LIBROS RECUPERADOS

Antonio Bocanegra, además de haber sido docente universitario de lengua inglesa, y antes
catedrático de Filología Moderna en un instituto y doctor en su especialidad, también ha
tenido tiempo para dar a luz de la imprenta varios libros de poesía, tales como Ronda y los
poemas de súbita invasión (1980), Lógica de nieblas (1982), Premio Diputación de Granada,
Ficciones de coplas de amor y mar(1997), así como otras obras en prosa como El testamento de
Sara Cárdenas, premiado en la Feria del Libro de San Fernando en 2000, y Juan Ramón Jiménez y
yo. Memoria y Ensoñaciones de un burrito, galardonado con el Premio Fundación Montero Galvache,
además de contar con varias obras aún inéditas.
Prologado por Rocío Fernández Berrocal y precedido por una cita de Juan Ramón Jiménez y otra
de Carlos Murciano,
Dios entre mis manos es un poemario de tema religioso y de estructura
polimétrica tratado con un sentimiento lírico que revela una evidente sinceridad. Consta de
dos partes no muy diferenciadas pero sí afines en sus objetivos literarios. En la primera se
suceden los poemas en los que el poeta habla con Dios en un monodiálogo que incluye el drama
del ateísmo, las quejas, la ausencia y las presencias de Dios, la acción de gracias, el famoso
silencio de Dios tan llevado y traído en la literatura existencialista de signo cristiano…
En la segunda parte, los poemas son más variados. Incluye, lo mismo poemas de tono navideño
que otros dedicados a advocaciones marianas y al Cristo del Perdón y al Ecce-Homo, en
concreto.
En cuanto a la forma, vemos que el autor alterna las formas métricas de arte mayor, como el
soneto, con otras de arte menor y mezcla de versos endecasílabos con heptasílabos, así como
otros poemas no necesariamente clasificables que se ajustan a la intención de una temática
popular rayana en la Navidad.
El estilo de este poemario responde a un registro tradicional en cuanto a sus recursos. De
hecho, la poesía religiosa no tiene otro tratamiento que el que el poeta le da aquí en una
alternativa de versos rimados y versos blancos:
Enséñame, Señor, la esencia, la verdad,
la dimensión exacta
del hombre y de las cosas
de este mundo, de todo cuanto alienta
la verdad donde esté,
el mal donde se oculte,
la tentación donde se esconda,
así podré evitarla…
Imposible —e insincero— el estilo surrealista ni la búsqueda de la expresividad cabrían en
este texto, ya que la poesía de este tema requiere un lenguaje directo, como lo hizo Blas de
Otero, si bien en el poeta vasco hay un tono rebelde de vez en cuando que rompe con la poesía
latréutica de los poetas de postguerra a la que sirvieron otros poetas de esas generación como
Luis Felipe Vivancos, Rafael Sánchez Mazas, Leopoldo Panero, Luis Rosales, José Luis Hidalgo,
Bartolomé Llorens…
Como dice la prologuista Rocío Fernández Berrocal, la plegaria de Antonio Bocanegra brota como
un manantial puro y sereno. En efecto, no hay estridencia en la conversación íntima del poeta
y Dios, sino afectiva.
Concluyamos diciendo que el poeta nos ofrece esta poesía religiosa en una época en la que este
tema no abunda pero no por ello se ha de obviar, más aún cuando el poeta nos confiesa su fe en
versos que responden con un trabajo bien hecho a la experiencia íntima insoslayable, a pesar
de los tiempos vueltos de espaldas a lo trascendente. Vivencia religiosa sincera, pensamientos
profundos y un trabajo literario bien hecho es lo que sintetiza un texto con un título que
parece una hipérbole pero que es una paradoja: ¿Un Dios que cabe entre las manos del hombre?
Las manos, por no decir el corazón.
A LA VIRGEN DE LOS DESAMPARADOS
Hay un tierno silencio en torno mío.
El alma, breve llama temblorosa,
se siente frágil flor, naciente rosa
en negra oscuridad, creciente frío.
Siente duda, inquietud, siente un vacío
que acrecienta la tarde sigilosa.
Con la noche que llega presurosa
las sombras darán paso al desvarío.
Mas contemplo Tu rostro, faz ardiente,
mirando con dulzor, con luz de cielo,
y mis ojos se quedan sosegados.
Cendal de amparos y de alivios fuente,
altar de mis dolencias y consuelo,
Madre y Virgen de los Desamparados.