Rincón de la Poesía
Federico Prestía
Argentina
Bares
a Martín
Cada viejo bar con sus miles de cafés y puchos
son templos inviolables del tango,
cada farol y cada adoquín en pie es una canción,
esas copas de bares que conversan son las estrofas jamás
/escritas,
dolores en las horas del tiempo,
baldosas que crujen en el anonimato,
lunas quebrantadas por el dolor de los hombres.
Buenos Aires
La calle es un manual sin letras,
en cada rincón, el murmullo de los yuyos entre los adoquines,
viejo olvido de auténtica sonrisa,
aquella que tiene presente el dolor de la vida a cada instante,
viejo farol que nunca se apaga,
charco de cuneta fastidiosa,
bache ignorado por las absurdas leyes,
la estúpida soberbia expulsada de algún bar en el sur,
soberbia que a un sólo paso se encuentra de creerse
/importante,
estremecidos pisos agrietados por árboles cansados,
árboles, que ensimismados, en otoño, repasan las hojas
/del tiempo.
Dolor de amor
Sólo conocí el dolor de amor,
el dolor de necesitarte,
el dolor de la distancia,
el dolor de la ausencia,
el dolor del tiempo y del silencio,
la mueca de los astros,
el pensar en mí y en los otros,
aprendí el recuerdo,
aprendí a ver reposar la arena en silencio
y al mar acariciarla con sus manos oladas,
vi como la vida dejaba de reírse de nosotros unos instantes,
o porque nosotros nos olvidamos de ella
o porque ella se olvidó de nosotros,
y así incorporé a mí el dolor de amor,
de ausencia y de distancia,
pero igual, al fin, el dolor del tiempo y del silencio se rió
de nosotros.