NATALIA



Necesita la cocaína para ser la heroína
que requieren sus hijos demasiado pequeños
como para llenar el vacío infinito
en que lentamente se ha ido metamorfoseando.

La rutina la ha ido volviendo transparente
en los viajes de la casa al trabajo y viceversa
proceso en el que algo de ella se va perdiendo.

Con la mirada muerta y distante
huérfana de emociones
sólo la droga hace que su boca se encuentre con su risa
su piel con el sol
y que su ausencia de sueños no le duela tanto.

Si se droga en el trabajo es proactiva.
sin embargo la traiciona la voz al quebrársele
y queda al descubierto como si estuviera desnuda
en una calle llena de gente.

La vergüenza toma posesión de sus gestos
trata de huir y topa con su vacío
intenta gritar pero no le salen las palabras
ella ya es fantasma que los espejos no reflejan.

La realidad le cierra los ojos
y a medida que va envejeciendo
es un árbol con las raíces incendiadas.