LIBROS RECUPERADOS

Gustavo Adolfo Bécquer hacía un comentario de la poesía distinguiendo una clase de poesía de
otra que describía así. “Hay otra natural, breve, seca, que brota del alma como una chispa
eléctrica, que hiere el sentimiento con una palabra y huye, y desnuda de artificio,
desembarazada dentro de una forma libre…”
Creo que ésa es la poesía que tengo ante mis ojos, contenida que está en el nuevo libro de
poemas editado por Carmen Navarrete y aparecido en Publicaciones del Sur. Su título es ya de
por sí muy sugerente: Desde mi lado humano.
Versos desnudos, ligeros como sigilosos meandros que recorriesen las páginas deteniendo al
lector en sus sugerencias, ya que es una poesía que sugiere más que explica: "Déjame que en ti
me busque,/que en ti me crezca, que en ti me nombre”. Los poemas más extensos también piden
del lector una colaboración, no para ser entendidos, sino para ser participados: "he salido a
la luz que da la vida, / me ha despeinado el aire, / me he pintado la frente / con el color azul que
abre el mundo. / Y como un cisne, al fondo de un estanque, / sólo he visto magnolias de silencio”.
La autora entremete versos medidos con versos libres como si con ello compaginara el respeto a
la realidad con la imaginación que libera por medio de expresiones surrealistas sin llegar a
la estridencia de las imágenes.
Compuesto por sesenta y ocho breves poemas y prologado por el poeta y profesor Ramón Luque
Sánchez, esta entrega de Carmen Navarrete, la tercera de la autora junto con Razón de ser y
Pasito a pasito, es una prueba de su madurez poética.
Como dice el prologuista, que hace un estudio del libro a manera de lúcida disección y lo
resume con estas palabras:”…configura así un poemario cambiante y pródigo de sensaciones, y
sólo con el objetivo de enfrentarnos a nuestro propio desasosiego y arrojar luz sobre él”.
Juicio que yo hago mío y que nos revela la dimensión de un alma transparente a través de la
cual vemos un ir y venir de la propia conciencia al mundo del entorno dándonos lo mejor de su
experiencia humana, como nos refleja en estos versos del poema “Callo porque la noche me
persigue”:
Callo porque la noche me persigue,
porque los sueños se alimentan de otros sueños
y porque es el silencio el que me duele.
Sólo hay que despertar por la mañana
Con la esperanza puesta.
Desde la soledad oigo a los pájaros
y ese sonido lento de las voces,
en el ir y el venir por la morada tarde,
donde la muerte espera
allá donde el silencio.
Taciturnos y suaves fluyen los versos de este poemario de Carmen Navarrete con una madurez
humana que ya había arrancado en Razón de ser. Como dice Ramón Luque, “Su subconsciente se
manifiesta a través de un bucólico entramado de sensaciones que buscan mostrar las heridas de
nuestra sociedad”: