Espera...
hay lunas que se resisten
a ser princesas de colores.
El monstruo
no sabe que la herida del hombro
ha sido un manantial
de besos renovados y de llamadas
a la vida resistente.
Ignora
que el amor es un columpio
de cuerdas interruptas
suspendido entre libélulas azules:
el miedo
balancea el viento de levante
a contrafuego de las noches del pánico.
Y los días, los días,
se hacen de un eterno inmaculado
donde las soledades esconden sus miserias
para servir de parapeto a las lágrimas.
Espera...
el monstruo no sabe aún
que hemos vencido a la muerte y el dolor
y que resucitaremos en las orquídeas.
(Si me has leído
recuerda que el monstruo no es sagrado...)