Esta mañana, 1 de Enero de 2015, me he levantado bien temprano porque, además de publicar la revista como cada mes, tenía un ineludible compromiso pendiente: escribir esta página. Y quería que fuera el sol de la mañana quien
me iluminara la imaginación y me guiara la mano para escribirla.
Sí, podía hacer como siempre y llenaros la página de críticas
sobre las fantasiosas aseveraciones de Rajoy sobre cómo le va al país, de las pipioladas de Pedro Sánchez en su labor opositora, o de las tantas rapiñas y miserias con que nos hace
desayunar la prensa y TV de cada día, pero, ¿comenzar el año con la
misma triste película de siempre?, ¿llenaros el cuerpo de
amarguras en fecha tan importante?, ¿comenzar 2015 poniendo en
vuestras mentes las corruptelas de los políticos, altos
cargos de las finanzas y munícipes detenidos ayer tarde?, ¿hablaros de la sangre y
los cuerpos destrozados de los tantos muertos en las carreteras
este puente o los tantísimos abatidos por balas y bombas en esas
absurdas guerras que se suceden ahí al lado sin solución de
continuidad...?
No puedo, me niego, no concuerda
hablar de tanta miseria con lo que, lógicamente, os hubiera dicho al final
de ésta mi primera página del año, que era
desearos un año 2015 realmente feliz, amable e iluminado por la
paz tal como lo deseamos en nuestros sueños. Así que os evito tiempo y
amargura y os digo lo que de verdad quería. De todo corazón. Solo
eso. Aquí os
lo dejo.
Con mi afecto de siempre.
Alfonso Estudillo
Calderón
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