Mirando el panorama de noticias que nos ofrece la prensa, televisión y demás medios, si lo
reduces al plano de este país llamado España, terminas por renunciar a exponer cualquier
opinión porque los temas, unos tras otros, se te atragantan de puro asco apenas comienzas a
pergeñar una reflexión.
El de Cataluña y sus increíbles e infinitas marrullerías independentistas; el hediondo caso de la trama Gürtel, la
no menos fétida caja B de Bárcenas y las demás acciones corruptas y mafiosas que implican al
partido de la gaviota, acciones de las que no se libran otros
partidos y tantos personajes de aparente honradez, honorabilidad y hombría de bien; los
innumerables casos de violaciones, atentados y muertes de
mujeres, niños y jovencitas que se siguen sucediendo en un caos sin fin... Y etc., etc., etc.
Y a nivel internacional, con ser muchos que necesitarían su buen montón de páginas, destacaría la
indefectible amenaza que tenemos presente ahí a la vuelta de la esquina y que, de no caer un abundante chaparrón de sensatez, cordura y buen juicio
sobre las cabezas de nuestros mandamases, pueda
reportarnos a todos y cada uno de cuantos viajamos en este viejo cacharro un billete de ida
que será el definitivo.
Los comandantes en jefe del primero y cuarto ejércitos más grandes y potentes del mundo
-Estados Unidos y Corea del Norte, tienen
cada uno un botón rojo encima de las mesas de su despachos. Tanto Donald Trump como King
Jon-un creen ser los más fuertes y poder aniquilar al otro apenas pulsen el dichoso
botoncito. Las bombas atómicas, de plutonio, de hidrógeno o termonucleares, surgirían de sus
recónditas guaridas para acabar en un brevísimo período con toda la humanidad...
Procuren enterarse de ello un poco más a fondo, porque, de momento, y en lo que a mí respecta,
no voy a hablarles del tema, ni mucho menos formular opinión de ningún tipo sobre ambos
mandatarios. Y como creo que pueden entenderlo -setenta años obligan a ser prudente-, al objeto de no amargarles el día, voy a
aprovechar lo que me queda de página para incluirles aquí parte de un artículo que ya publique
en abril de 2010 sobre el anterior presidente de EE.UU, Barack Obama. Aquí lo tienen. Les será mucho más grato saber que
el buen juicio y la humanidad también anda
por las más altas cumbres. Creo que merece la pena. Barack Obama fue un magnífico presidente.
Juzguen Vdes. las diferencias, enormes diferencias, con el actual.
PROLEGÓMENOS DE UNA NUEVA ERA
"La reforma de la Ley sanitaria conseguida por Barack Obama en EE.UU. -país capitalista por
excelencia-, aunque para muchos pase desapercibido, o como un titular más con visos
electoralistas, es un logro social de tal magnitud que, por la extraordinaria importancia de
los derechos que otorga a las clases menos favorecidas, rescatándolos de una inadmisible
opresión de corte feudalista, podría compararse con la abolición de la esclavitud, hecho
social sin precedentes que comenzara a gestarse en Francia durante la Revolución Francesa
(1789) y en el Reino Unido (entre 1807 y 1834) para ser acabada definitivamente por la
Sociedad de Naciones (antecesora de la ONU) con su firma en 1926.
Ahí es nada. Nada menos que conseguir que 32 millones de estadounidenses de escasas rentas o
menos favorecidos tengan asistencia sanitaria en los programas de salud estatales y dejen de
ser un filón para las aseguradoras privadas, o lo que es lo mismo, para el capital, para el
poderoso caballero dueño y señor de todo lo habido y por haber, opresor de todo lo que se
mueva desde sus suelas para abajo, abusador sin límites ni escrúpulos y cáncer ancestral e
inamovible desde el principio de los tiempos de la Humanidad.
Si tenemos en cuenta que la sanidad en EE.UU. es carísima, que cualquier acto sanitario cuesta
varias veces lo que costaría en la mayoría de los países desarrollados, cualquier patología
simple que requiera de asistencia médica podía significar para cualquier persona un inasumible
desbarajuste en su presupuesto (la letra pequeña de los seguros médicos se guarda para sí los
cuatro ases de la baraja ...y el comodín). No digamos si la enfermedad es de mayor envergadura
y requiere hospitalización, cirugía y otros servicios complementarios, porque entonces el
pobre contribuyente no tendría más remedio que endeudarse hasta los ojos o, caso de la
mayoría, vender su casa, coche y toda propiedad producto de sus ahorros durante toda su vida
de trabajo.
Esta ausencia de protección sanitaria ha sido hasta ahora un inmenso chollo para las diversas
compañías de seguros médicos y sus propietarios, Banca, Financieras y entidades o personas con
gran capacidad de inversión. Que Barack Obama haya conseguido la proeza de quitarles el
chollo, un imposible por el que han luchado varios presidentes estadounidenses durante más de
un siglo, nos demuestra en este hombre, además de una filosofía poco corriente en estos
tiempos, su poderoso espíritu de luchador contra la opresión de los menos favorecidos, su
clara visión de futuro sobre la necesidad de un mejor y más equitativo reparto de los bienes,
su convencimiento de la necesidad de establecer una mejor justicia en la sociedad y que se
reconozcan los derechos y la dignidad de las personas.
Y no sólo eso. Su acción nos demuestra con hechos comprobables aquellas palabras que dijo el
pasado mes de enero y que -a mí como a todos- me movió a la incredulidad más absoluta por
cuanto suponía una clara y nunca conocida rebelión contra el poderoso dios Dinero. Lo escribí
en mi artículo de febrero, con el título "Obama, Hijo de la Aurora", pero, como palabras tan
extrañas jamás fueron escuchadas en boca de un Jefe de Gobierno, Presidente o dignatario con
capacidad de hacer y deshacer, no me privo de recrearme en ellas y reproducirlas de nuevo. Así
dijo:
"No voy a consentir más que los ciudadanos sean rehenes de los Bancos. No consentiré más que
sean los ciudadanos quienes paguen sus errores. No consentiré más que sus ambiciones destrocen
la vida de mi país y la de mis conciudadanos. Exigiré que paguen el dinero recibido hasta el
último dólar. No habrá más manga ancha y no les dejaré crecer más allá de lo que alcance mi
mano... Y si quieren guerra, la tendrán, aquí estaré, aquí me encontrarán..."
Una rebelión en toda regla que ya comparaba en dicho artículo con el único evento -verdad o
ficción- comparable en toda la historia de la Humanidad -si bien, mirando su rebelión como la
de un adalid salvador- "...el presidente Obama rebelado contra su dios, convertido en un
Luzbel redivivo, en el Portador de la Luz para los hombres, en el Lucero de la Mañana para las
conciencias de los humanos, en el Hijo de la Aurora para las esperanzas perdidas..."
Por edad y experiencias -como a muchos de ustedes- me resulta terriblemente complicado creer
que esta historia sea verdad y que esté ocurriendo ahí a dos pasos, al otro lado del charco,
justo ahora, en los postreros días de la primera década del primer siglo del tercer milenio.
Difícil de creer porque, de ser cierta -y aunque lo conseguido pertenecería a la segunda
generación de los Derechos Humanos-, quizás estaríamos asistiendo a los comienzos de una nueva
era de derechos, a una cuarta generación que engloba y perfecciona las anteriores, a un tiempo
en que la verdadera igualdad social, concebida desde la libertad y construida en la
fraternidad, comienza su despegue para dejar de ser una utopía, un sueño irrealizable y una
eterna aspiración de los humanos, para convertirse en una realidad tangible.
Sin duda, la cosa requerirá de mucho tiempo, muchos años, siglos quizás, pero es muy posible
que estos hechos y estas personas se repitan, que al actual presidente estadounidense, el
siempre esperado Hijo de la Aurora, le sigan otros hombres, blancos o negros, cuarterones o
mestizos, hombres sin color ni raza, sin ascendientes de linaje ni recuerdos de abolengos,
personas nacidas pegadas a la tierra, llevando en la sangre recuerdos de esclavitud y
opresión, que usarán el poder otorgado por los humanos para dignificar normas y leyes y crear
la Nueva Humanidad.
Si todo esto es verdad, si lo que está ocurriendo es cierto, si Barack Obama continúa vivo y
llevando a la práctica sus afirmaciones y su filosofía, aunque sólo sea en sus prolegómenos,
estamos asistiendo a ello."
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