Una anécdota cuenta que Charles Baudelaire (1821-1867), uno de los más grandes poetas de
Francia y exponente, en grado superlativo, del simbolismo, visitó a su amigo alemán Richard
Wagner en su casa de Suiza.
Wagner era también poeta, director de orquesta y compositor. Cuando abrió la puerta, Wagner
portaba una bata negra. Después de intercambiar algunas palabras, se sentó frente a su piano y
empezó a improvisar una música. Luego salió de la habitación y volvió con una bata azul. Otra
vez improvisó una música totalmente diferente a la anterior. Al cabo de un rato, nuevamente
salió y volvió, esta vez, con una bata verde. Se repitió esta escena varias veces y cuando
terminó, Baudelaire empezó a conversar con el gran virtuoso de la música. Le hablaba de la
influencia de los colores en las melodías y en la inspiración. Wagner le escuchaba con
atención, y después de un momento contestó que simplemente se apasionaba demasiado cuando
improvisaba. Este hecho le producía mucho sudor, y no tenía otra alternativa que cambiarse de
bata…
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