Se levantaba todas las mañanas y miraba por la ventana las hojas secas. Más tarde andaba por el jardín
tratando de no pisar a las hormigas. Le parecía un acto criminal pasearse libremente por el pasto.
No puedo decirles su nombre porque si lo digo es como si existiera, y quizá exista, quién sabe. Hay
algunos sueños que son reales pero parecen imposibles. Tal vez ese sea su caso.
Que tenía ojos verdes estoy seguro; que el sol recorría su piel morena imperturbable por el paso del
tiempo; que el viento le suspiraba como a un bebé y ella juguetona se reía cariñosa, como si todo a su
paso fuera un juego de niños.
La cortejé hasta que llegaron las lluvias. Luego el clima pareció cambiar con su ánimo y olvidamos
darnos los últimos adioses. Recuerdo -no, no recuerdo- que nos quisimos besar bajo un almendro y dos o
tres manzanas salieron rodando por una esquina.
Ahora me levanto todas las mañanas y miro por la ventana. Más tarde ando por el jardín tratando de no
pisar a las hormigas. Qué acto de inconsciencia, pasearse libremente por el pasto.
Ver Curriculum
