El poeta y filósofo hindú, Rabindranath Tagore, Premio Nobel de Literatura 1913, dijo alguna
vez: “El acto de crear consiste en insertar en un conjunto equilibrado elementos
heterogéneos”. Por lo tanto el pintor, el poeta, el escritor y el artista en general crea,
como un niño, su propio mundo y lo va llenando con elementos de la vida real, para luego
plasmarlo mediante su arte. Es decir, el artista utiliza objetos, paisajes y otras cosas que
le rodean físicamente, pero también se vale de sus sentimientos. La gran mayoría de los
habitantes del planeta Tierra, independientemente de su posición política, raza, color o
cultura poseen un enorme caudal de sensibilidad. O sea, la sensibilidad es un atributo de los
seres humanos. Sin embargo, el artista tiende a expresar sentimientos que quizás los demás no
logran exteriorizar. Cuando el artista o el poeta tiene vivencias personales, da rienda suelta
a la musa.
En otras palabras, cuando algún hecho impactante traspasa el cuerpo físico del poeta, entonces
se remueven los cimientos de esa alma poética. Y cuando escribe un poema inspirado, por
ejemplo, en la soledad; no es la soledad lo que describe, sino más bien el sentimiento que la
soledad produce en su universo interior.
La diferencia del artista en relación con otras personas, no es la sensibilidad en sí, sino la
capacidad de expresar el arte. En el caso del poeta, sería su capacidad de encontrar
metáforas, formas gramaticales, palabras precisas, códigos lingüísticos, expresiones
personales, un lenguaje coloquial adecuado etc. Esa es, digamos, la parte dolorosa de la
escritura.
El artista debe lanzarse a un mundo subjetivo bordeando por senderos de rosas, manantiales,
pantanos, precipicios etc. Muchas veces la sensibilidad artística ha llegado a su cúspide,
causando el suicidio o el exilio voluntario. Ernesto Sábato decía que no se hace arte con la
cabeza, sino más bien con los sentimientos. Es decir con alegría, soledad, angustia, pasiones
etc. Si fuera posible meter en una petaca los sentimientos, vivencias y sensaciones de cada
ser humano que habita el mundo; podríamos, entonces, afirmar que el artista comparte de esa
petaca inconmensurable.
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