LOS INICIOS DE LA ENFERMEDAD
Cuando una persona comienza a verse afectada por dolores de origen desconocido y sin causa
aparente en manos, pies, rodillas, espaldas o cualquier otra parte del cuerpo, lo primero que
piensa es que será de algún golpe o de una mala postura durante el sueño. Y, normalmente, echa
mano de cualquier analgésico que, al poco, hace su efecto y le alivia las molestias. Al día
siguiente se encuentra que el dolor persiste y vueltas a las pastillitas. Pero, cuando los
días se van sucediendo y el dolor, no sólo sigue apareciendo a todas horas sino que, además,
se va acentuando y persistiendo cada vez más sin que se logre controlarlo con las ya varias
pastillas ingeridas, es cuando se determina que tiene que haber algo raro... y que tiene que
ir al médico.
Esto, que hasta no hace muchos años hubiera significado las molestias y desazón de varias
visitas al doctor hasta dar con lo que tiene, hoy en día se suele resolver sobre la marcha.
Actualmente, los médicos de familia -médico de cabecera, generalista o de atención primaria-
están bastante concienciados del repertorio de patologías que puede afectar a cualquier
paciente y, con el solo relato de los síntomas, unas pocas preguntas y ligera exploración,
dictaminar la posible existencia de una patología de tipo reumático. En consecuencia, ordenará
pruebas de laboratorio e imagen para confirmarla antes de derivarlo al reumatólogo. Y será
este especialista el que, tras una exploración exhaustiva, pruebas de laboratorio más
completas y específicas y diversas placas de RX, emita un diagnóstico de certeza y prescriba
un tratamiento farmacológico. La mayoría de estos especialistas, profesionales con excelente
preparación y, por lo general, altamente preocupados por facilitarles el mayor bienestar
posible a sus pacientes, introducirá un pequeño discurso en el que le advertirá de que la
Artritis Reumatoide que le afecta (o cualquier otro subtipo reumático) es una enfermedad que
no tiene cura porque no se sabe qué la causa, y que el tratamiento que le ha prescrito, aunque
no la cure, puede controlarla con relativa pero suficiente efectividad.
LOS MEDICAMENTOS
Y de esto es de lo que quería hablarles, de los diversos fármacos que suelen componer el
tratamiento prescrito por los médicos reumatólogos tras el diagnóstico de una patología
reumática. Describirles los más comunes, sus nombres, importancia, propiedades terapéuticas y
posibles efectos adversos. Servirá para dilucidar las dudas o desconocimiento que me señalan
muchos pacientes en sus consultas.
Lo primero que he de decir es que, en general, y como primera recomendación, todos los
fármacos deben ser aceptados y administrados en las formas, dosis y tiempos prescritos. Y que,
exceptuando a pacientes con alergias o intolerancia (que debe ser puesto de inmediato en
conocimiento del facultativo), el porcentaje de beneficio es siempre muy superior a los
posibles daños o efectos adversos. Y deben ser aceptados porque, aunque ninguno de ellos tiene
propiedades para curarle su enfermedad, unos servirán para frenar en parte su actividad y
otros para disminuir y hacer más llevaderos los habituales dolores.
Metotrexato, agentes biológicos y otros FARMEs.
El fármaco de elección para el abordaje de la Artritis Reumatoide suele ser el
Metotrexato, un FARME (Fármaco Antirreumático Modificador de la Enfermedad), con
capacidad antiproliferativa e inmunosupresora al inhibir la síntesis del ácido fólico y sus
mecanismos. Suele ir acompañado de suplementos de Ácido Fólico (tomados un día después) para
minimizar los posibles efectos secundarios del MTX. En la actualidad, cada vez es más
frecuente su uso conjunto con nuevos agentes biológicos como Adalimumab, Infliximab,
Etanercept u otros anticuerpos monoclonales anti TNF (inhibidores del Factor de necrosis
tumoral), que parecen ofrecer significativas mejorías en la reducción y control de la
sintomatología. De no ser con biológicos (estas nuevas moléculas son aún bastante caras),
puede ir acompañado de otros FARMEs como la Leflunomida, la Hidroxicloroquina o la
Sulfasalazina, y en algunos casos (cada vez más en desuso) inmunosupresores como la
Azatioprina o la Ciclosporina.
AINEs (antirreumáticos no esteroides).
Los AINEs muestran buena capacidad analgésica y reducen los síntomas de la enfermedad, pero no
tienen ningún efecto sobre su evolución ni evitan la progresión radiográfica. Los más usados
-inhibidores no selectivos- son Piroxicam, Indometacina, Diclofenaco, Naproxeno, Ibuprofeno,
etc. Su uso muy continuado hace necesario la toma de inhibidores de la bomba de protones
(Omeprazol) para proteger el estómago. Los de nueva generación, inhibidores selectivos de la
COX-2, como Celecoxib y Etoricoxib, son igual de eficaces con la ventaja de que tienen un
perfil de seguridad gastrointestinal superior. Algunos autores cuestionan la seguridad
cardiovascular de ambos tipos, por lo que se recomienda minimizar su uso en lo posible.
Corticoides.
Los corticoides son un tipo de hormonas del grupo de los esteroides producidas por la corteza
suprarrenal, glándulas que se sitúan en la parte superior de cada riñón. Estas hormonas
cumplen un papel fundamental en la regulación de distintas funciones del organismo,
especialmente en el metabolismo de los carbohidratos, las proteínas y los lípidos, y, entre
otros, sobre el equilibrio de electrolitos y agua y sobre algunas funciones del aparato
cardiovascular, riñón, músculo esquelético y sistema nervioso. Entre los corticoides más
conocidos están la Hidrocortisona, Betametasona, Prednisona, Deflazacort, etc. Aunque
realmente no se conocen todos los mecanismos de acción, se sabe que las sustancias
corticoideas endógenas operan fisiológicamente en el cuerpo humano controlando situaciones de
estrés orgánico, atenuando las respuestas del tejido a los procesos inflamatorios y
revirtiendo los síntomas de la inflamación, pero sin tratar la causa subyacente. Actúan
inhibiendo la acumulación de células inflamatorias -incluso macrófagos y leucocitos- en las
zonas de inflamación. También inhiben la fagocitosis, la liberación de enzimas lisosómicas y
la síntesis y liberación de diversos mediadores químicos de la inflamación. Estas acciones,
muchas veces espectaculares, suelen quedar de manifiesto al cabo de unas pocas horas. Entre
sus efectos adversos podemos señalar la retención hídrica, osteoporosis y alta depresión del
sistema inmune. Su uso debe ser siempre temporal.
Hay muchos reumatólogos que, además del tratamiento de fondo -con Metotrexato y/o otros
FARMEs-, en previsión de posibles daños articulares, prescriben unas pautas de corticoides
durante un cierto tiempo. Pero otros no lo hacen, dejando a las acciones de los fármacos del
tratamiento de fondo unas funciones que no podrán cumplir, ya que en su mayoría dejan sentir
sus efectos modificadores en plazos que pueden ser de varios meses. La terapia combinada con
MTX y un agente biológico (IFX, ETA, ADA, ABAT), podría inducir una respuesta más rápida,
pero, por la aún escasa introducción de los anti-TNF en los tratamientos (debido a
incompatibilidad en algunos pacientes, incompleto conocimiento de sus efectos secundarios y su
alto precio), es posible que, por el momento, debamos continuar con los clásicos. y, entre
ellos, incluir en pautas temporales los referidos corticoides.
CONCLUSIÓN
No cabe dudas de que es muy de agradecer que la Medicina oficial ponga a tu disposición
profesionales con una alta preparación y todo cuanto dispone en su arsenal farmacológico.
Pero... Obviamente, si el tratamiento no reporta una completa curación, por muy bueno que sea
es insuficiente, incompleto. Tendría que explicarles a continuación los motivos de ese "pero"
(que es exactamente lo mismo que Vdes. se preguntan), o sea, que por qué la Medicina oficial
no acepta completar el buen servicio que presta a sus pacientes con el único tratamiento que
puede llevarlos a una completa remisión, que no es otro que la alimentación, cuando está más
que demostrado que es el factor medioambiental (complementando el factor genético) la causa y
origen de la mayoría de enfermedades reumatológicas, neurológicas y demás autoinmunes que se
dan en la actualidad. Y no voy a hacerlo porque ya lo hice en la
Revista Arena y Cal
de abril de 2014, en el artículo de opinión titulado
La alimentación y la Salud (hagan clic para verlo y saber las causas).
Y ya lo saben: Es muy conveniente aceptar los tratamientos prescritos y seguirlos
correctamente en todas sus pautas. No hay ningún motivo para tener miedo. Cuando vayan de
nuevo por la consulta, tras llevar suficiente tiempo con el Régimen Ancestral, su reumatólogo
le irá rebajando las dosis o eliminando lo que considere hasta que, a la vista de que no hay
signos clínicos y en las analíticas todo es normal, le diga con amplia sonrisa: "No necesita
seguir el tratamiento... Está Vd. curado..."
Sonríale también y dele las gracias.
Nota:
En
La Web de la Artritis Reumatoide, además de un consultorio
on line, dispone de detallados estudios sobre los alimentos y descripciones de muchas patologías comprendidas entre las
reumatológicas, neurológicas, autoinmunes en general y de las denominadas de ensuciamiento y eliminación.
URL: La Web de la Artritis Reumatoide