(in memoriam)
Dicen que el mar ya no canta esplendores
de sirenas, que las medusas trafican con
el dolor agudo de las playas desiertas
moteadas de rojo, que los peces se
esconden del impacto de los obuses en los
bajamares del silencio.
Delfines de tierra adentro han asaltado
las orillas olvidadas con tanques grises y
metralletas de fuego.
Arden las espumas en marrones, mientras el
cielo se vuelve humo y el sol llora, entre
gemidos de auxilio, sus rayos de vida
vieja.
Recuerdo las olas desde Haifa a Sidón, el
dulce balanceo de la goleta que emulaba
antiguas leyendas de cruzados y piratas,
los atardeceres de Tiro con arak dulce,
kebab y pita crujiente... y la playa de
Sidón, amalgama de risas y velos, donde
Oriente y Occidente jugaban a ser
distintos entre almuhacines y cuerpos
dorados por el salitre.
Hoy te he visto muerta, asustada y sola,
barrida por el grito de las bombas y rota
en la desesperanza del odio y la revancha:
cansada de ser azul, herida en tus verdes
de espuma por el silbido tétrico de los
verdes que matan.
Preñada de esquirlas para asesinar el
recuerdo y perpetuar las Cruzadas en ese
mar suave y caliente que gime en las
mareas de la noche vacía...