Rincón de la Poesía
Juan Mena
San Fernando (Cádiz)
LA POETISA HAFNA
AR RAKUNIYYA DE ELVIRA, RECUERDA SU VIDA Y
SUS INTERCAMBIOS AMOROSOS CON BEN SAID DE ALCALÁ LA REAL
Tú, Hafna, la más rica en poemas y en fama
(oh quién diría que eres beréber y no árabe
de la primera hornada, los de Bagdad y Siria…),
por tu padre, almorávide, entras en los cenáculos
más cultos de Elvira.
Esmero en los modales
aprendiste en la casa con esclavos y reglas,
y una adiba* exquisita te llevó de su mano
por todos los saberes que dan prestigio a al-Andalus,
abriéndote palacios de la literatura
del arte y de la música, enseñándote almunias*,
los nombres de los árboles, los pájaros, las flores
para que tú encerrases ese mundo en tus versos
y jugaras con él igual que con juguetes;
mas de todos los temas más caros a la musa
de los andalusíes es el de los jardines,
en los que la violeta, el narciso, el nenúfar
y el lirio azul campean su simbolismo amable*.
Creciste encaramada a versos, buganvilla
que va trepando el muro de las curiosidades,
y como una Wallada de la Córdoba omeya
o una Butayna, hija de al-Mutamid de Isbilia,
conociste entre aromas de nocturnos dondiegos
a Ben Said, tu amor, y entretejisteis juntos
sátiras a al-Kutandi, caído en la cloaca.
Eres noble y te asombra la anécdota que airean
poetas y cantoras por plazas y tertulias
de que Nazhûm en casa del maestro al-Maizumi
aprendía y en ella al-Kutandi propuso
un verso completar* al maestro y su ingenio
destelló en aquel cielo de palabras intrépidas,
antes que respondiese al-Maizumi, dudoso
y perplejo lo mismo que un dédalo de calles.
A pesar de que fuiste su admiradora, nunca
la imitaste en sus sátiras, en ocasión temidas,
y, a pesar de tus dardos pasionales, no fuiste
jamás obscena igual que Nazhûm, tu paisana.
Entre amores y celos que quedaban cernidos
en el feliz cedazo del poema, pasabas,
enlazando la vida y el verso de intercambio
de amor con Ben Said como una tracería.
(“ ¿Vienes tú a mí o voy yo a tu lado?,
pues mi corazón se inclina a lo que tú deseas;
mis labios son aguada dulce y transparente
y mis bucles ramas que dan sombra;
pues espero que estés sediento y ardiente
cuando llegue junto a mí la hora de la siesta…”)*
y tus clases a jóvenes decoraban tus horas
de hermosos azulejos de amistad y cultura.
Pero un día el alfanje de las sucias intrigas
segó aquel tallo en flor que era Said, tu amante.
Desde entonces dejaste el cálamo en la mesa
y enterraste el poema en un frío silencio.
Atrás fueron quedando vergeles y casidas
como en los recovecos de ayeres desoídos,
como si con el agua del Darro y las acequias
se fueran los momentos que encendieron tus gozos.
Marraquex te esperaba como si una cortina
echaras al cruzar las aguas del Estrecho
y un viento de los sures con vagidos calientes
ensordecieran todas las voces que dejabas,
las voces que, es seguro, seguían hilvanando
amores y costumbres, esperanzas y sueños,
sin saber que podrían fenecer como ahora
muere, Hafna, tu historia de poeta, aunque siga,
igual que la carreta tirada por el burro,
lo mismo que la noria por el mulo girada,
tu existencia de digna preceptora a las hijas
del califa almohade. ¿No ha sido un almohade
el que pusiera fin a tu amor y tu verso?
(Notas)
*Adiba: maestra.
*Almunias: huertas.
*Henri Pérès: Esplendor de al-Andalus.
*Costumbre muy arraigada en los poetas de al-Andalus.
*Poema IV: “A Ben Said…”
*Hafna vivió entre 1135 y 1391.
De Viejo palimpsesto andalusí (2007)