Victoria sobre el enemigo siempre es algo innato de su ser, su luz de mujer amena, sus
inclinaciones buenas, justo, necesario, bíblico, histórico, propio de cualquier creyente,
ilusión blanca que corre por sus venas, triunfo, sueño bonito, profundamente lejos.
Sé amar en tres simples actos... Cobardía, apatía y viaje al sur. Coraje, arrepentimiento y
risa loca. Caricia, elegancia y no querer a nadie.
No tengo porque odiar a los gatos si puedo quererlos, el bien llega, hay poder de corrección
con cualquier regla de tres, encarrilar, construir, marcar la senda que lleva al hermoso Valle
de Arreillú Xhumbaú. Capturar, manipular, aconsejar, mover masas, que duden de tus deseos,
comenzar de nuevo.
Insólito, dieron pasos al frente sabiendo lo que sucedería, minuto a minuto calculado,
seducidos por el afán del fracaso, que no otra cosa, actuaron con dificultad, disimularon,
llegaron, vieron y todo desapareció, su trabajo cruel, triste, increíble, pero cierto.
Trabajar en el final de los tiempos, en los límites del alma que cae, llora y se pregunta
tantas cosas, se ganaron la fama de destructores, definición contradictoria de quienes dicen
ser señores limpios, que resuelven los problemas, las dudas, que tienen fieles seguidores de
sus acciones, adelantaron y pasaron la señal de un "alto", no giraron sus cabezas para ver lo
que dejaban atrás, vaya torpeza la suya, estar ciegos sin carecer del sentido de la vista, se
fueron saltando de alegría al consumar los hechos, no creen en la justicia aunque lo
pretendan. Hay seres muy infelices sobre la faz de la tierra.
La doctora en periodismo al revés, ese es su papel, acompañar a los escritores culpables y
malditos, quieren ellos ser como los famosos, pero por no poder serlo le hacen compañía, es el
Instituto de Secundaria al cubo, saltar entre mentes ajenas y no impedirles afianzarse en sus
ideas, no ser cómplices tampoco, colegas de escritores pequeños, como yo, porque la vida es
también luchar contra el dolor de espalda, la inmunodeficiencia no adquirida, respirar, dormir
y caminar, vencer la enfermedad mental, ser tú misma, ser como los que han perdido la vida,
amar a los caballos, los burros y los perros.
Liñaio, parroquia de mi madre, hoy hermoso espacio, Maio Grande y Maio Pequeno, praderas muy
gallegas, llamativas, hechiceras, únicas, en coche se mueve uno bien por esos parajes, treinta
casas había cuando mi madre la abandonó, hoy habitadas hay tres, se fueron lejos entre monte y
monte, olvidaron un poco sus panes, sus caldos, sus noches con frío, sus fiestas con orquesta.
Se largaron para aprender a vivir de otra manera, más impropia, difícil, triste, no ser más un
matorral del campo sino ir a llenar baúles de oro y regresar como un rico a ese hermoso lugar
desde el cual un día partió una joven, sin madre, con una hermana enferma y su gato en una
jaula color crema.
Si amas a Dios te conviertes en “Alba” y no te costará ni de noche ni de día, cuestan otras
cosas más pequeñas o grandes, el amor no cuesta. Le encontrarás en todas partes más no en los
ojos de tus llamados amigos. No sabrás si te ama, pero siempre escucha porque es un ser
curioso, lucharás contra lo que te haga daño con su ayuda incalculable, secreta, como hábito
de vida, fe y esperanza. Vencerás, si le amas le encontrarás en aquel rincón del cielo en el
que tiene el gusto de esconderse vigilándonos y estudiando que nueva piedra pondrá en nuestro
camino.
Venceremos con amor a la libertad, justicia, amor y paz, victorias siempre, con fe, Dios por
bandera sabiendo que existe como escudo protector y es luz sobre nosotros y dentro también.
Actuemos paso a paso, con cinta métrica en mano, milímetro a milímetro, vale la pena
intentarlo, será mi costumbre diaria amarlo, está en el manzano, en la orquídea, en los
pájaros, en los rinocerontes, los tigres, los venados y en mi gato Bebé. Señores, no me tiren
flores por mis palabras, no las merezco.
Cuando tendré su amor me pregunto hoy, el del mestizo que espero, el del blanco o japonés, me
es lo mismo, pero busco la mirada fiel, atemporal, humana, profunda, civilizada, la risa
fresca que no me distraiga, sé el truco, esperar dignamente, con paciencia, letras y números
que también soy capaz de aprenderlos, sin escondites, sin imposibles, siendo siempre yo, así
como me ven, yo misma, como los ángeles, con alas y amapolas en la mirada...
Quiero salir de mí misma, me dañan el esqueleto, me tiñen el ánimo del color de un muerto ya
desde hace tiempo, me violan con sus narraciones, me rastrean y sólo deseo estar un poco más
lejos, cada vez más. Siempre con ellos en mi cabeza, aunque mienta, robe, mate y sea torpe,
aunque haga chistes fáciles y no sepa ni freír unos huevos ni cocinar unas patatas y sólo ame
de tres maneras sencillas. Falso, si que sé de artes culinarias, no soy tan incompetente si
bien tampoco sabia. Sólo yo, mujer hija de sus circunstancias, de su tiempo y de su condición
de ignorada.
Llenar papeles, eso hago ahora con pensamientos inútiles que algún día me sacarán la calma, es
palabra del Señor, mirar al cielo y exclamar "yo doy", "yo puedo", "resisto", más no. Por eso
escribo, para que sepan que soy capaz de pasar trabajos inútiles, de regalarlo todo a cambio
de nada, de tropezar mil veces con la misma piedra blanca, aquella que es capaz de robarme
miles de veces la dignidad del ser. Pensar me cansa, escribir me relaja, buscar la solución
idónea es algo que se hace a medias y lo que no tiene clara solución es la humanidad.
No soy quien viene a salvarles sino a enseñarles la salida que yo he encontrado a los
problemas de nuestros tiempos y que es la acertada porque Dios me ha entregado el diploma de
aprobada a mí. Aprobada, no notable ni sobresaliente, perdona mi amigo, no lo supe hacer
mejor. Pero lo hice, por eso soy yo, el camino, la espiritualidad con curvas peligrosas que
pueden ser recorridas sin desmayo, la que da consejos de santa siendo una angelical diabla, la
que llegará a vieja porque se compró un bastón y eso es una premonición real, confirmado el
hecho. La senda está allí delante, sólo hay que dar un paso al frente y recorrerlo.
Quiero soñar que me caso joven que tengo seis hijos con un mágico hombre, que nos queremos
demasiado y los trayectos se hacen cortos, ilusa, ilusa, tonta, falsa virtud. Canas de viejos,
el primer trabajo de los retoños, los nietos, recordar los abrazos, las sonrisas, la
declaración de amor, la petición de matrimonio, el primer beso, el respeto, las palabras que
siempre sirvieron para unirnos, los acuerdos mutuos, los momentos de paz.
Empezar el día de hoy, Minia Gregoria está enferma, convaleciente, gata linda, querida mía,
que te saqué en el periódico para que supieran todos que tenías doce años. Desayuné turrón
blando, el que me llevará a vivir al sur del planeta, a mi pisito caraqueño, la farmacia
estaba cerrada, nada se veía por la ventana pues llovía, sólo tenía infusión de tila para
darle y se la he dado, y se curó. Puse un peluche a su lado, aquel que me regalara Martín en
el colegio cuando tenía trece años, una manta color durazno y ahora estudiaré, va a comenzar
el día gris y debo sacar provecho de esas tristes e inolvidables nubes.
Siento tener que olvidarte pero no me queda otro remedio aunque tengas el pelo rizo y la piel
tostada. Malo, me separaste de ti y lo peor, lo comprendo porque no me aprecio, ¿sabes?, no me
quiero lo suficiente o sí y no me doy cuenta. No seré tu esclava, tu enamorada, la salsa de
tus patatas, la mantequilla de tu masa hojaldrada, no seré la otra, la desvinculada mujer de
tus sueños a la que rechazas, y yo lo entiendo, créeme, por eso no tengo dudas, eres feliz
dulce criatura y yo… también.
Entonces volví a soñar, mi herencia en el testamento, el pesar, todo mentira solterona, me
cuento entre las solitarias, las que nada cosecharon, las odiadas, feas, exigentes, malas,
miedosas, ignoradas, pero aún así capaces de sonreír.
Engendrar un hijo no sería lo mío, otros lo harán por mí de forma fantástica, única, muy
motivados, en lo suyo, en la senda que lleva al río grande, a mi hermosísimo valle, que es lo
que más me atrae del mundo, pero yo no estaré allí para esperarles, se lo llevaron todo y fue
natural como los árboles, las montañas, el mar, la vida es eso y yo jamás sabré vivir en ella.
Son felices sin mí y yo lo seré sin ellos. Son dichosos, yo también, soluciones a mis
problemas encontraré porque yo lo valgo, son seres mágicos que me hacen pensar que lo mío es
serlo también, de otro modo más teatral, pero verdadero. No sé si fui lo que quise ser, pero
sé que he vivido al revés de todos los cuentos que escuché, porque me gusta ir en la dirección
contraria, tropezar con los elementos, esperar sentada “la muerte” e invitarla a una cerveza
antes de que partamos volando por los ventanales de la sala.
No sé si son verdaderos, reales, si pisan fuerte, si soy de su agrado, no sé que será de mí si
sigo con ganas de reír, nadie ve la razón pero tengo unas ganas de reír que no paro y aunque
no lo comprendan no lo puedo evitar, gimnasia sana o impotencia para detenerse, no sé.
Sentirse llena de los santos, aquellos que bailan salsa y me dan ilusión, fe, paz, cordura,
intimidad, momentos dulces. Oración que no me falte aunque sea una por año, el sol es grande,
la palabra potente, no nos fallaremos mutuamente.
Se acostaron unos con otros y ahora piden ser celestes, tener otra oportunidad, no hay
arrepentimiento que solucione tales hechos, se pierde todo con ellos, se ponen a temblar los
marcianos, los gusanos cantan en coro, las mariposas blancas no entran en tu casa y dejas de
comer arroz. Arroz, arroz, arroz, redondito, delicioso, cordial.
Me iré a Checoslovaquia, sin balance de azul ni de blanco que pueda realizar una cámara, sin
ser arco iris ni alba, sólo yo… Hortensia, risa, sonrisa loca, espinaca de microondas,
empanada y granada. Yo, yo y yo, rara, bailadora de flamenco, la danza del vientre, la dueña
del meneo de la felicidad corporal que va de aquí para allá sin más que un pañuelo en la
cabeza y mil flores por el cuerpo, sin más que con pensamientos de sucesos, recuerdos, hechos,
después de caer en el profundo pozo en contra de su voluntad. Atrás, atrás, atrás villanos
desconsolados dueños de mi soledad. Atrás, que voy a bailar break dance.
Baile y baila, bailo hoy, biblioteca de cartón, baches, vasos, bucles de sonido, loops, te
quiero pero es tarde ya, besar el alba, la vida es la enemiga que te tiende en el colchón,
como muerta, sábana vieja y rota, Dios, eso, protección, pena, látigo, arena, bolsa, llave,
puerta e inundación.
Odio a M.M. porque me pone en apuros de aquellos con que castiga mi esperanza de ser libre
algún día, no voy a pagarlo caro, nadie me contestará, no habrá chulo ni castigado ni seguro
ni S.O.S. Queda escrito, sin alas no se vuela bien, si uno se cae debe levantarse sólo para no
deber favor a nadie, si uno es torpe debe ser al menos bueno, y Dios hace falta en el mundo.
Carita morena, siempre soñé: ¿Eduardo o Gabriel?, me gustan los dos y no sé que hacer. Es un
bonito color de piel, Dios está en el con sus rayos, su calor humano y su despertar de
soberano que ni tiene orgullo ni es malo. Carita de rosa siendo yo un pincel que dibuja sus
labios en cualquier pared, al lado un "te quiero" que me hace tanto bien, carita oscurita que
aquí dejo escrita “es lo que quiero yo”, ojitos negritos propios de la mezcla y alma de frágil
azul cristal, potencia, talento, elegancia, abrazo y fidelidad.
La mañana no morirá, Dios la quiere lo suficiente, eso es creer, ser fiel ciegamente, no
desear el fin, el abandono, dar la talla para ser elegido entre aquellos que están como
semifinalistas para obtener protección divina, al menos eso. Es mucho, por eso no me
esconderé, no me oculto, sigo cocinando, produciendo cuadros que tan mal pinto y escribiendo
peor, así como escribo, pero no por mi culpa, es que lo hago sin tiempo. Es un desastre, pero
es mi entretenimiento y no me importan las críticas porque las horas hay que vivirlas y
sentirlas de la forma que te guste, llene y te haga sentir niña.
Se sabe que ellos no quieren muertes masivas, impídelas, “no a la derrota”, al alejamiento, a
la bancarrota o a perder el bingo. Juega fuerte a la bonoloto, no seas tan primitiva que cojas
la lanza y dispares sin pensar, sin reflexión ni análisis, está en tu mano, no dejes los
trabajos buenos que te ofrezcan las oficinas de empleo, de cortar la grama de tu casa, de ser
terrenal, de equivocarte en las cosas pequeñas, pero ofrece el corazón por las noches, viendo
televisión, escuchando radio o oyendo como tu madre se queja de su mala salud.
Soy diferente y supongo que por bien, contraria, excepcional, llena de oportunidades, vacía de
claridad, piedad, perdida por el pueblo con su perro, prefiriendo los gatos siameses, mal, muy
mal, voy mal.
Soy perversa, villana recorriendo calles con mi minifalda de rombos azules, mis sandalias
rojas, el moño, el monedero de lentejuelas, el lápiz y el cuaderno de sesenta céntimos, la
tonta que pasa trabajos en vano, que ha perdido la memoria, que llora una que otra noche y que
dejará de ser ángel y no irá a ninguna parte. Sólo a Asturias: Tapia de Casariego, Cudillero,
Covadonga, Cangas de Onís, Gijón, Arriondes, Taramundi, Navia, Luarca... También a La playa de
las Catedrales, el Monte de Santa Catalina y a beber mucha sidra, que es lo que me queda si me
dejo llevar.
Acabé de contarlo todo y sinceramente de mi andar por el mundo, sencillamente deduzco para
vosotros, que después de lo vivido:
Sé amar en tres simples actos: bailo, viajo y sé rezar. Trabajo, aprendo, duermo. Estudio,
lloro, río. Camino, pienso, pero no olvido. Amo a los animales, enseño, miento. Metal, papel y
lata. Ignorante, innecesaria, insensata. Creyente, teatral, diferente. Exigente, maliciosa,
orgullosa. Inteligente, circunstancial, comprensiva. Muriéndome, sincerándome, cayendo.
Cuidando animales abandonados, ignorando la guerra y escribiendo. Desobedeciendo,
equivocándome y dando la nota. Dando patadas, destruyendo y no deseando aprender a hacer las
cosas bien. Terqueando, vacilando, escapando. Robando, despertando, escribiendo tan mal como
lo hago. Pisando firme, no mirando derecho, no pensando. Con miedo a la enfermedad, a la
muerte inesperada, a que me recuerden tras ella. Mirándome a un espejo, envejeciendo, curando
mis heridas. Fortaleciéndome, alabándome, resistiendo.
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