Enero 2017

Pues,
como viene sucediendo en estos últimos años, bien poco tengo que contarles de cómo me ha ido
con la Artritis Reumatoide en este pasado año de 2016. Sólo tendré que decirles que aquel
monstruo que me tuvo atrapado durante tanto tiempo (doce años), y que, al tiempo que
destrozaba mi vida, destrozó todos mis proyectos de futuro, no ha vuelto a aparecer por mi
lado para nada. Se ve que me cogió miedo y no quiere nada conmigo.
Lo que sí he sentido a lo largo de todos estos meses son unas ligeras molestias en los brazos
(codos y hombros) y alguna vez en las rodillas. Unas mínimas inflamaciones sin nada que ver
con las propias de la AR (inflamaciones en las articulaciones y cápsula articular) sino
localizadas en los músculos (miositis), en los tendones (tendinitis) y en la cápsula que los
recubre (tenosinovitis). Estas afecciones, si bien son bastante normales en cualquier persona
a medida que avanzan en edad, pueden ser más frecuentes y continuadas en aquellas que sufren o
hemos sufrido enfermedades reumatológicas del tipo de la Artritis Reumatoides. Y, para que no
se preocupen pensando en que pueda ser que la Artritis continúa haciendo de las suyas, aprovecho aquí para darles
unos detalles que explican la relación y el por qué se producen estas nuevas y mínimas
inflamaciones.
Podemos estar curados por completo, haber llevado la enfermedad a una total y completa
remisión de todas sus manifestaciones clínicas y bioquímicas, pero hay que tener en cuenta que
son
DOS FACTORES los que determinan, activan y mantienen la enfermedad. Estos
factores son, fundamentalmente, el
genético y el
medioambiental.
El primero es el que determina el tipo de enfermedad que padeceremos. Nace con nosotros, está
en nuestros genes y
siempre estará ahí, pues nada se puede hacer contra lo
que es parte de nuestra naturaleza. Sin embargo, y aunque es un condicionante para nuestro
estado de salud, no deja de ser
una simple predisposición genética que por sí
sola no se comporta -ni puede- como un estado patológico ni presenta las graves
manifestaciones clínicas que desencadenaría su activación mediante el concurso del otro
factor.
Este otro factor, el medioambiental, es una condición
sine qua non para que se active
y desarrolle la AR. Podemos decir que lo componen varios cofactores, entre ellos los
contaminantes físico-químicos, como los del aire, el agua y los alimentos, en los que
encontramos plaguicidas, metales pesados, antibióticos, hormonas y multitud de aditivos
alimentarios; los contaminantes biológicos, como los virus, bacterias, protozoos, hongos y
otros parásitos (principalmente, como gatillantes o desencadenantes de la enfermedad, y donde
podemos incluir el estrés); y factores personales de actitud y conducta, como malos hábitos en
la alimentación, ausencia de ejercicios y actividad física, drogas, etc. Pero, el principal
factor medioambiental -y muy por encima de todos ellos-, es
la alimentación actual,
los alimentos que componen nuestra dieta diaria. En la alimentación moderna encontramos
multitud de alimentos y nutrientes que han sido sometidos a procesos y manipulaciones
-hibridaciones, ingeniería genética, cultivos intensivos, engordes artificiales,
procesamientos térmicos y químicos, etc.- que los han degradado, viciado o degenerado de tal
forma que resultan irreconocibles para nuestro metabolismo, cuando no nocivos o tóxicos para
muchos humanos. No voy a detallarlos porque ya se recogen y explican en el Régimen Ancestral,
pero nos queda claro que la completa exclusión de todos ellos, así como un exquisito cuidado
en la elección de los no excluidos más ciertas normas en los procesos de cocinado, nos lleva a
una completa remisión clínica y bioquímica de las enfermedades reumatológicas, y como mínimo a
extraordinarias mejorías en las neurológicas y autoinmunes en general.
Así, pues, toda vez que mantenemos eliminado el segundo factor con un fiel seguimiento del
Régimen, nuestra Artritis permanece inactiva y reducida a un simple condicionante de nuestra
predisposición genética. Es como un motor parado que no puede funcionar sin la gasolina de los
tóxicos alimentarios. Son los omnipresentes e inevitables contaminantes físico-químicos y
biológicos que nos rodea, más las -también ineludibles- acciones de la edad -potenciadas a
veces por actitudes, conductas y hábitos no todo lo saludables que debieran- los que, según su
importancia, nos provocan estas u otras posibles molestias.
No me voy a extender más en el tema, pero, si quiero hacerles algunas advertencias o consejos
con respecto a la forma de tratar estas pequeñas inflamaciones y molestias -no identificables
con las propias de la AR- que he tenido este último año como ya les refiero al principio. Y
considero que debo hacerlas porque es previsible que no se traten de episodios temporales,
sino que, por sus característica y relación con la edad (además de que siempre, aún en
cantidades muy mínimas, ingeriremos elementos nocivos en todo cuanto comamos, bebamos o
respiremos), puedan estar con nosotros con mucha asiduidad.
Los antiinflamatorios -Ibuprofeno y similares (COX-1)- alivian o mejoran al poco rato las
molestias, pero, como es previsible un uso continuado, aún en dosis mínimas (uno o dos
comprimidos diarios o días alternos), acabarían por producirnos daños gastrointestinales
advertibles en dolores o molestias de estómago e, incluso, hemorragias gástricas que se
advertirían en heces negras. Por otra parte, como han de ser eliminados por el hígado, también
colaborarían a largo plazo en un mal funcionamiento hepático que podría dar lugar a Esteatosis
(hígado graso) o Hepatomegalia (inflamación y agrandamiento del hígado). La toma de
protectores gástricos (tipo Omeprazol u otros), aunque son efectivos y aconsejables en
terapias temporales, en tiempos prolongados no sólo acabarían por producirnos problemas
gástricos, sino que también contribuirían bastante al mal
funcionamiento hepático. Por ello, aunque lo mejor es no tomarlos para nada, si lo tomamos en
períodos cortos y se advirtieran molestias gástricas, lo mejor es recurrir
a la Sal de Frutas (Eno) o a la simple cucharada de bicarbonato sódico.
Para aliviar las molestias inflamatorias, en lugar de los AINEs normales (COX-1), se puede recurrir a los Coxibs -Celecoxib y similares (COX-2)-,
que no suelen causar problemas gástricos, pero, como también
contribuirían al daño hepático, se hace necesario tomarlos lo menos posible. Y lo mismo digo
de todos los demás fármacos que podamos estar tomando, porque casi todos son hepatotóxicos y
es fundamental que el hígado trabaje lo mejor posible.
Y he de explicar que el hígado no "duele", no puede doler porque carece de terminaciones
nerviosas. Lo que podemos sentir si los hepatocitos están inflamados por grasa es una
sensación de malestar muy pronunciado, como un dolor sordo, que, generalmente, se advierte más
en la parte superior del hipocondrio derecho (parte superior del abdomen y justo bajo las
costillas). Si advertimos esta sensación podemos ayudar a regenerar el hígado con la toma de
Cardo Mariano -una cucharadita diaria de semillas molidas-, y, naturalmente, tratar de evitar
la ingesta de fármacos, alcohol y todo cuanto pueda afectarle. Y no puedo dejar de advertirles
que, ante todo, si tienen cualquier sospecha de mal funcionamiento del hígado, vean a un
hepatólogo para que les haga las pruebas oportunas y dictamine con seguridad lo que pueda
estar afectándolo.
Pues nada más que comentarles por ahora. Sigo aquí, contento y feliz de seguir curado de mi
Artritis y, como siempre, con mi mano tendida dispuesto a ayudar a todo el que me necesite.
Nota:
En
La Web de la Artritis Reumatoide, además de un consultorio
on line, dispone de detallados estudios sobre los alimentos y descripciones de muchas patologías comprendidas entre las
reumatológicas, neurológicas, autoinmunes en general y de las denominadas de ensuciamiento y eliminación,
curables todas con el Régimen Ancestral.
URL: La Web de la Artritis Reumatoide