Se desmembró el verano
entre brumas cerradas de tormenta.
Los perros
han orinado en las calles sin caricias
poco antes de la lluvia y del olvido
que rompen la voz de la esperanza.
Azules de carbón
se han trocado en grises sin futuros
en el ansia de las tardes
cubiertas de verdín.
Retumban
los besos excavados en la orgía
de labios entreabiertos, pasiones
de ínfimas leyendas sin parir
el sueño transitorio del amor.
El poeta escucha caracolas
que portan mensajes de muérdagos silentes.
Una lechuza sin ojos
observa la luna que no sale a conversar
oculta en visillos de satén
que tapan el sexo de las nubes.
El poeta seguirá
templando caracolas y delfines...