(a propósito de la matanza en
un centro de inmigrados en
EEUU)
Me veía en el espejo con los
ojos abiertos. Quise verme con
los ojos cerrados. ¿Qué creen?
¡Todo se oscureció y no vi
nada! Si puedo verme con los
ojos abiertos ¿por qué no con
los ojos cerrados? Hay algo,
señor Heisenberg, algo de muy
injusto en este mundo. Algo
que comienza, y es la vida.
Algo que termina, y es la
muerte. ¿Por qué? ¿Por qué lo
que comienza debe finir?
Usted, señor Heisenberg,
seguro que lo sabe, vea usted,
sin ir más lejos, la
semirrecta ¿no es acaso algo
que comienza y no termina?
Ojos abiertos, ojos cerrados,
principio y fin.
--Estoy muy ocupado con la
vida para preocuparme de la
muerte. Lo cuál puede ser
cierto pero admite una segunda
lectura: estoy tan ocupado en
olvidarme de la muerte que
sólo pienso en emborracharme
de vida en alguna de sus
manifestaciones. Soy, por
ejemplo, un workaholic, que en
inglés significa alcohólico
del trabajo, no porque me
presente borracho a trabajar,
sino porque soy un chambadicto.
Como recetaba uno de los más
grandes poetas en forma
imperativa: ¡hay que
emborracharse! De lo que sea,
planteaba Charles Baudelaire:
de alcohol, de amor, de
heroísmo, de trabajo, y aquí
se abre una vertiente perversa
en lo que va del siglo XX al
XXI pues la enumeración podría
seguir así: emborracharse de
un baño de sangre en una
escuela y crear una situación
de irreversible horror que
sólo puede ser salvada con la
propia muerte, la última bala
es de él para él. Si esta
tendencia se consolida, la
sociedad marcha al caos. ¿Hay
que emborracharse de lo que
sea? No. Por el contrario, es
cuando las mentes más
necesitan de la lucidez para
distinguir entre borrachera y
borrachera.
Lucidez versus caos, principio
y fin, borrachera y
borrachera, vida y muerte,
dimos con la solución. No me
creerán, la solución al enigma
del espejo que refleja a ojos
abiertos y no a ojos cerrados.
Pues bien, abrimos un ojo y el
otro permanece cerrado, luego
abrimos el otro ojo y el uno
permanece cerrado, las
opciones son reales y válidas
epistemológicamente hablando
¿qué les parece? Ya me
llamaron por teléfono, un
equipo de matemáticos de
Harvard quiere saber sobre la
metodología empleada para
resolver el enigma del espejo
y de ahí pasar al teorema de
Fermat. Así de sencillo. Pero,
agregan ellos, si la muerte
nos da chance.
La muerte, hija de la
chingada, siempre ella. ¿Y que
tal si nos emborrachamos? Una
peda chiquita, nada capaz de
producir el caos en la
sociedad, solamente “para no
sentir el horrible fardo del
tiempo sobre los hombros
inclinándonos hacia la
tierra”, puntualizaba el poeta
mientras vanamente tentaba de
borrar la inscripción en los
muros de una iglesia
memento mori (recuerda que vas a
morir) para en su lugar
escribir
memento vivere
(recuerda que estás viviendo)
cosa que la gente olvida con
facilidad. Ah, una palabra
más, una sola y nos vamos. Y
de pronto los cohetes atómicos
se apuntaron entre sí, corrían
los días de octubre de 1962
frente a las costas de Cuba. Y
corrían los días de abril de
2009 en el estado de New York
y de pronto un señor de traje
y corbata bloqueó la entrada
del centro de inmigrados y
comenzó a disparar sobre
ellos. Catorce muertos es la
cifra provisoria, no sabríamos
calcular el número de víctimas
de una guerra atómica entre EU
y URSS.
Y colorín colorado este
planeta ha terminado.
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