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    BIOGRAFÍAS

    ÁNGELES DE IRISARRI

    por Anabel Sáiz Ripoll

Ángeles de Irisarri Ángeles de Irisarri (Zaragoza, 1947) es licenciada en Filosofía y Letras y colaboradora habitual de "El Periódico" de Aragón y el "Heraldo de Aragón".

Aparte de su trabajo como archivera, y de su no menos trabajo como madre de dos hijos, Ángeles de Irisarri está cuajando una obra novelística, centrada en la historia medieval, de mucha valía y gran reconocimiento tanto por parte de los lectores como de la crítica.

La novelística de Ángeles de Irisarri es novedosa por lo clara y amena, ya que escribe novela histórica, seria y bien documentada, pero la dota de una agilidad insospechada, la hace cotidiana, le quita los ropajes pseudointelectuales, nos la acerca como recién nacida, como nueva y real, tan real como los propios lectores. Las protagonistas suelen ser mujeres y con ellas entramos, por la puerta grande, en la parte menos conocida de la Edad Media. Sus novelas se convierten en un tapiz multicolor porque aprendemos a valorar y a entender la vida de esas personas, que no están tan lejos de nosotros; todo sin dejar de sonreír, sin dejar de tener esperanza o asombro ante los hechos más mínimos del transcurrir de la existencia diaria.

Recordemos estos títulos:

Toda, reina de Navarra (1991), publicado en 1997 como El viaje de la reina (finalista del Premio Herralde de Novela 1990).
Ermessenda, condesa de Barcelona (1994) (segundo premio Femenino Singular Lumen).
El estrellero de San Juan de la Peña (1992).
LisaGioconda y otros cuentos (1993). 
Trece días de invierno y otros cuentos (1993), ganador junto con el anterior del Premio Isabel de Portugal de narrativa breve.
El año de la inmortalidad (1993)
Diez relatos de Goya y su tiempo (Premio Baltasar Gracián 1996).
Siete cuentos históricos y siete que no lo son (1995)
Moras y Cristianas - Coautora con Magdalena Lasala- (1998).
La cajita de lágrimas (1999).
Las damas del fin del mundo (1999).
Isabel, la Reina (2000-2001).
América (2002).

El viaje de la Reina recrea el fabuloso viaje que emprendió la reina Toda Aznar de Navarra, en el S. X, al Califato de Córdoba para pedirle a Abderramán III ayuda en la cura de la obesidad de su nieto Sancho el Craso, rey de León, desposeído en Pamplona. La novela es espléndida, está llena de elementos sorprendentes, de humor y de ternura.

Moras y CristianasMoras y Cristianas, escrito -como ya dijimos- en colaboración con Magdalena Lasala, sitúa a distintas mujeres en la Alta Edad Media para centrar sus vidas. Ángeles de Irisarri habla de las cristianas. El libro es un mosaico singular donde se ofrece la vida de estas mujeres peninsulares, unas cristianas y otras musulmanas. Es un libro mágico, lleno de fuerza, que nos pone ante los ojos una época que acaso no fuese tan oscura como se cree.

La cajita de lágrimas se sitúa en el S. XIII y, sin perder un ápice de rigor, acude a la gracia y al ingenio para hablarnos de la batalla de las Navas de Tolosa y de la opresión de los cátaros.

Las damas del Fin del MundoLas damas del Fin del Mundo se remonta mil años atrás y recoge el empeño de doña Uza que decidió retirarse al Fin del Mundo para estar lejos de todo, de los hombres, más que nada; pero un buen día recibe la visita de un vikingo y la mujer tiene que echar mano de su sentido del humor, de su habilidad, de sus mejores cualidades para sobrellevar la situación sin perder la alegría.

Sirvan estos ejemplos para centrar la reseña de la trilogía, aunque antes valdría la pena resaltar el manejo del lenguaje por parte de la autora. Se sitúa en la Edad Media y emplea términos propios de la época, giros arcaicos, pero lo hace con total dominio, sin engolamiento, dándole a todo naturalidad y espontaneidad y sin restarle frescura y vigencia a las historias que narra, en el sentido más recto del término porque Ángeles de Irisarri es una narradora, una contadora de historias.


ISABEL, LA REINA. TRILOGÍA

Isabel, la reina. El tiempo de la siembra, de Á. de Irisarri, Grijalbo, 2001

Isabel, la reina. El tiempo de la siembraSe trata de la primera parte de la trilogía Isabel, la reina. Ángeles de Irisarri consigue acercarnos, con naturalidad, a distintos personajes históricos, especialmente femeninos, y los sitúa ante nuestros ojos como si lo que cuenta hubiera ocurrido hoy mismo porque los sentimientos, los amores, las dudas y los miedos son exactamente iguales en el año 2001 que en la Edad Media.

Con una prosa jugosa, que pretende acercarnos a los giros de la época, aunque sin perder la modernidad, inicia aquí el friso de la vida de una de las reinas más importantes de nuestra historia, Isabel la Católica. En esta ocasión, enlaza la vida de la que un día sería soberana de las Españas con la de otras mujeres que nacen exactamente el mismo día que ella, 22 de abril de 1451, bajo el signo de una espléndida luna roja a la que nadie presta atención.

Isabel nace en Madrigal, pero en Ávila, el mismo día, vienen al mundo dos hermanas gemelas, hijas de nobles, que tienen la particularidad de nacer sin una mano, a una le falta la derecha y a otra la izquierda. Este hecho desgarra a la familia, hace que su padre enloquezca y escape y que su madre muera de sobreparto y las niñas, en su primera infancia, viven al cuidado de las criadas, la cocinera y dos moritas que las educan lo mejor que pueden hasta que se presenta la bisabuela, doña Gracia Téllez.

Aún más lejos, en Bilbao, una madre soltera da a luz sola y en el campo a una niña. Muere frente a la casa de una hechicera que acoge a la niña y le da nombre, el mismo que ella misma, María de Abando, la joven y la vieja. Esta niña vive una infancia distinta con dos madres brujas, María y Martina que se pelean por ella hasta la misma muerte.

Pues bien, a tres bandas, Ángeles de Irisarri organiza la historia y establece ciertos vínculos entre las cuatro mujeres, marcadas por la luna roja que habrán de seguir desarrollándose en sucesivas entregas. El destino hace que se conozcan el día de la proclamación del pequeño Alfonso como rey y las tres sienten en el aire una pesadez extraña cuando están juntas o cercanas las unas a las otras.

Isabel vive su infancia, su juventud y todos los sinsabores de ser hija de quien fue y hermana de un rey que no es capaz de tener descendencia. La dejamos justo cuando ha cumplido con el plan que, desde niña, obstinadamente se trazó, casarse con Fernando de Aragón.

El relato es fluido, se lee de un tirón y nos traer toda una galería de usos de la época en ropajes, alimentación, formas de comportarse, costumbres, pócimas y permita acercarnos a una Edad Media que no es tan oscura como nos la pintaron.

Isabel, la Reina: Las hijas de la Luna Roja, de Á. de Irisarri, Grijalbo, 2001.

Isabel, la Reina: Las hijas de la Luna RojaSegunda parte de la trilogía. Ángeles de Irisarri retoma la historia de Isabel, la Reina y de las tres mujeres unidas a ella por un extraño designio: todas nacieron una tarde de abril de 1451, cuando la luna roja enseñoreaba el cielo. Isabel y Fernando se han casado ya e inician su vida en común con los problemas políticos que conocemos. Doña Gracia Téllez, la bisabuela de las marquesas mancas de Alta Iglesia, hace todo lo posible por casarlas y encuentra en los hermanos Torralba a los candidatos ideales, aunque son conversos y la cocinera, Catalina, le advierte de ello. Las chicas se casan y el matrimonio no es consumado. Leonor es forzada por su marido y queda embarazada y cede su hijo a María de Abando y Juana nunca yace con esposo. Regresan a casa y rompen con sus matrimonios con gran disgusto por parte de todos. Mientras, María de Abando tiene algún problema, ha de abandonar la ermita y se instala en una casa de Ávila. Como telón de fondo, la Reconquista, con los preámbulos para la expulsión de los judíos, la Inquisición, las alianzas y los problemas. La reina Isabel da a luz a su primera hija.

Aparte las cuatro mujeres se reúnen y hablan largo y tendido de esa presión especial que sienten cuando están juntas y del gusto que tienen en hablar entre ellas.

La novela sigue fijándose, como la anterior, en aspectos cotidianos, la vida, las costumbres, los sentimientos y, poco a poco, nos descubre el ambiente de la Edad Media, de una época preñada de acontecimientos, a la que, en gran parte, debemos lo que somos.

Isabel, la Reina. El sabor de las cerezas, Á. de Irisarri, Grijalbo, 2001

Isabel, la Reina. El sabor de las cerezasSe trata del final de la trilogía. Aquí se van atando cabos. Es la novela de madurez, de vejez, la más espléndida de la trilogía, la más perfecta por así decirlo. Reconocemos a las cuatro mujeres y las acompañamos un trecho más. Isabel sigue teniendo hijos y sufriendo como mujer y aguantando como reina, mientras Fernando se dedica a la Reconquista y a sus asuntos políticos. Las marquesas de Alta Iglesia se separan. Juana ingresa en el convento de Santa Clara de Tordesillas.

El pasaje es espléndido, se describe la dureza de la vida conventual. A Juana la volveremos a encontrar, casi al final, formando parte del Tratado de Tordesillas. Leonor es requerida por la reina para hacer de traductora en el campamento de Santa Fe, a las puertas de Granada. Se trata de otra ocasión magnífica porque nos sitúa de lleno en la historia, con la toma de Granada, la rendición de Boabdil, las conversaciones privadas entre los soberanos. Leonor, lo que es el destino, acaba enamorándose de su marido otra vez y vuelven a casarse. María de Abando sigue con problemas, la persiguen los del Santo Oficio, se casa con Mingo y con él acude también al episodio de la toma de Granada. Es hecha prisionera y vive varios años con la reina Zoraya.
Se trata, pues, de cuatro vidas unidas por la toma de Granada. Finalmente, María comprende que lo que las une es que sus madres cuando las tuvieron sufrieron dolor y pena y la sangre de la luna es la de sus propias madres. La Reina, por su parte, ha investigado sobre la luna roja y ve que no hay nada que pueda unirlas, acaso el azar.

En la novela asistimos, esta vez con intensidad, a la expulsión de los judíos, a la toma de Granada, al primer viaje de Colón. Y también a la muerte de Leonor y a la de Isabel la Católica.

En fin, se trata de tres novelas que tratar de unir la historia con el sentimiento. Son novelas en las que interesa la figura humana y en eso la autora es una experta porque en cada entrega no defrauda nuestras expectativas.

AméricaLa continuación a esta trilogía la tenemos en América que es una novela espléndida en la que retomamos la vida de doña Juana Téllez de Fonseca, abadesa de Santa Clara de Tordesillas. Sor Juana parte, con tres monjas más, a las Indias para repartir unas ropas que cosen en su convento y fundar la casa de Santa Clara en esas tierras inhóspitas.

Es un relato magnífico que tiene como telón de fondo el tercer viaje de Colón. Las cuatro monjas se relacionan con el Almirante, como si fuesen tan reales como él, y viven una cantidad de aventuras dignas de ser leídas y que hablan mucho de la fortaleza del carácter femenino. De nuevo es una obra con una gran riqueza lingüística que atrapa al lector en su primera página.







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