El
azúcar o sacarosa es un disacárido formado por una molécula de glucosa y una
de fructosa que pertenece al grupo químico de los hidratos de carbono. Se trata de una sustancia
soluble en agua y que se caracteriza por su sabor muy dulce. Es un cuerpo sólido cristalizado
cuyo color, en estado puro, es blanco y se obtiene principalmente de la caña de azúcar y de la
remolacha.
El
azúcar común, blanquilla o refinada, es una importante fuente de calorías en
la dieta alimenticia moderna, pero se debe tener en cuenta que son calorías vacías, carentes de
nutrientes y con total ausencia de vitaminas y minerales. En la actualidad existen numerosos
estudios que ponen de manifiesto que su consumo -por lo general abusivo, ya que lo contienen
infinidad de alimentos y bebidas de consumo diario- perjudica seriamente la salud porque
favorece el aumento de peso y el desarrollo de patologías como la obesidad, las enfermedades
cardiovasculares, la diabetes mellitus o el cáncer.
Su forma comercial más extendida -extraída mayormente de la remolacha- es molida, formando
gránulos de pequeño tamaño, y usada para endulzar infusiones o la realización de dulces,
caramelos y repostería. Otra presentación, en terrones -o cortadillos-, es casi exclusivo para
uso en cafés y establecimientos de hostelería. Y en grandes bloques (pilón) para uso de
confiteros.
El
azúcar de caña o integral -también llamado moreno- se extrae totalmente de
la caña de azúcar por procedimientos convencionales, generalmente, con procesos térmicos o
químicos que podemos considerar no muy agresivos. Al ser un producto no refinado, conserva la
melaza y todos sus nutrientes. Cuanto más pegajosa más natural. A tener en cuenta que existen en
el mercado infinidad de falsificaciones, siendo la mayoría azúcar refinado teñido con melaza o
jarabes.
Hay un numeroso grupo de azúcares que se usa o comercializa con diferentes nombres, entre ellos,
Candi, Azúcar Terciado, Azúcar Mascabado, Azúcar líquido, Fondant, Azúcar Invertido, sirope,
melaza, etc., pero todos ellos -incluido el jarabe de Arce, que procede de la savia del arce
dulce del noroeste de Canadá, o algunos otros jarabes o siropes, en su mayoría falsos o
adulterados-, no varían del azúcar común sino en su presentación o en unas características más
apropiadas para determinadas labores culinarias. Sus propiedades, y efectos sobre la salud,
vienen a ser los mismos.
Los azúcares y la salud.
El azúcar -al que algunos expertos en nutrición refieren como "dulce veneno"- está en la causa
de innumerables enfermedades y estados patológicos, siendo los más comunes los ya reseñados de
la obesidad, la diabetes, las enfermedades cardiovasculares o el cáncer, pero, por su económico
y fácil acceso, extraordinaria difusión y publicidad y tremenda capacidad de adicción, se
enumeran casi un centenar de condiciones patológicas relacionadas con su ingesta continuada y
consumo abusivo. Nunca se le ha prestado mucha atención, pero en la actualidad parece que
gobiernos y autoridades sanitarias van tomando conciencia del enorme problema que ocasiona y van
dictando resoluciones aconsejando un menor consumo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha
recomendado recientemente que los adultos con un índice de masa corporal normal reduzcan el
consumo de azúcar a un máximo del 5 % de la ingesta calórica diaria, lo que equivale a unos 25
gramos (aproximadamente una cucharada sopera) al día. Hasta ahora el organismo aconsejaba que el
consumo de azúcares fuera menor del 10 % del consumo calórico total.
Hablar sobre su metabolizado por el organismo y las acciones de sus mecanismos patológicos -aún
cuando en su mayor parte son desconocidas-, nos obligaría a emplear un buen número de folios
que, al final, para los que sufrimos enfermedades de tipos autoinmunes y seguimos el Régimen, no
nos aclararía nada de utilidad. Baste saber que su metabolizado -sobre todo el de la fructosa,
que es metabolizada por el hígado con consecuencias similares a las del alcohol- revoluciona el
sistema endocrino, crea un alto estado de acidificación orgánica e inhibe la producción o
actividad de diversas hormonas, con lo que altera la normalidad de las células y las debilita,
ensucia o predispone a funciones anormales.
Estas anormalidades, aunque las relacionemos en mayor medida con la ingesta del azúcar refinado,
ocurren con cualquiera de los numerosos tipos que encontramos a la venta, además de en alimentos
que, por su capacidad endulzante, utilizamos a tal fin. La glucosa y la fructosa, principales
componentes del azúcar, también se hayan presentes en la miel, el azúcar de caña y, en variadas
proporciones, en casi todas las frutas. Así, pues, además de excluir por completo el azúcar
refinada, tenemos que reducir al máximo el consumo de
alimentos con alto contenido de fructosa, como la miel, azúcar morena, Stevia, etc., y los
frutos secos o frutas desecadas como las uvas pasas, dátiles, ciruelas, etc. No así las frutas
del tiempo, puesto que las proporciones de fructosa no son altas en ninguna de ellas y no
llegarían nunca a niveles de riesgo.
Edulcorantes sintéticos.
Los edulcorantes sintéticos los encontramos en una variada representación. Los más usados o
conocidos son el Acesulfamo (E950), Aspartamo (E951), Ciclamato (E952), Isomalt (E953), Sacarina
(E954), Sucralosa (E955), Neohesperidina dihidrocalcona (E959), Sal de aspartamo-acesulfamo
(E962), Maltitol (E965), Lactitol (E966), Xilitol (E967), Sorbitol (E420), Manitol (E421), etc.,
pero hay otros muchos, como el Dulcin, Alitame, Glucin, Neotame, etc., prohibidos en algunos
países o pendientes de aceptación. Su característica principal es que son más endulzantes que el
azúcar -de entre el doble hasta 4.000 veces-, pero existe una viva polémica sobre sus riesgos
para la salud, estando demostrado en muchos de ellos. Los encontramos como aditivos en multitud
de alimentos y bebidas. Siempre que podamos, debemos evitarlos.
El azúcar y el Régimen.
En las especificaciones del
Régimen decimos para el azúcar:
El azúcar blanco o refinado debe ser descartado totalmente. El azúcar integral o de caña -más
rico en potasio, magnesio, calcio, fósforo, hierro y vitaminas-, se podría admitir, pero
prestando atención a la forma en que ha sido elaborado (son muchos los compuestos por azúcar
blanquilla y un jarabe para darle color y suelen denominarse azúcar morena). También deben
excluirse todos los edulcorantes químicos y endulzantes artificiales (muchos de ellos son peores
que el azúcar). Una alternativa es la miel, si bien, en los últimos tiempos se ha puesto en el
mercado un endulzante natural proveniente de una planta, la Stevia, que puede ser utilizado,
aparentemente, sin problemas. Suelen presentarla en hojas, polvos, jarabe, etc.
A tener en cuenta que se están comercializando en parafarmacias e hipermercados comprimidos de
Stevia que contienen, además, agentes de carga (Carboximetilcelulosa sódica reticulada) y otros
químicos de muy dudosa aceptación para el Régimen. Se convierte así en un aditivo más.
En resumen, teniendo en cuenta los numerosos riesgos que -en líneas generales- su ingesta supone
para la salud y comprobada su alta incidencia en la provocación o agravamiento de
manifestaciones en pacientes de patologías reumatológicas, neurológicas y autoinmunes en
general, considero que se debe excluir de la dieta diaria todo tipo de azúcares -además de los
edulcorantes sintéticos-. Esta exclusión comprende todos los comercializados como tales,
permitiéndose el integral o de caña y la miel en muy pequeñas cantidades (no más de una
cucharada al día). Y podemos estar tranquilo de que no nos arriesgamos a ninguna carencia por
las más que suficientes cantidades que ingerimos con el azúcar contenida en las frutas y otros
muchos alimentos.
Nota:
En
La Web de la Artritis Reumatoide, además de un consultorio
on line, dispone de descripciones de
otras muchas patologías comprendidas entre las reumatológicas,
neurológicas, autoinmunes en general
y de las denominadas de
ensuciamiento y
eliminación.
URL: La Web de la Artritis Reumatoide