• RESEÑA de LIBROS

    Soñar en cubano
    de Cristina García

    Ballantine Books Spanish Edition, 1994

    por Edith Lozano-Pozos


Soñar en cubanoLa crítica para “Soñar en cubano”, es primer punto harto dolorosa porque se sumariza en un gran matiz de colores y sabores el sentir de un pueblo reflejado en una sola familia a través de tres generaciones. Destaca la manera como una familia sufre el proceso de desintegración de todos y cada uno de sus miembros ante el establecimiento del nuevo régimen de gobierno y su incapacidad de generar un nuevo espacio a los jóvenes y a las familias creadas bajo el anterior molde tradicional. Tienen que emigrar y sufrir el doloroso proceso de la transformación de lenguaje, vida, mundo y corazón. Es el dolor del pueblo cubano, de su colección de angustias y dolores acumuladas a través de la historia, desde sus orígenes hasta su última gran decepción, (a manera de una canción romántica y cadenciosa de la isla) del pueblo cubano en la presencia del socialismo en la vida diaria de la comunidad. Las condiciones de globalización de los mercados y de fragmentación de las sociedades, presionadas por el crecimiento desmedido de un desequilibrio económico y por diferentes conflictos sociales, convierten al fenómeno migratorio en una fuerza irreprimible.

Para entender la cultura en Latino América con relación a los inmigrantes y otros grupos de la minoría, es necesario buscar el origen de los problemas en la sociedad, que son concentrados en el gobierno, la religión y las relaciones entre los personajes y otras personas en sus vidas. Sin dejar de considerar que: “El conflicto identitario y la resistencia social a la migración, están atravesados por la singular resistencia de las sociedades a aceptar una multiplicidad de visiones de una realidad compartida, fundada en el temor a la perdida de homogenización, y el debilitamiento que esta condición genera dentro de las estructuras hegemónicas y de control social”. (Useche). Todos estos elementos convergen de una manera bastante peculiar en una pequeña isla del Caribe: Cuba, la más joven de las naciones americanas, y al mismo tiempo una de las mayores víctimas de los impulsos colonizadores e imperialistas del mundo occidental. Así, Cuba es un caso único, y por esta razón, los aspectos sociales y culturales de la migración cubana deben mirarse desde una perspectiva distinta. La complejidad de factores involucrados en una fenomenología tan particular, parecen, sin embargo contar con una unidad estructural fundada en las ideas derivadas del concepto de otredad como resultado de ser miembro de la minoría.

La obra de “Soñar en cubano” se desarrolla en la presencia de tres generaciones de mujeres como primeras voces de una sola familia. En Soñar… se deja sentir, a través de la vida de las mujeres de la familia dentro y fuera de la isla de Cuba: antes, durante y después del establecimiento del régimen socialista con la presencia de “El líder”. La abuela Celia, siendo una jovencita se casa con un cubano de familia acomodada venida a menos: Jorge del Pino (el abuelo). Para su infortunio, en la temprana época de su matrimonio se da el cambio de régimen en el gobierno de Cuba, de Fulgencio Batista a Fidel Castro y con ello le cambia la vida totalmente a la protagonista inicial que es la abuela, a su matrimonio y a sus descendientes. Celia y Jorge procrean dos hijas y un hijo; de los cuales, la mayor de ellas, Lourdes ya casada y con una bebe en brazos, decide emigrar más allá, allende la mar a los Estados Unidos como consecuencia de su disidencia política con el entonces nuevo régimen establecido. Lourdes, su marido Rufino y la pequeña bebé Pilar se mudan a los Estados Unidos empezando su propia lucha de subsistencia en Brooklyn, desarrollando un amplio propósito de asimilación. Lo cual nunca logran del todo, ni juntos ni por separado, pues cada uno de los integrantes de esa familia viven su propio proceso de adaptación de manera digamos que exitosa, pero solo parcialmente pues en sus corazones y en su intimidad siguen pensando e incluso viviendo y soñando en cubano, en medio de una añoranza por la isla y la vida que han dejado encabezada por el sentimiento de nostalgia por la presencia de la abuela. La hija segunda hija del matrimonio Del Pino, llamada Felicia, se casa también con un cubano llamado Hugo, con quien procrea a las gemelas Luz y Milagros y al niño Iván. Este matrimonio fracasa tempranamente, culmina en separación y ella, Felicia cae en graves cuadros depresivos que afectan severamente a sus hijos en un contexto de carencias materiales en la Isla. Se observa el decaimiento de la vida intrafamiliar como reflejo del decaimiento social y moral del pueblo cubano ante el periodo de transición político que sufre. Felicia a diferencia de su hermana, nunca piensa en huir de Cuba, decide permanecer pero más que por solidaridad con el líder lo hace mas por depresión e impotencia ante el proceso de cambio y los sufrimientos que sabe tendría que enfrentar al salir de su país. Decide quedarse y se aferra con un manejo enfermizo de la santería; de esta manera se refugia en su micro mundo de soledad, aislada con sus hijos, los cuales no son del todo partidarios de ella pero solo le tienen como única opción.., su madre Celia trata de ayudarle a que se integre al mundo comunitario del partido socialista, que se adhiera a la vida de comunidad en torno al nuevo régimen, que se muestre partidista como vía de integración social y en búsqueda de un equilibrio de vida que no fácil adquirir en la isla. Javier, el único hijo varón del matrimonio de los abuelos Celia y Jorge, a temprana edad, como víctima de los desacuerdos ideológicos familiares, emigra a Checoslovaquia donde permanece largos años, se casa con Irina y procrea a una niña a la que se nombra Irinita. Después de muchos largos años de silencio regresa a la isla en medio de una fuerte depresión al haber fracasado su matrimonio y por haber sido traicionado por la esposa Checa quien lo deja por otro hombre llevándose con ella a la niña. La presencia del hijo Javier es importante en la obra, porque es un reflejo del espejismo que el bloque socialista dejo en la vida de muchos cubanos tanto en lo ideológico como en lo emocional. Pues Javier nunca supera esa crisis de ausencia y se pierde en el mundo del mercado negro y el alcoholismo usando el dinero que había traído consigo desde Checoslovaquia.

La obra se desarrolla en tres secciones; “Seducciones cotidianas”, “Invierno imaginario” y “Lenguajes perdidos”. A guisa de guion de una obra teatral, en “Seducciones…, la autora hace un precioso recuento de los manjares sencillos pero cotidianos y no por ello menos deliciosos de la vida cubana, de los sabores del arroz con los plátanos fritos, el coco rallado y el olor del mar, en medio de la exuberancia que tiene la vida en el trópico, llena de color vibrante y empapada en la brisa del mar. La voz de la abuela Celia haciendo guardia en la costa frente al mar, desde el porche de su casa, como si fuera un vigía, un soldado tratando de atisbar la presencia de un barco enemigo, como si esto evidenciara su solidaridad y pertenencia partidaria al régimen del el líder, e imaginando siempre como sería esa Rusia en su eterno invierno imaginario. Por otra parte, siempre en soliloquio al vivir los lenguajes perdidos, lo que ella lamentaba como los lenguajes perdidos de los miembros de su familia, divididos, alejados por la mar y la tierra. La voz pasa a describir la presencia de Felicia como la voz de la mujer cubana, sus felicidades y frustraciones en su vida cotidiana, al sumergirse en el submundo de la santería ella trata de evadir su realidad llena de carencias afectivas y materiales. Evidenciando su desequilibrio emocional acentuado por la pobreza. En cuanto a Lourdes, esta trata diariamente de convencerse que no pertenece nunca más a Cuba, que detesta lo tropical porque le recuerda la violencia de la que fue víctima en la isla, por sus propios soldados enajenados por la creciente enajenación del socialismo. Ahora solo recuerda que ella fue víctima, no partícipe. Se auto convence que su nueva vida en Brooklyn es lo mejor que han podido hacer su marido y ella para sí mismos y para su hija. La nieta Pilar ha crecido y es la el único personaje que habla a ratos en primera persona, además de su madre Lourdes. Pilar es la tercera generación, es propiamente una chica americana, aunque sus conversaciones más intimas con su novio prefiere realizarlas en español; el español es en definitiva el idioma que más le devela su interioridad o su afectividad. Su madre, al par que ella vive en dos mundos, trata de sumergirse en la anarquía de la cotidianeidad teniendo múltiples empleos(al menos dos) que el permiten formarse un entorno de mujer de éxito. Compra una pastelería a unos judíos y empieza a crecerla en un medio ambiente de hispano americanos, logra satisfacer paladares delicados lo mismo que paladares ociosos de dulzor compensador de las durezas del trabajo diario. Tiene éxito e incluso crea, diseña, podríamos decir en su propio mundo de los pasteles. En su otro empleo como policía, también se siente orgullosa, se desarrolla como una buena mujer americana, cumplidora de la ley haciéndola cumplir, es definitivamente una buena guardiana y se hace respetar en su pequeña comunidad, aunque se burlen en su micro mundo familiar. La abuela Celia empieza a develar a su nieta Pilar sus cartas dirigidas al enamorado español, el mismo que tal vez nunca vuelva de la España y que tal vez nunca lea ni menos conteste las misivas. Mas sin embargo estas servirán de puente para que las generaciones abuela-nieta establezcan puentes de conocimiento y de asimiento de sus propios mundos. La situación de Felicia se agrava, pasa un periodo de delirio en el cual empieza a ser peligrosa, pierde contacto con la realidad y empieza a ser peligrosa y es sujetada en un hospital comunitario donde se le somete a todo tipo de trabajos que le permitan mantenerle activa y al par ser productiva a la comunidad. Todo esto sin ningún éxito, en tanto sus hijas e hijo son recluidos en un sistema de internado donde sufren su propio proceso de adaptación al régimen, las niñas son adaptables, solo el pequeño Iván sufre también ya tempranamente su proceso de desadaptación. Felicia delira, y se refugia en la santería, creyendo hallar una respuesta solo agrava su situación al grado de enloquecerla. Una vida de enajenación imposibilitada para la adaptación a cambios sustanciales en lo social y en lo familiar. Esto aunado al contexto social, agrava su situación y termina enloqueciéndola victima de la superchería de los santeros en los submundos afro caribeños. Su madre, en el afán de ayudarla hace reflexiones de su vida llegando a la conclusión que no puede ayudar más a su hija y empieza un proceso de recuperar momentos tiernos con ella y con las nietas, que le faciliten el proceso propio de auto exoneración. Ella solo fue una mujer de esperas, con la paciencia necesaria para saber esperar. Lourdes por su parte, desde Brooklyn reflexiona y se pregunta si su vida ha valido la pena, en su cada vez más deteriorada vida familiar. Sufre alucinaciones creyendo escuchar a su padre muerto quien le direcciona y le da consejos para el éxito de su negocio y mejora de su vida diaria. Le preocupa cada vez más la relación con su hija al verle en franca rebeldía, sin valorar sus esfuerzos, sin saber de su lucha por salvarle de la vida en cuba.

Pilar por su parte, se encierra en su propio mundo desde su perspectiva punk sigue añorando a la abuela Celia, la presencia frente al mar e incluso ha llegado a desear embarcarse e irse de regreso a Cuba. Por supuesto sin el consentimiento de su madre. Llega finalmente el momento de salir de la casa para marcharse a continuar estudiando en alguna otra escuela fuera de la ciudad de Brooklyn, ella escoge una escuela nada representativa, con poco estatus muy lejos de lo que su madre hubiera querido para ella. Pilar sin embargo no le preocupa grandemente y sigue su camino, nunca ha sido solidaria con el trabajo y el esfuerzo de su madre, definitivamente no son hermanas de lucha, ni siquiera de ideales. La pastelería de Lourdes entretanto mejora en cuanto a potencial éxito, se empieza a transformar en cafetería como centro de reunión de publico más diverso y con ello se llena de satisfacción a su dueña, sin embargo ella sigue pensando en lo fracasado que ha sido la vida de sus hermanos, especialmente de su hermana Felicia, siempre tan divagante y poco decidida y para colmo enajenada en sus supercherías, le preocupa también su madre en su necia militancia con el líder, y su casi enfermiza adhesión al régimen. Ella entretanto prosigue su camino diario siempre atenta a la vida personal de su hija. Entreteje las vidas de las mujeres de su familia definitivamente. Pilar en su divagar de vida universitaria, llega a dejarse en medio de un actuar depresivo, caer por curiosidad en el mundo de la curandería puesto en marcha también en plena vida americana como reducto de la nostalgia afro americana. En medio de auto revelaciones, Pilar llega a la conclusión de que debe ir a cuba de regreso al menos por una temporada. Al mismo tiempo, su madre ha tenido, en pleno proceso alucinatorio, una revelación del abuelo donde éste le pide que regresa a Cuba a ver a su madre y le pida perdón a su nombre. Acto seguido la nieta le llama a su madre diciéndole que irán juntas a Cuba.

Entretanto sobreviene el final de las mujeres de la familia cuando la hija Felicia fallece víctima de delirios y pérdida de vitalidad que la lleva a la muerte. Su madre la abuela Celia le sobrevive con sus tres nietos y queda devastada. Celia se coloca su bañador se sienta frente al mar y casi pierde la noción del tiempo en gran desanimo. Cuando Lourdes y Pilar llegan a la Habana, en medio de gran desilusión ven el mundo que les ha estado esperando… como paralizado por la ausencia de recursos; la pérdida de la brillantez propia de la Habana que dejaron antes o que idealizaron, pagan un taxi y Pilar cree vivir su propio exilio a manera de autoexilio. Llegan al encuentro de la abuela Celia y le haya medio muerta ante su pena por haber perdido al hijo Javier primero, a la hija Felicia después sin poder haberlos ayudado como ella cree que debió haberlos ayudado. Reclamándose a sí misma el no haber retenido a sus hijos cerca de sí. Sin comprender como es que el mundo de “El líder” no bastó para llenar la vida de Felicia, como fue posible el que no fuese militante y que la militancia la hubiese hecho feliz. Su hija Lourdes dilapidando su vida precisamente en el país por antonomasia dispendioso, en pleno concurso y carrera en vez de estar haciendo patria a la sombra de “El líder”. En medio de estos soliloquios es como la encuentran madre e hija sumida a la abuela casi en la inconsciencia. Para Lourdes, la presencia en la casa materna, la presencia en la Isla, le confirman que nada tiene que hacer allí, la no pertenencia, que de nada sirve para ella los colores y los sabores en esas condiciones, prefiere vivir rememorándolos o recreándolos fuera de allí, en su micro mundo de la pastelería o cuidando de su barrio, no más su mundo desde allí. Su hija Pilar en cambio demuda ante la realidad cubana, la presencia de la abuela en su pérdida de realidades, le hace asumir una realidad a la cual no pertenece, y se da cuenta que definitivamente no ha pertenecido ni pertenecerá. Boceta a la abuela, recibe las cartas de regalo, en testimonio de la vida de la abuela, desde ahí la pintara mejor. La novela termina en que Lourdes y Pilar retornan a Brooklyn y deciden raptar-enviar al pequeño Iván fuera de Cuba. La abuela Celia por su parte, al más puro estilo de Alfonsina Storni, decide morir caminando hacia el fondo del mar…

Una familia, una sangre, una identidad, realmente difícil de adaptar, readaptar y de hacer olvidar-cambiar las cadenas que van de lo físico a lo intelectual. Hacer pasar a los cubanos de una esclavitud a otra hasta llegar a la asimilación en pleno mundo de inmigrantes… imposible. Tratar de llevar el frio del bloque socialista a cubita la bella, fue un fracaso al menos para esta familia de mujeres. Tres mujeres con vidas dispendiadas, divididas lejos una de las otras en contextos diferentes con puntos en común tan fuertes, sin embargo con grandes disidencias. La ideología marxista, el color del mar, el buen arroz guisado, los moros y cristianos, la música de Benny Moré, la figura del líder y la autentica vida caribeña llena de alegría, nunca fueron buena combinación para ser vivida en el Bronx por tres generaciones de mujeres.


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