Quienes han sabido dar muerte, sin pena ni gloria, no me perdonarán la vida… y debo ser
cautelosa. Están advertidos, uno a uno, unos a los otros… adviértanse. No soy culpable, no
tiene que pasarme nada, ya que inmensamente vuelo y no vuelvo, vuelo al viento, a las olas que
casi son tsunamis volcánicos… a la luz que me cura y me hace inmensamente feliz. Una fuerza
positiva y no negativa, que te da la razón y no te humilla, que está en vigor, en plenitud, en
armonía, en soltura, en concordancia, en altura, en cordura, en su mayoría, en asamblea
plenaria, en luz perpetua y natural y en la sombra de la tempestad.
Nadie bueno hay sobre la faz de la tierra…
No hay nadie bueno en el mundo… Nada es nada, todo perturba la paz, todo es caer en terrenos
que no se pueden pisar.
No hay nadie bueno, no hay. No hay sentimientos puros con los que lograr amar, no hay armonía
ni felicidad, no hay amor en seres vivos, sólo interés y maldad. No hay nadie bueno en el
mundo, en la faz terrenal. Si malogran mi destino y no me dejan respirar, no hay nada bueno,
no hay.
Nada es nada. El mundo está podrido, mucho vicio, poco aguante, poca bondad cosechada, poca
boquita rosada que nada dice más que “hola”, y yo no sé si soy rosa o cremita claro o
caprichosa. Y yo no sé si soy diosa o niña linda en flor o cualquier otra cosa. Considero que
soy nadie, considero valgo nada. Mido la distancia y no hay luz ni fragancia. No hay nada
valioso que me haga respirar feliz.
Y sigo aquí viendo el viento y la distancia que me separa del sol y las estrellas en el cielo
de hielo que saben cantar, fumar, hablar, engañarme, que se han dejado llevar por los que la
muerte conocen y no se entristecen, que orgullo sienten de su condición… y él… que nunca me ha
besado, no lo hará ya. Lucha gran señora de la luz divina que supo pecar a sus horas,
resplandor con que sueñas no soñar siempre, pues es más fácil ser una buena persona y en el
cielo pensar, que vivir en las sombras del pasado y el amor no lograr.
Se enfrenta a la soledad y está enferma, no pedirá piedad de almas ajenas y llorará lo que le
toque en su casa de piedra. Nadie sospechará de su desgracia. Espera el fin y desea sea
fulminante, no desea silla de ruedas para ella, ni asistentes sociales que vivan sus penas y a
los que pueda llegar a dejar su herencia.
Se enfrenta a la soledad y es muy duro no tener en quien confiar, nada es seguro, sólo que
seguirá sola esperando el momento que cada vez más y más desea. Se enfrenta a la soledad
siendo inocente para conocer tal condena, la peor de las penas.
Eso es, ya ha probado el sabor del "no estar", de ser alma libre, "de subir y bajar del
infinito". Muy lejos... me parecía que estaba... Sólo me quedaba el desconcierto y la
contemplación de su llegada, la de aquellas almas que... la abandonaron en su día hace ya
tantos años, y que hoy recuerda como si todavía no estuvieran en ella, como antes de que
iniciaran aquel extraño viaje al cielo:
-En aquella vivencia extraña, yacía mi cuerpo enfermo y tieso, sobre la cama, respiraba a
medias y tenía taquicardias. En aquella ocasión supe del cielo y del infierno, de los que me
hicieran daño, de lo que era y de lo que eran, de que fuera víctima del engaño. Sin saber si
volvería a estar viva, andaba mi pobre cuerpo deambulando por la casa y esperando un vaciado
total de almas, que me permitiese caer al suelo e ir al cielo. Pero para mi sorpresa volví a
ser yo.
Me duele, me duele tanto es el dolor que me anuncia el fin de esta vida, que fue mía. No sé
bien lo que me queda, pero por lo mal que estoy será pronto, se acerca la hora de mi partida y
debo hacer las maletas. Me llevaré los recuerdos, buenos malos, sean ellos, porque el viaje,
no cambiará su día para verme sonreír, antes de irme para siempre, en caso de que no haya sido
feliz. Es tiempo de hacer balance, es el momento de preparar: "tu defensa". Tiempo de
confesión y de aceptación de esta realidad que se acerca y que me llevará por sorpresa sin
importarle... mi tristeza, sin importarle, que no haya probado la grandeza "de ser un poco
feliz".
Creo que la matarán, con la mirada cruel, los puños alzados, quieren sacarle la vida, y es
fácil, pues está sola y no sabe defenderse. Morirá, sí, sin llegar a recuperar la fe perdida,
y eso, ¿qué le importará a Dios?, que mientras eso sucede, sigue plácidamente dormido, en su
paraíso.
¿Saben, la razón de todas las tonterías que he escrito?, porque estoy muerta.
-Sin moverme de mi casa me han llevado una flor porque la muerta, soy yo. Es igual estar aquí
o en lo alto, en el medio o en el infierno si estás inmóvil perteneces al mundo de los que se
han ido para siempre sin tiempo para decir "un adiós a los que has amado y odiado" pues todos
desconocemos nuestro momento final.
Creí ser María pero tuve peor suerte, se repartieron las cartas y no me tocó el as de oros que
se la llevó esa gran mujer que creía ser. Quedan las copas, los bastos, la esperanza de ganar
a pesar del fracaso de no ser esa bella doncella, de tener los ojos negros. Espero envejecer
aunque sea viendo borroso. Juego esperando el final de una bala enemiga, un cuchillo en el
costado clavado... y sin embargo, siento que no me cuesta, que siempre fue así para mí, que es
tan natural lo que me pasa que hasta no pierdo de dormir.
Nací para los peligros y no me sentiré cobarde. Pongo a Dios por testigo de que lo sabré
demostrar, sin lucha, sin sufrimiento por perder de ser yo, sin esperanza, sin rezar y ganando
siempre. Muero por mis pensamientos llenos de fueros internos, por la insistencia en precario
de mis agresores diarios, traidores, vengativos, seres sin alma por los que he robado yo para
también hacerles daño. Muero y el médico se lava las manos delante de mí, soy una pobre
criatura que se quiere ver lejos de aquí. Sobrevivir entre bichos raros, con ceguera, pocos
euros, frío, hambre y mucha sed de refresco de limón. Ya no estoy aunque me vean con color en
las mejillas. Inexistir, mi realidad como una catedral. Coronas de flores para mí y una frase
en mi tumba: "Lo que vivió una vez, jamás morirá".
Hay multitud de asistentes y a mí, que me gusta ser discreta me cuesta permanecer quieta en mi
caja de madera. Hablan de que fui buena, inteligente, comprensiva, un poco indecente... mis
virtudes y mis defectos al descubierto el día menos importante de mi vida. Todos se quejan, yo
también... dejé cosas inconclusas, nunca dije un "te quiero" ni un “os odio” porque también
odié mucho a quienes quise y no quise, la cama me quedó sin hacer, la luz de la sala
encendida, el vaso de agua a medio tomar.
Les consolaré personalmente, les recitaré poesías, aquellas con menos rima, de las mías.
Flores llenas de sentimientos vivos que me hacen creer en sus palabras, en sus pensamientos,
en ellos. Suaves flores vestidas de terciopelo para adornar a una muerta vestida con su traje
de flores rosadas y largo de cuando cumplió sus quince años. Claveles que me harán salir de la
tumba para agradecer personalmente cada gesto, sus lágrimas de despedida, sus oraciones, la
asistencia, lo escuchado. Yo también quiero comprar una hermosa flor primaveral para mí y
ponérmela en el pelo.
El mundo está haciéndose pedazos, mucho vicio, poco aguante, ¿y la bondad?, poca boquita
loquita que nada dice más que “hola”, y yo no sé si soy pensamiento o amarilla o caprichosa. Y
yo no sé si soy algo diosa o Ghiniexitá u otra cosa.
Y sigo aquí viendo el viento y la distancia que me separa del sol… y las estrellas en el cielo
de hielo me dicen que saben cantar, fumar, hablar, engañarme, que orgullo sienten de su
condición… y él… que nunca me ha besado, no lo hará ya, gracias a Dios.
Pero, están advertidos… mis ideas no pueden desaparecer, morir, mis deseos de ayudar a los
necesitados no se hará invisible, no podemos ser ignorados. “No” a la desdicha del ser que
estrecha la mano a un negro despreciado, a perro abandonado, a un mulato o a un blanco con
mala suerte.
Les hablé en vida de cosas mías, de situaciones vividas por muchos seres, yo, Ghiniexitá, uno
de ellos. Luché duro, pero fui débil, también carente porque no creí lo suficiente… Pero
cuando tendía mi mano se llenaba de luz. Y de luz quería invitaros a llenaros todos, desde el
sacerdote al político, desde la monja al empresario.
Esta inquietud me llevo a la tumba y no quiero, por eso creo que volverán mis almas a mí,
tomaré vuelo de nuevo y despediré a todos los que se presentaron en la funeraria para verme
por última vez, cantarme, llorarme, hablar de mis virtudes y defectos. Falsas lágrimas en su
mayoría, lo sé. Nunca tuve amigos.
Pero conservo un último deseo, me gustaría hablarte antes de “mi último adiós”, que igual
decido que no exista, de Duque.
No sólo las personas necesitan pan y agua, los animales también, viven con menos derechos y
sin saber pedir limosna. Son considerados seres inferiores, a disposición de los caprichos del
hombre, maltratados por ciertos seres malos que pueblan el planeta.
Duca es un perrito triste por que está atado con una cadena, está delgado y solo. Me lo
imagino de raza común europea y color negro, también creo que está muy cansado de vivir de esa
manera y que desearía poder correr por las praderas y que lo pasearan por su pueblo.
Yo le llamaría "Duc". Mi gran Duquito es un encanto, es un perro que agradecería una mano que
cogiese esa cadena y lo subiese a un coche para dar una vuelta. Mi Duquito no está siendo
feliz y me duele el alma.
Quisiera llegar a las más alta instancias políticas mundiales y preguntarles cara a cara: ¿a
qué están esperando?, ¿cuándo dedicarán tiempo a pensar en los derechos de los animales?...
¿de qué van cuando ignoran sus malos tratos?, ¿por qué no atienden la voz de la sociedad que
reclama leyes que les defiendan?
Señorías o señores, es mejor andar mal vestidos con los pelos levantados y tener los problemas
sociales resueltos. Pienso. “El triunfo se demuestra con las acciones y no con el peluquero
fashion y la modista más famosa que crea los diseños más atrevidos”.
Yo sueño con verle más gordito y saludable, con verle “libre y feliz”. Yo desearía poder
gritar “Libertad para mi perrito”. Pero no puedo, imposible sin ayuda. Me estoy ahogando en
todo lo que me ha tocado ver. La inactividad de los que dictan leyes, las matanzas masivas de
perros y otros animales abandonados organizadas por los Ayuntamientos de ciertos lugares
infernales, que lo permiten, al no producirse el debido rechazo social.
No soy poetisa de España ni de ningún otro lugar, yo sólo soy un ser vivo que ama “la
libertad”.
Muerta es mi estado, pero aún terminaré de beber este gran vaso de agua pintado con ositos
azules y de color fucsia y haré mi cama con mis gatos jugando sobre ella, como cada mañana
antes de ir a trabajar hacía.
Estaré al otro lado del túnel, pero aquí quedan mis palabras escritas, mis deseos de revivir
cuando un pétalo de rosa roce mi mejilla derecha, mis contestaciones a esta sociedad demente y
mal educada, mi rechazo, mis suspensos en sus exámenes semestrales y finales, mi mirada alta
de indiferencia constante ante sus osadías y decisiones equivocadas, mi decir que no soy yo su
verde esperanza cálida.
No existo, pero puedo hablar, comunicarme, llorar, escupir, dar bofetadas, peinarme, pasear,
acariciar mis gatos, odiar, casi vengarme.
El nuevo estado me lo permite, por lo cual sigo viviendo. Y veré al fin, lo que pasará sin mí,
allá en las otras esquinas de la vida, que vale comentar aquí también:
“Veré como se lo queda ella, se queda con el amor que destinado iba a ser... ¿mío?
Ese amor se perderá en medio de aquella pradera roja, infernal. Volverá a llorar de nuevo, la
lágrima vendrá sola a llenar su soledad, cual la peor compañera del dolor. Todo será de nuevo
difícil, el flotar entre nubes, pasearse en los cometas, la salud será peor, volverá a ser
infeliz al ver como se van juntos por los senderos ¿de la felicidad?, mientras ella se quedará
pensando, verdaderamente filosofando, sobre... su porvenir celestial”.
Pero este problema pasará a ser muy secundario en su nueva vida, es sólo un texto disfrazado
de angustia, que en el fondo esconde alegría y bienestar porque es “mucho mejor estar solos
que con malas compañías”. Es mucho mejor dejar mensajes de paz que de inquietud a causa de los
necios amores y las ladrones de ilusiones.
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