceros mejor si esas partes humanas son arrancadas
en vivo. Así la víctima grita, sufre, llora de dolor; cosa
que potencia los conjuros para lograr lo solicitado. Algunos
chamanes han indicado que los albinos son “perfectas piezas”
para este tipo de rituales. Pueden pagar hasta dos mil
dólares por una pierna o un brazo. O sea, el haber nacido
albino es una peste amarilla en ciertos países africanos. Su
primer enemigo es el sol y su condición blanquecina, en
medio de la negritud, los ha condenado a una especie de
ostracismo social.
Los albinos son considerados hijos del demonio y parias que
llegaron al mundo por castigo. Pero paradójicamente a esta
realidad; sus huesos, sus órganos, sus genitales y sus
extremidades, conforme a opiniones de algunos magos, están
impregnados de divinidad y son requeridos para rituales de
magia negra. Por lo tanto, no es sorprendente que las tumbas
de albinos sean profanadas para robar esos huesos que yacen
bajo la tierra, y venderlos en el mercado negro. Pero los
hechos han ido mucho más allá. En algunos países, los
albinos son perseguidos hasta arráncales una pierna, un ojo,
una mano o un brazo. Hay testimonios espeluznantes de
víctimas que han sido mutiladas o mutilados a machetazos. Mi
interlocutor comentó lo siguiente: “una vez vi cómo le
cortaron el brazo izquierdo a una muchacha albina de doce
años. Se acercaron tres hombres, dos de ellos la sujetaron
fuerte, y el tercero empezó a dar machetazos hasta
arrancarle el brazo. La chica gritaba y lloraba
desesperadamente. Y antes de escaparse con el brazo, dejaron
una botella con un líquido para echar a la herida y
cicatrizarla. Nunca me olvidaré de esos gritos. Seguramente
venderán su brazo a los brujos”. Pareciera que la desgracia
de unos, es la suerte de otros. Luego otra persona tomó la
palabra: “En un pueblo no muy lejos de aquí, una mujer tuvo
un hijo albino. Su familia aseguraba que ese niño traía mala
suerte. Le aconsejaron que lo vista de negro y lo deje
abandonado en una choza. La madre no entendía muy bien el
por qué, pero obedeció a las recomendaciones. Después de
unas horas, llegaron varios hombres a la choza y le
cortaron, con machete, las piernas al recién nacido.
Finalmente lo mataron y se lo llevaron todo el cuerpo
pequeño”.
Los albinos, desde la gestación, están marcados por la
pesadumbre y cuando llegan al mundo son discriminados de
todas partes. Estos seres humanos que, a consecuencia de una
mutación, nacieron con piel blanca, pelo rubio y muchas
veces con ojos verdes o azules, van cargando, en sus
espaldas, las malditas cadenas del destino.
En algunos países africanos creen que las mujeres que dieron
a luz a un ser humano albino, han sido víctimas de maldición
y por eso traen mala suerte al resto de la familia. Vicky
Ntetema, mujer valiente y ex periodista de la BBC en Dar es
Salam (capital de Tanzania), ha hecho públicamente denuncias
sobre el mal trato a los albinos. Y como consecuencia, está
amenazada, camina con guardaespaldas y a veces utiliza velos
para taparse la cara y ocultar su identidad. Ha fundado, en
2010, la ONG, “Bajo el Mismo Sol” (Under the Same Sun) para
la protección de albinos. Uno de los objetivos es informar a
le gente acerca del albinismo. De manera que las personas
afectadas con este mal, no sean discriminadas en la
sociedad. En resumidas cuentas: “Bajo el Mismo Sol”, es una
organización que intenta prevenir la destrucción del hombre
por el hombre.
* Este relato está basado en conversaciones con personas
(algunas albinas) en Banjul (Gambia) y Dakar (Senegal).
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