Que la desesperanza no nos venza: ¡Bienvenido 2018, pese a todo, pese a tanto…!
En este giro alocado del mundo estamos frente alos albores de un nuevo año asomando por un
horizonte complejo.
Los que sobrevivimos hasta esta época del año y espero sigamos en esta tierra como clavados
porque no me gusta regalarle nada a la muerte, hemos sido partícipes de historias repetitivas
si recorremos mapas con distintos colores bajo el mismo poder dominante.
Muchas veces me pregunté cuál sería el tono que represente el odio pero no lo encuentro. Me es
más fácil reconocerlo en las miradas, en las caras y en las ideas de más de un inadaptado, de
esos que nos hacen pensar que la palabra esperanza fue encajonada en algún baúl donde residen
los agravios.
Sin embargo trato de oxigenarla negándome a su asesinato, mirando los ojos de mis nietos, los
de mis hijos e hijas, los de mis animalitos. Estrechando la mano de los amigos, en el abrazo
de los compañeros, la alegría de los amigos virtuales, aunque a muchos tuvimos la dicha de
insertarlos entre los amigos reales, clavándolos en el corazón como banderas.
Pensar en el año que se va es recordar montones de situaciones hermosas y otras demasiado
preocupantes, considerando las etapas políticas en Brasil, Venezuela, Colombia, Honduras,
Guatemala, México, Argentina -mi tierra- Palestina, Siria, Corea del Norte. Pensemos en los
africanos devorados por los mares, en la barbaridad que propone el fascismo. Y dudo mucho que
el año que se inicia nos modifique el panorama aunque lo deseemos tanto sin dejar de luchar
por ello.
Se viene el 2018, ¡qué nos deparará el destino con tanto monstruo encumbrado con exceso de
dinero y carencia de sensibilidad! Seguramente nada bueno, pero estemos seguros que sabremos
responder aunque no sea fácil la tarea. Cuando la conciencia empuja, la rueda del destino
programado suele empastarse, o cuando menos, es síntoma de preocupación para los inoperantes.
Por ello me atrevo a decir que urge a los pueblos tratar de modificar lo que el poder
hegemónico y sus esbirros proponen como indefectible, aunque los costos sean tan altos.
Pese a toda la desazón, la preocupación y la angustia con que nos envolvió este 2017 que
agoniza, es deber imperioso seguir denunciando los atropellos, sobre todo para los que soñamos
el mundo mejor que propusiera nuestro inolvidable Comandante Fidel Castro, adalid de la
conciencia y la solidaridad entre los pueblos.
Qué seamos capaces, compañeros, de transformar la tristeza en bronca, en odio de clase, sin
olvidar jamás la ternura revolucionaria, motor que ha de hacer girar la rueda de nuestra
historia como pueblos sojuzgados pero que no aceptan ser sometidos.
Lleguen a los compañeros y compañeras mis mejores deseos de felicidad, paz, amor, solidaridad
internacionalista, conciencia y compromiso. Memoria, para no olvidar a los que nos arrancaron
mediante asesinatos o desapariciones programadas.
Sin olvidar jamás a los que se debaten tras barrotes de injusticia en las peores condiciones,
sin que hayan logrado quebrar sus deseos más profundos, la libertad de sus pueblos.
Serán para ellos y ellas mis lágrimas más sentidas y seguirán siendo ellos y ellas mi ejemplo
a seguir.
Por un 2018 donde la justicia social, por fin, pueda asentar sus bases. Por la Paz y
comprensión entre los pueblos.
Por mis muertos y tus muertos.
Por nuestros vivos.
Por los que fueron y por los que vendrán.
¡Y por supuesto, por los que no pueden brindar!
Por ustedes y por mí.
¡Bienvenido 2018!
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