De Escandinavia a los Andes
Prólogo de Julio Pavanetti
“Vivir y morir entre extranjeros puede parecer menos absurdo que vivir perseguido y torturado
por los propios compatriotas... Pero emigrar será siempre desmantelar el centro del mundo...”
John Berger
Como Presidente del Liceo Poético de Benidorm, asociación internacional de poetas con sede en
España y delegaciones culturales en diferentes ciudades del mundo, me siento muy halagado y
agradecido a mi amigo, el poeta chileno Mario Castro Navarrete, por la confianza que ha
depositado en mí, al invitarme a escribir el prólogo de la antología: De Escandinavia a los
Andes, tres poetas latinoamericanos en Suecia. Mario Castro, que reside desde hace algo más de
ocho años en Estocolmo, es delegado cultural del Liceo Poético de Benidorm en Iasi, Rumanía,
país que le concedió asilo político en 1974.
Personalmente, además de honrado, me siento feliz por brindar mi apoyo y aportar mi granito de
arena a este emprendimiento del que celebro su aparición, porque la tarea de unir una
colección de pequeñas piezas individuales de ese enorme puzzle que es la poesía, no resulta
fácil, pero en todo caso, siempre es un motivo de júbilo porque la poesía, aún en momentos
difíciles, siempre ofrece esperanza. Por eso es de agradecer el esfuerzo de estos tres poetas
latinoamericanos provistos de una voluntariosa voz poética que abordan esta antología con una
poesía clara, directa y cercana.
Para mí siempre significa una alegría ver nacer un nuevo libro de poesía pero el gozo es mayor
si, además, está escrito por miembros del Liceo Poético de Benidorm como sucede en este caso
con los autores de la antología De Escandinavia a los Andes, tres poetas latinoamericanos en
Suecia: el citado poeta chileno Mario Castro, su compatriota el poeta Carlos Alberto Muñoz
Bello que vive en Suecia desde 1983 y el poeta boliviano Javier Claure Covarrubias que lo hace
desde adolescente.
Es de destacar que la intensa relación entre Suecia y la literatura latinoamericana cuenta ya
con un largo recorrido que, quizás, comenzara allá por el año 1968 cuando el escritor y poeta
hispanista Artur Lundkvist, aceptara, finalmente, formar parte de la Academia Sueca que
concede los Premios Nobel, después de haber desistido en una primera instancia por considerar
a la Academia una institución demasiado burguesa y acartonada. Lundkvist cambió más tarde de
parecer para poder homenajear, desde el seno de la Academia, a los escritores latinoamericanos
y ayudarlos a obtener el Premio como ocurrió, gracias a su influencia y pujanza, con Miguel
Ángel Asturias, Pablo Neruda, Gabriel García Márquez y Octavio Paz.
Desde entonces, entre los poetas y escritores latinoamericanos residentes en Suecia y los
lectores suecos, surgió una estrecha sintonía, resultado del deseo irrefrenable de los
primeros por dar testimonio de sus raíces y por interpretar y crear un puente entre el pasado
y el presente enfrentando la temática del exilio y de la presencia inmigrante en general.
Coincido plenamente con el escritor inglés John Berger cuando expresa: “la emigración, no sólo
implica dejar atrás, cruzar océanos, vivir entre extranjeros, sino también destruir el
significado propio del mundo y, en último término, abandonarse a la irrealidad del absurdo”.
Si hay un tema que impregna todo el libro, es sin duda el exilio, y con él, los recuerdos del
“invandrare” (inmigrante). La memoria se convierte para éste, en el instrumento que vuelve a
otorgarle sentido a su vida. Esa memoria sobredimensiona en el exilio el concepto de patria,
pasando ésta a ser el territorio de la infancia, el lugar de los padres, los recuerdos del
barrio, los aromas de la niñez. Existe entre los exiliados, e inmigrantes en general, la
necesidad de recordar para contrarrestar las pérdidas sufridas tanto en sus proyectos
políticos como personales. Y digo nuevamente con John Berger:
“La argamasa que mantiene en pie este hogar improvisado es la memoria”. Y este libro alberga
mucha memoria. Nos dice por ejemplo Carlos Alberto Muñoz Bello en su poema “Carpintería”:
“Soltaba su mantilla olorosa / el pentagrama de mi padre se / pulía en la madera de pino
blanco / artesas mesas sillas escenificaban / el patio común / Zorzales chincoles picaflores /
disciplinados siempre acudían / al mediodía”
El libro contiene también mucha patria. En el poema “Mi patria”, Javier Claure Covarrubias nos
apunta:
“Mi patria / nació como una vaca lechera y todos vinieron a mamar sin piedad /
(…) Mi patria / sumergida en los Heraldos Negros de Vallejo / la llevo en mi corazón (…)”.
Pero también hay mucha esperanza, como en los siguientes versos del poema “Tergiversación de
la historia” de Mario Castro Navarrete:
“(…) Llegará la primavera y el renacer con ella / y aquello que es no sea el cómo debería ser
/ en donde el concepto se identifique con la realidad / y por tanto podamos disfrutar nuestra
cosecha / de una verdadera historia”.
Dos caminos se abren ahora para el lector: uno que lleva directamente a la poesía y el otro a
una renovada intimidad con el entorno y el paisaje de las ciudades suecas. Ciudades que, por
obra de ese mismo paisaje, del clima y del hombre, ha despertado la creatividad de estos
poetas. Será, por lo tanto, una hermosa sorpresa descubrir como su talento ha sabido dar voz a
la atmósfera que bien conoce y le es tan querida al lector sueco. Concluyo esta introducción
para dejar paso a los versos de estos tres poetas latinoamericanos en Suecia. Disfruten del
libro.
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