La escritura no es un proceso mecánico. La persona que escribe no tiene una varita mágica para
poder crear un poema, un cuento o una novela en un abrir y cerrar de ojos. Se requiere una
serie de elementos como, por ejemplo, planificación, disciplina, riqueza espiritual, paz
interior, un ambiente en armonía y, sobre todo, soledad. El escritor, aunque este rodeado de
su familia, busca la soledad para comunicarse con sus personajes, con sus fantasmas y con sus
obsesiones. Nadie puede guiarle el camino que va a tomar. No tiene un modelo a seguir. Las
reflexiones con las que se enfrenta son a nivel personal. A solas y en silencio se sumerge en
su mundo. Percibe la realidad y luego lo da a conocer desde su visión particular. En otras
palabras, el escritor es una persona rara y solitaria en su oficio. Invierte un montón de
tiempo pensando, escribiendo y reescribiendo sus obras. Y muchas veces existe una
desproporción entre lo que da y lo que recibe. Por eso, en definitiva, muchos escritores no
escriben para acumular fortunas, sino más bien lo hacen por una necesidad vital: de
comunicarse con el lector. Se podría decir, entonces, que el escribir para ellos es como
respirar aire fresco.
No son pocos los escritores que señalan o señalaron la necesidad de un espacio en el que la
única compañía sea la soledad. Solo así fluye la pluma por los senderos de la musa.
Franz Kafka (1883 - 1924), que vivía en Praga con su familia, tenía mucha dificultad para
conseguir esa soledad imprescindible. En una carta a su amada, Felice Bauer, confesó: “Para
poder escribir tengo necesidad de aislamiento, pero no como un ermitaño, cosa que no sería
suficiente sino como un muerto. El escribir en este sentido es un sueño más profundo, o sea,
la muerte, y así como a un muerto no se le podrá sacar de su tumba, a mí tampoco se me podrá
arrancar de mi mesa por la noche.”
El escritor argentino Haroldo Conti (1925-1976) decía: “… cuando escribo puedo estar
encerrado horas y días, completamente solo, hasta que se me aparezca la primera frase."
Paul Auster, escritor estadounidense y Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2006,
escribió “La invención de la soledad”; en donde se hacen reflexiones sobre la necesidad que
tiene el escritor de estar solo: “Creo que lo asombroso es que cuando uno está más solo,
cuando uno penetra verdaderamente en un estado de soledad, es cuando deja de estar solo,
cuando comienza a sentir su vínculo con los demás”.
Gabriel García Márquez (1927-2014): “los escritores sólo escriben un libro. El mío es el de la
soledad.”
Según la periodista argentina, Tes Nehuén, dice que Julio Cortázar (1914-1984) era amante de
la soledad. “Tenía una necesidad que le exigía refugiarse en la soledad de su cuarto, en el
campo o donde sea, pero lejos de cualquier contacto con la especie humana.”
Octavio Paz (1914 – 1998) dijo alguna vez: “El arte de escribir, como el arte de leer, son
artes de solitarios, de seres que viven en soledad. A solas leemos y a solas escribimos. Y
leemos y escribimos, cuando estamos solos, para romper esa soledad, para poblar esa soledad
con un diálogo silencioso. Escribo para ese solitario que me lee. Y ese solitario que me lee,
al hacerlo rompe su soledad y rompe esta soledad mía, esta soledad que ya lo presiente y en la
que escribo algunas pocas cosas, sin gran substancia ni fundamento, no para asombrar a nadie,
ni para instruir o aconsejar, sino para sentirme menos solo, para sentirlo a él en mi soledad."
Ver Curriculum
