LIBROS RECUPERADOS

Impreso en los Talleres Gráficos Carrillo-Marfil, Asociados, aparece el segundo libro de María
Teresa Martínez B. —Maite—, con prólogo del escritor isleño Francisco Carrillo: excelente
prólogo, por cierto, que toma de la mano al lector y lo prepara con sutiles exposiciones
acerca del tema que luego el libro desarrolla: un afán poetizado de búsqueda entre dos límites
no bien definidos, tales como la muerte —que la autora toma como simple desaparición,
esperanzada desaparición— y la otra vida fundamentada en la esperanza. Éste es el segundo
trabajo después de Catorce años toda una vida, libro dedicado a la memoria de su hijo Queco,
fallecido recientemente.
De la misma manera, María Teresa Martínez se vale de una introducción con el fin de que el
lector palpe ya esa atmósfera de lo maravilloso que campea en los ocho relatos de que se
compone el libro, además de un epílogo, en el que hace un canto al papel como confidente
imprescindible del escritor, la cuartilla como una especie de cheque en blanco en el que se
escribe todo lo que de modo generoso nos regale la imaginación.
Por esa facultad de escribir, la autora confiesa que ha entrado en otra dimensión social de
colegas, amigos y situaciones que han enriquecido su vida y estas consecuencias de relaciones
y anhelo de creación su vida despierta a otras satisfacciones. Esta parte del libro tiene un
gran valor sentimental debido a los apoyos de solidaridad escrita o telefónica que recibe la
autora de la gente que la estima y, aunque no añade nada al tema esencial del libro, como son
los relatos, actúa, sin embargo, como prueba de aliento y confianza en su valentía moral como
madre.
En cuanto a los relatos, como bien dice Francisco Carrillo en el prólogo, hay un estilo naïf
en ellos que los hace agradables y de fácil lectura. En el fondo de estas ocho narraciones
late un deseo, un anhelo profundo y afirmado de superación de la realidad material y del
tiempo matemático.
El lenguaje que emplea María Teresa Martínez en sus relatos es el adecuado a sus temas; sobrio
en sus descripciones, gráfico y, en ocasiones, colorista, casi con unos ligeros matices de
ingenuidad que hacen que la narración sea suave, alada y con un trasfondo, sin embargo, de
esperanza en cuanto toca esa fibra, común a todos los mortales, de la fe en el más allá, la
creencia en que lo que hemos perdido en este mundo está en alguna parte enviándonos señales de
supervivencia después de cruzar la frontera que divide el país de los vivos de los que siguen
vivos en otro, en el que nos esperan quienes se han ido antes.