
(LIBROS
RECUPERADOS)
Después del condensado prólogo del escritor Manuel Barrios, que sirve de aval para empezar la
lectura, las especulaciones del reseñador han de ser complementarias, suponiendo que no se
profundice en detalles mínimos; en tal caso, el comentario añadiría notas ya sugeridas.
En efecto, el planteamiento argumental, los personajes y el marco histórico de Clase media
requieren una interpretación peculiar tras la que surgen unas determinadas connotaciones, que
solamente pueden aflorar vivaces y puntuales en isleños e isleñas de una edad en cuyo subsuelo
tiene raíces la memoria. De no ser así, la novela queda como un exponente histórico de un
pasado inmediato que despierta, no obstante, un interés ineludible en lectores jóvenes y
perspicaces, aficionados a inquirir acerca de sus orígenes sociales, pues Clase media está
ambientada en la Isla de la posguerra, hasta la muerte del general Franco y, aunque los
protagonistas sean ficticios, pudieron existir.
¿Hemos de considerarla como una novela social con todos sus elementos necesarios, o sea la
denuncia, el estudio pormenorizado del ambiente de miseria y la protesta política astutamente
solapada? No. Ni es tampoco una novela que sigue el poderoso instinto narrativo del realismo
mágico en el que la imaginación satura de su riqueza el tema. Ni es mucho menos una novela
experimental. Ya lo dice el prologuista. José Carlos Fernández no sigue la secuela de ninguna
escuela anterior, o bien cualquiera de esas técnicas anteriores “podría ser tras pasar por el
tamiz del talento y la capacidad imaginativa del Sur”.
La técnica que adopta José Carlos Fernández es básicamente tradicional. A ello tendríamos que
añadir la omnisciencia del narrador, ingredientes, creo yo, más responsables de cara a la
realidad todavía que los procedimientos contemporáneos que menciona Barrios en su
presentación.
Hay también un asomo de novela primitiva y folclórica, casi “naif”, en cuanto que el autor
incluye apoyaturas léxicas -hemos de suponer- a favor de un realismo costumbrista contundente,
ya que todo el texto busca la manera de impactar en el lector, valiéndose de vulgarismos y
localismos que incorpora para que la naturalidad no encuentre obstáculos en el proceso de la
lectura.
Por medio de unos personajes que reproducen caracteres cuajados de idiosincrasia del momento
histórico, se desarrolla la sencilla trama del ir y venir de unas vidas que confluyen en el
ámbito de un barrio con la descripción morosa, casi proustiana de unos detalles accesorios,
pero tan valiosos en la orquestación del conjunto. José Carlos Fernández ha conseguido
transmitirnos una recuerdos de niñez y juventud, metamorfoseados en un relato, a modo de
recreación y crónica, más que de denuncia e historia.
Prologada, como ya hemos dicho, por Manuel Barrios, que incluye esta novela en la llamada
nueva narrativa andaluza, ve en ella un ”relato de personaje colectivo”, como El pueblo, de
Santiago Rusiñol y La Colmena, de Cela. Cita individuos que caracterizan a la perfección tipos
de barrio que no pasan desapercibidos en la lectura.
Damos la bienvenida a esta primera novela de José Carlos Fernández, Clase media, entrega
lograda y prometedora de futuras y, lógicamente, por razones de oficio, más granadas
creaciones de este subgénero -el más difícil y retador hoy en Literatura- que llamamos novela.
Buen punto de partida para nuevos hallazgos.