• Marina Burana

    EL INFIERNO TAN TEMIDO

    A mi madre Andaluza

    por Marina Burana




De aves y frutos nacieron tus cabellos largos, llenos de avellanas y fresas. Tus ojos se hicieron verso de miel y rugieron océanos mientras tus manos se perdían tejiendo el horizonte.

Puedo pedirte que seas mi madre esta noche o que me enseñes los secretos que guardaste antes de no-sentirme-en-tu-vientre. Puedo mentirte en dos poesías mal escritas o vomitar cadáveres o fingir ser más fuerte y no llorar volcanes de ceniza. Porque todo lo llevo en tu-no-sangre, en tu legado de ojos pardos y árabes amarguras. Lo guardo quieto bajo el alma quebrada de pobre niña que fuiste-hemos-sido.

Puedo también aprender tus mentiras, esos mundos que sin titubeos creabas. Ser la mentirosa más grande y derribar islas. Pero no me sale: otras madres me vedaron tu oscura fantasía. Por eso hoy me quedo con el silencio fingido de la noche, con el temor telúrico de la montaña y el caminar pausado de la neblina, que ahora vierte sus pies entre las matas y la tierra. Me quedo con el máximo recuerdo que me has dado: el miedo a pisar a las hormigas.

Porque mañana cuando la lluvia arrecie y se hagan pájaros los colores, tus ojos andaluces seguirán fijos en el horizonte que has tejido, con tus cabellos de avellanas y fresas, cuyos frutos, cuyas aves, serán esta poesía.

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