Ramata es el nombre de una película, de gran contenido social, dirigida por el cineasta
congolés, Leandre Alain Baker, y filmada en Dakar, la capital de Senegal. Está basada en la
novela, del mismo nombre, del autor senegalés Abasse Ndione. Y fue publicada en el año 2000 por
la editorial francesa Gallimard.
Tuve la gran suerte de ver el estreno de esta película, en el Centro Cultural Francés, cuando
me encontraba en esa bella ciudad. Al final del largometraje se presentaron el cineasta y los
actores. Ndione, enfermero de profesión, se ha convertido en uno de los escritores más
importantes de su país, y es muy conocido en el continente africano. Se caracteriza por ser un
escritor valiente y sin pelos en la boca. En sus novelas habla de la corrupción política, de
crímenes, de sexo, de alcohol, de las drogas, de la mutilación genital femenina y de las
injusticias sociales. Todas estas verdades, que afectan a la sociedad senegalesa, han sido como
un revés en la cara para la clase conservadora. Por eso mismo, a un principio, su obra más
famosa “Ramata” fue censurada en su propio país. El autor ha confesado en una entrevista: “No
he inventado nada, solamente he mirado a mi alrededor y he contado lo que he visto. Es verdad
que los intelectuales me han criticado, porque dicen que la mutilación genital femenina es un
asunto de mujeres, del cual un hombre no debe hablar”. Aquí vale la pena hacer una aclaración.
Según las Naciones Unidas, este tipo de ablación se practica en algunos países africanos,
asiáticos y de Medio Oriente; pero también en ciertos grupos de inmigrantes en Australia,
Canadá y Estados Unidos. Una costumbre dolorosa y diabólica que tiene su origen en Egipto. Las
razones a las que atribuyen las comunidades que ponen en práctica este hecho son: identidad
sexual, identidad cultural, creencias higiénicas y religiosas. Sea cual sea la causa, está
claro que se trata de una violación a los Derechos Humanos de la mujer. Aunque a decir verdad,
en ciertos países africanos está prohibido la ablación. Es más, a finales del año 2012, la
Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó una resolución en contra de la mutilación
genital femenina. La entonces titular de ONU mujeres, Michelle Bachelet, viajó a Nigeria, Mali
y Senegal para reunirse con jefes de estado, sindicalistas, académicos y líderes religiosos. El
tema principal era dialogar acerca de la ablación y, sobre todo, verificar que se lleve a cabo
la resolución tomada por la ONU en favor de las mujeres. Al mismo tiempo una cantidad de
mujeres, especialmente las que tienen formación, están en contra de la ablación. Los médicos
han indicado que esta práctica conlleva alteraciones, en el cuerpo de la mujer, afectando
negativamente a la salud. Y el escritor Ndione, que trabajó mucho tiempo como enfermero, conoce
las secuelas de esta tradición. Y por eso saca a luz, en su novela, esta maldición que ha
recaído, durante muchas décadas, a cientos de mujeres inocentes.
La protagonista de la película es la actriz y modelo, Katoucha Niane, fallecida años después en
circunstancias muy extrañas. Niane actuó bajo el seudónimo de Ramata Kaba.
Ramata es una hermosa mujer de 50 años de la alta sociedad senegalesa. Y con un cuerpo
escultural capaz de volver loco a cualquier hombre. Pero lleva en sus adentros un trauma que la
marcó toda la vida: de niña fue sometida a esa horrible experiencia de la ablación, razón por
la cual, quizá, es un poco fría, insaciable y caprichosa para ciertas cosas. Está casada con
Matar Samb, un hombre rico; ex fiscal que, con el tiempo, llega a ser Ministro de Justicia.
Viven en Almadi, un barrio de la burguesía senegalesa. En otras palabras, Ramata tiene todo en
la vida: es guapa, posee una bella casa junto a su marido, tiene su propio departamento, ropa
lujosa etc.
Un día cuando se encontraba en el Hospital Dantec en Dakar, se vio implicada en la muerte del
portero. Su esposo, el poderoso Ministro de Justicia, se entera del asunto y empieza a sobornar
a las autoridades. De manera que el caso queda enterrado, y Ramata sale airosa de las
acusaciones. Sin embargo, el destino le hace irónicamente un ajuste de cuentas. Una noche fría
y nubosa, después de visitar a su amiga que vivía a las afueras de Dakar, decide tomar un taxi
para volver a casa. Ella sugiere pasar por un cierto lugar. Al comprobar que el coche es
conducido por caminos oscuros y extraños se pone nerviosa, pero no le queda otra cosa que
aceptar la realidad. Finalmente es violada por el chofer del taxi, y además abandonada cerca de
la playa. El nombre del chofer es Ngor Dong, un criminal de 25 años; misterioso, sin domicilio
fijo, musculoso y conocido por la Policía. Al día siguiente de ser violada, Ramata se dirige a
los suburbios de Dakar para buscar a su agresor. Y entre andanzas por los recovecos del
submundo, evidentemente lo encuentra en un bar. Dong la ve y se asusta porque pensaba que venía
acompañada de carabineros. Pero no fue así, Ramata se acera a él, hablan un momento y le invita
a su departamento. Este hecho se repite varias veces. Es decir, Ramata es infiel a su marido, y
está locamente enamorada de su violador, un delincuente al cual dobla en edad. Esta relación
amorosa entre el atacante y la víctima, tiene algo que pertenece al Síndrome de Estocolmo, cuyo
significado es la relación psicológica que surge justamente entre el agresor y la víctima, como
una estrategia de supervivencia. Pero en este caso, después de la violación, Ramata queda libre
y supuestamente afectada, por lo visto, de forma satisfactoria. Al parecer, se sentía
insatisfecha con su marido y un joven taxista despierta en ella; un volcán que estaba dormido
50 años. Esta sería la relación entre ellos, no de supervivencia; pero sí de carácter sexual.
El amor, la aventura y la diversión junto a su nuevo galán, la lleva por experiencias
desenfrenadas. Una de esas noches alegres, se dirigen a un barrio donde pululan los
alcohólicos, criminales y drogadictos. Allí consumen alcohol y drogas. De pronto llega la
Policía y los pilla en flagrante delito. Ramata y Ngor son capturados y encerrados en
diferentes celdas. Luego empieza una investigación sobre el caso. Cuando la Policía se da
cuenta que Ramata es la mujer del Ministro de Justicia, se arma un gran escándalo. Matar Samb
es llamado por los gendarmes y se entera de los taconeos de su querida esposa. Después de un
tiempo, Ramata sale de la prisión y determina hablar seriamente con su marido. Cuando están a
solas, frente a frente, le pide el divorcio. Su compañero permanece pálido y bruto al escuchar
las palabras que salían de la boca de esa mujer que le había acompañado muchos años. En
realidad, nunca esperaba una propuesta de tal magnitud, él estaba enamorado de su mujer. Ramata
se va a su departamento, y el Ministro de Justicia se queda solo en la enorme casa. Se dedica a
beber, cae en una profunda depresión, por las adversidades de la existencia, y decide quitarse
la vida con un disparo en la boca.
En fin, las relaciones humanas son muy complejas, y no hay una fórmula matemática para lograr
un mejor entendimiento entre las personas. Cada relación humana es única. El filósofo español,
José Ortega y Gasset, solía decir: “yo soy yo y mis circunstancias”.
La situación descrita en la película, apartando el tema de la ablación, puede darse en
cualquier parte del mundo. Muchas veces las parejas, aun cuando la chispa del amor está
apagada, siguen inmersos en una relación que no tiene sentido y aguantando una serie de
problemas intrafamiliares. Quizá por los hijos, por los bienes materiales en común o
simplemente por el qué dirán.
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