Dime que la esperanza aún es posible a pesar de tu bajada a los infiernos, que podremos recomponer las llagas que asolaron nuestros mundos distintos, que existen caminos para el encuentro sin venganzas, que venceremos al olvido...

Verde de campos
en rojo de dolores
deambulan en cometas
de viejos silencios.
Las palabras
hicieron huelga de besos
en una fuga de músicas distantes.

Atrévete con el miedo de sentirte libre en el acecho de la carne.
Sentirás, acaso, cómo te punzan misterios que se quiebran en incógnitas de pieles erizadas y confusas.
Te desbordarán, sin duda, las palabras que no has dicho, las salivas de la garganta que se cerró en penas, las miradas que se fueron congelando en reproches torcidos, las dudas que campearon entre tus dedos temblantes.
Atrévete a luchar sin lucha, sin cómputos precisos ni drenajes...

Hay colores
que nunca fueron vistos
más acá de la injusticia:
marrones difusos
sin cantos ni proyectos;
anaranjados tenues
de tardes huecas;
eternos grises
de rendiciones baldías.

Hay colores
que no preñan madrugadas.

Yo no coloreo tu mundo con mis manos cansadas y abiertas. He sabido que la distancia más corta entre tu verdad y la mía es solamente el cariño. O el respeto de sabernos confundidos en amores de ida y vuelta sin tránsito seguro. Tus razones serán sólo voces que alertan la fuga entre el sol temblante y la luna nueva. Y mis dolores, excusas para alargar una vida que se escapa en colores que casi nunca elijo.
Al fin, el miedo a la soledad de heridas abiertas, pintará de rojos y azules nuestros silencios.
Y podremos compartir escorpiones y mariposas fugaces, latiendo juntos y distintos...

Vencerá el color
que habíamos soñado para el júbilo.
Vencerá el rosa
de la muerte acompasada
en meandros recorridos y distantes.
Vencerá el blanco sobre el negro
y el verde sobre el ocre.
Y seremos cómplices
de millones de huecos sin banderas
que iremos rellenando de sonrisas.

Anda... apura el paso... que aguardan noches con crespones teñidos de besos y lujurias...