• Edith Getzmi
    UNIVERSO DE LETRAS

    Borges y Everett III

    por Edith Getzmi

Borges y Everett III, coincidencias, similitud y paralelismo en el manejo de la mecánica del tiempo: “El jardín de senderos que se bifurcan” y una tesis doctoral.


Muy interesante y hasta cierto punto cautivador encuentro la similitud y el paralelismo en la generación de los conceptos bifurcación y ramificaciones, en las paradojas que ambos, Borges y Everett III presentan en cuanto al manejo de la llamada cuarta dimensión: el tiempo. Paradojas que tanto Borges como Everett presentan en sus respectivas obras, el uno a través de “El jardín de senderos que se bifurcan” y el otro mediante la defensa de la que fuere su disertación doctoral.

Borges por su parte, propone, casi preconiza una nueva acepción del concepto del tiempo desde su propia trinchera de Ficciones, Everett III marca un hito, un verdadero parte aguas en la mecánica cuántica demostrando la verosimilitud del manejo probabilístico de la dimensión del tiempo: la teoría de mundos paralelos.

Por otra parte muestro al lector -a manera de divertimento-algunas grandes coincidencias en el tránsito de las vidas en paralelismo de intereses, de dos hombres: Borges y Everett III, si no en su vida personal, si en la trayectoria que de alguna manera pudo haber influido en su obra. El uno en la ficción, el otro en la ciencia. ¿Cuál es mi planteamiento finalmente? , en esta exposición pretendo demostrar como a través de dos senderos-llamados caminos o vías totalmente diferentes y alternos- se puede llegar a similares conclusiones, o iguales, o servir al menos uno al otro, de soporte estructural.

Hacia el año de 1941, Jorge Luis Borges, publica Ficciones, y dentro de este, incluye el cuento “El Jardín de senderos que se bifurcan”, en el que prácticamente se anticipa en la solución a uno de los grandes planteamientos de la física cuántica: el manejo del concepto de tiempo, ya no en sentido unilineal como lo plantearan sus inspiradores Newton y Schopenhauer en cuanto a la linealidad del concepto del tiempo, manejado bajo la luz de los conocimientos de la mecánica clásica, sino con un enfoque distinto (aunque no totalmente nuevo) ya que había sido de alguna manera sugerido por antiguas filosofías orientales desde tiempos remotos: el concepto de tiempos múltiples. Como senderos que se bifurcan. Anticipándose -revela Alberto Rojo- con ello al planteamiento que defiende y publica como tesis doctoral Hugh Everett III en 1957 con el título de Relative State Formulation of Quantum Mechanics donde defiende la existencia de tiempos múltiples, y que Bryce DeWitt habría de popularizar como "La interpretación de los muchos mundos de la mecánica cuántica" (The Many-Worlds interpretation of Quantum Mechanics).

Interesante resulta plantear o replantear la interrogación para conocer y entender algo más en cuanto a la naturaleza de Borges. Parafraseando a De Toro, quien nos hace ver que ya se entiende y considera a Borges como uno de los fundadores de “la teoría de muchos mundos” (many world theory), de mundos virtuales y de medios virtuales/digitales y de los de new media.

De modo que atendiendo a su naturaleza, no debiera sorprendernos esa capacidad visionaria que él muestra al atisbar, preconizar mundos paralelos en un jardín de senderos que se bifurcan, de manera que podría(mos) asumir que sus juegos fantásticos le habrían llevado tarde o temprano a una conclusión semejantemente asombrosa, a la conjunción de la ficción que se torna ciencia.

Críticas al trabajo de Hugh Everett III. Para cuando Hugh Everett III, en 1955 presenta en la Escuela de Física de la Universidad de Princeton su tesis doctoral, en su momento, como acota Alberto Rojo, si bien propone una salida coherente, es demasiado rebuscada para el gusto de algunos físicos que la acusan de "placebo verbal", "extravagante” y de acarrear "demasiado equipaje metafísico”. De alguna manera, en efecto su tesis era realmente controversial, pues esta posición llevaba al centro de una encrucijada: o aceptar que la mecánica cuántica estaba incompleta o se aceptaba la teoría de mundos paralelos de Everett.

Las bifurcaciones de Ts'ui Pên y las ramificaciones de Hugh Everett III. La binariedad.

Ya desde su prólogo de Ficciones, Borges nos advierte que "El jardín de senderos que se bifurcan" es una pieza policial. Con esto, de alguna manera nos advierte que encontraremos la binariedad entre el bien y el mal, la eterna lucha del Eros y Thanatos, en la manera como nos presenta sus personajes, con actividades dobles, adjetivados dobles, apellidos con doble significado, dobles funciones familiares, asesinato con doble intencionalidad, personajes con dos tareas a realizar, muertos que desaparecen y vuelven a aparecer, un libro con dos funciones, pues a la vez un laberinto, un laberinto que no solo puede ser espacial sino temporal, etc.

Si, en efecto, para Everett también, el mundo es un jardín de senderos que se bifurcan desde el momento que plantea la inadmisibilidad de que exista solo un sistema lineal del tiempo, de acuerdo a las teorías establecidas. Si bien, apoyándose -en los hombros de los gigantes- Everett plantea, la posibilidad de las múltiples probabilidades, las múltiples ramificaciones, en la multiplicidad de elecciones y en los múltiples mundos productos de una decisión determinada. Así mismo interesante es la manera como Alberto Rojo en su trabajo sobre Borges y la física cuántica, indica la posibilidad de ver-leer a Borges en conceptos eminentemente científicos, por ejemplo la manera como ilustra “En la Biblioteca de Babel” las paradojas de los conjuntos infinitos y la geometría fractal, en “Funes el memorioso”.

¿Es acaso que existen caminos, -llamemos desde hoy- senderos por donde el hombre camina y donde su haber-pensar-producir es similar, por no decir paralelos, independientemente del tiempo y el espacio? ¿Es acaso que la misma preocupación -ocupación pensante les acaece- y de alguna manera les permite la reunión coincidente de esfuerzos? Sigamos adelante procurando no caer en terrenos metafísicos ni abundar en argumentaciones probabilísticas.

Coincidencias de vida, de transito o de senderos paralelos, en espacio y tiempo.

Hugh Everett III nace en 1930, en Washington, DC un 11 de Noviembre, justo el mismo día en que Einstein publica su famoso y controvertido ensayo “Sobre Religión y Ciencia” (Einstein’s famous essay “On Religion And Science” was published in the “Berlinr Tageblatt”). Según cita Eugene Shikhovtsev en el Sketch biográfico de Everett. Y Einstein seria uno de sus grandes guías intelectuales desde la infancia. Más tarde, cuando Everett se acercaba a los 12 años, le envía a Einstein una carta, donde le hacía saber sus inquietudes científicas, misma que Albert Einstein se encargaría de contestarle gentilmente al entonces niño Everett. Tan temprano interés por parte de Everett en el tema especifico del manejo del tiempo, podría ser interpretado como una coincidencia más a anotar abonando en el paralelismo de las obras de ambos, lo que para Borges el tiempo fue un tema más, un cuento más del universo borgiano, mientras que para Everett fue el leitmotiv de su obra y casi de su vida: el manejo del tiempo. Abundando en las coincidencias, cabe anotar que la madre de Everett, fue escritora de relativo prestigio, según apunta Eugene Shikhovtsev, interesada principalmente entre otros temas, en los temas metafísicos y del espacio. En los mismos años en que Borges escribiera “El jardín de senderos que se bifurcan”, valga esto como anotación curiosa solo para considerar una coincidencia en intereses o ¿paralelismo y laberintos que se bifurcan entre Borges y Katherine K. Everett, generando en si nuevos caminos? Pudiéramos ver a Hugh Everett como un producto o una bifurcación del sendero que fue su madre (solo tuvo dos hijos) y de esa manera si se nos antojara, podría resultar un buen divertimento en el afán de enlazar la ciencia y la ficción. Como Borges, en casa de los Everett’s eran cinco, un padre, una madre, una sola hermana y una abuela (y él). Muchas son las coincidencias, si así queremos verlo, ello no implica que Everett leyó a Borges, Y menos aun que Borges haya hecho premonición científica, si acaso como apunta el mismo Víctor Bravo, su escritura se trata de ejemplos metafóricos que dan brillo a la prosa opaca de las explicaciones técnicas. La Teoría Cuántica es la más exitosa y amplia de todos los razonamientos de la ciencia física, dice Di Marco y en y por ella se postula que es posible que no exista una sola “realidad” pueden existir potencialmente infinitas “realidades” e identidades, tantas como elementos –ora objetos/sujetos, ora sujetos/objetos- que interaccionan. Borges expresa poéticamente estas dudas sobre la entidad e identidad de las cosas, el imposible retorno del tiempo y su relación con la múltiple consciencia de ser, lamentándose en el ensayo: "Nueva refutación del tiempo", escrito en 1946 e incluido en Otras inquisiciones (1952)

Bifurcación en la realidad y en la ficción.

Importante es anotar que en el universo de “El jardín de senderos que se bifurcan” el conocimiento de las personas-personajes- es escaso o al menos imparcial, como lo sugiere el hecho de los cuales a quienes, por efecto de una luz incandescente o cegadora de un farol o linterna, no se les ve la cara-los de la cara velada- como los son los niños del andén en Ashgrove o el mismo doctor Albert, es como si se tratase o se sugiriese la existencia de personajes redondos -         casi eternos- en la historia personal y de la humanidad en este caso de la personalidad de Ts’uiPên, como si se sugiriese la necesidad subyacente de definir e interpretar el concepto temporal de otra manera que no sea estrictamente unilineal, en un enfoque más universal. Así, los niños sin cara que por una moneda dan de informantes, o el ilustrador sabio que te-nos- espera al final del camino si sabemos buscarle y encontrarle en la búsqueda constante de las páginas que faltan a nuestro propio libro y laberíntico vivir. La incompletitud, la falta de apreciación, la desconsideración de la opción evaluativa, -la desconsideración de la opción- es una constante en “El jardín de senderos que se bifurcan”, Madden por los ingleses, YuTsun por el jefe, Ts’uiPên por su familia. Y el laberinto mismo, pues al faltarle dos hojas al manuscrito de YuTsun, queda la imagen del universo en un estado de conocimiento imparcial de “El jardín de senderos que se bifurcan”, el conocimiento de YuTsun, de Madden, de Albert, y del jefe al final del relato que desconoce la innumerable contrición y cansancio de YuTsun. Así mismo, múltiples son los personajes que padecen una vida en soledad: YuTsun, Albert, Ts’uiPên. Es como si Borges se hubiese percatado de esa “necesidad” de bifurcación, y de entenderla, y manifestarla de alguna manera lógica y coherente.

Otras coincidencias

Para Everett, también, la gran constante, como para YuTsun en “El jardín de senderos que se bifurcan”, es que llega a sus manos interesantes propuestas de investigación en forma de un manuscrito incompleto, de nuevo, para Everett el reto de la completitud, así, recibe de manos de un colega de nombre Misner, el manuscrito de un emigrante ruso, al cual le faltaba ser concluido en su etapa decisiva. Entonces, Everett, como Borges, manifestó la necesidad de hallar la completitud, como se reporta en su Sketch biográfico. Para Hugh Everett III, la incompletitud era un tema de constante ocupación, la binariedad, la constante búsqueda de opciones en el manejo de sus grandes pasiones: la medición del tiempo, la refutación de la no linealidad, la búsqueda constante de la multiplicidad de opciones, todo lo anterior, en coincidencia con Borges, específicamente en “El jardín de senderos que se bifurcan". Everett y su teoría no alcanzaron la popularidad ni menos la aprobación necesaria que no fuera la suficiente para pasar aprobada su disertación doctoral sin más renombre ni lucimiento. Su teoría desbordaba las expectativas. Finalmente, Everett se retira de la física, en cierta manera se olvida de su teoría de Mundos Múltiples, y se dedica el resto de su vida a la informática, bifurcando su propio sendero.

A manera de conclusión, cabe decir que Borges juega, prácticamente juega con esa visión cosmogónica de la realidad que posee a través de su acervo, su amplio bagaje cultural, para hacer una especie de puente, teje andamios que permiten al lector un atisbo que resulta la mayor de las veces deslumbrante hacia el camino de la ciencia, una vez más transita y nos permite hacerlo con ello, el puente entre la ficción y la ciencia, de cuando la fe ciega arriba a la razón concreta. ¿Como paso definitivo en tránsito a la posmodernidad?, desde Liebnitz a Laplace, desde Bohr hasta Everett. Algo más ha sembrado Borges en los jóvenes, tal vez como Einstein sembró en Everett la semilla de la inquietud intelectual, ese constante atreverse, a subirse en los hombros de los gigantes. Desde la cosmovisión de Ts'uiPên nos refiere a la existencia de tantos mundos paralelos como decisiones un hombre puede tomar en determinado momento, hasta Everett, que asienta la interpretación de los universos múltiples como una posible solución al problema de la medida, uno de los principales "frentes filosóficos" que abre la mecánica cuántica.


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