
En 2012 hacíamos una reseña a La jubilación del delantal del mismo autor, José M. Alfaro. En esa obra comentábamos la intención del autor de rehumanizar la visión de los papeles del hombre y la
mujer como pareja.
En esta otra la orientación del autor es distinta. La intención aquí es la de navegar por dentro de sus mares de recuerdos voluntarios o no; es decir, analizar y dominar el timón de los pensamientos. Ya dijo un autor que
todo lo que se escribe viene de nosotros mismos como una necesidad de autoconocernos, de autodrenarnos de lo que pesa en nuestra conciencia, y es como una catarsis con la comprensión de todo aquello que un día invadió
nuestro territorio mental y desordenó el mobiliario de nuestros principios, amenazando nuestra capacidad de concentración. Somos animales que tienen memoria de sí mismos para bien y para mal y hemos de ser pastores de un
redil tranquilo de pensamientos favorables.
Los recuerdos que nos invaden y no pueden ser evacuados al olvido son de dos clases: Los que nos impuso la vida, a pesar de nuestras buenas intenciones, y los que son productos de nuestra mala conciencia, o sea, una fe de
erratas de nuestras actuaciones erróneas. Posiblemente éstos sean los más difíciles de tratar, se han apostado en las esquinas oscuras de nuestra conciencia y nos sacan el cuchillo en momentos insospechados, basta con un
estímulo involuntario o bien una asociación desafortunada.
Los pensadores, sobre todo los orientales, nos enseñan a darle calma a nuestra mente. Ahí tenemos a dos grandes filósofos: Lao-tsé y Confucio. Leyéndoles, llegamos a aprender que la sabiduría no nos llega como caída del
cielo, sino que es una destilación de la experiencia. A éstos tendríamos que añadir ciertas máximas del filósofo griego Epicuro para quien la filosofía serena y hace al hombre más feliz o no sirve para nada.
El autor de este libro es consciente de que las vivencias cotidianas, incluso son las más simples y desapercibidas, forman parte de una tropa de imágenes y palabras que siempre merodea nuestra paz. Es cierto que hay
recuerdos buenos, tal vez los menos frecuentes, que también nos sirven de compensación. En esta obra el autor nos ayuda a trazarnos un sendero para que, tomando conciencia de la realidad de nuestro estado psicológico,
dejemos de ser víctimas de nosotros mismos y nos economicemos mejor para que el rendimiento de nuestra mente sea más agradable y positivo, aprovechando mejor el presente más que infestándolo de pasado irremediable y también
prepararlo, como si fuera un blindaje, para el futuro, donde quizá sea más útil su “puesta al día” como una autodefensa frente a recuerdos del ayer y temores del mañana.
Este libro, que está en al línea de un género de ensayo sin ambiciones filosóficas, tiene mucha aceptación en los Estados Unidos y, generalmente, en los países nórdicos, aunque en este caso la atmósfera pensadora del libro
se colorea con la poesía japonesa del aquí y ahora.
Veamos unas propuestas del autor, que pueden ser convenientes a modo de prontuario.
Este libro pretende enseñarte a existir de otra forma cada día, ayudándote a:
- Descubrir hasta qué punto andas “adormilado” por la vida.
- Concienciarte de la importancia de saber mantener la atención.
- Tener el conocimiento de que aprender a dominar la mente es el primer paso para disfrutar de un cuerpo saludable.
- Entender que las emociones son producto de la calidad de nuestros pensamientos.
- Sentirte agradecido por cada mañana que ves amanecer”.
Como en la obra anterior, José Manuel Alfaro nos ha querido dar la medida de una experiencia de la vida que coincide con todos los humanos que se han hecho el mismo planteamiento en cuanto al dominio de la mente. El instinto
de conservación nos ayuda, incluso nos exige este proyecto de una vida más tranquila y saludable, que es como decir una vida mejor aprovechada. Y este libro, Hoy es todo lo que tengo, que comentamos ahora, puede ayudarnos a
ello.