
Ramón J. Sender fue un escritor que pasó la mayor parte de su vida en el exilio y que
sufrió los vaivenes de la crítica. Bueno es ahora, con la excusa del centenario, traer su nombre y su memoria y situarlo en el lugar que se merece.
Ramón J. Sender nació en Chalamera de Cinca (Huesca) el 3 de febrero de 1901 y murió en San Diego (California), 81 años después, el 15 de enero de 1982.
Atrás quedaba una vida comprometida, un exilio primero obligado y luego voluntario y una obra extensísima, de más de 100 títulos.
Antes de la Guerra Civil publicó algunos títulos importantes. Podemos empezar mencionando
Siete domingos rojos, en donde trataba los problemas del sindicalismo en España y
O.P. las siglas de Orden Público, centrado
en el problemas de las huelgas y reivindicaciones obreras. En el 30 publicaba
Imán, visión realista de la Guerra en Marruecos. Sender fue corresponsal de guerra y da una visión descarnada y realista de los hechos.
En 1935 ganó el Premio Nacional de Literatura con una novela histórica esencial,
Mr. Witt en el cantón, que se centra en el movimiento cantonalista de Cartagena a finales del XIX, a la vez que reflexiona sobre el
significado político del hecho.
En 1936, con el estallido de la Guerra Civil española, R. J. Sender se mantuvo en el bando republicano, como Capitán en Guadarrama, como Jefe de la Brigada Mixta en Seseña (Toledo), con mando de Jefe de Estado
Mayor (en Toledo primero y después en Madrid). Empiezan los tiempos difíciles. Su mujer fue fusilada en Zamora, con dos hermanos, Saturnino y Antonio. Sus hijos, de corta edad, fueron evacuados a Francia por la
Cruz Roja Internacional y su hermano Manuel fue fusilado en Huesca. En 1939, Sender, desde Francia, con sus hijos, embarca rumbo a Estados Unidos para dirigirse después a México. Vive su exilio, al principio de un
modo difícil, pero, poco a poco va siendo reconocido y se va abriendo camino. Sigue publicando obras importantes que tardan en aparecer en España, pero que, finalmente, lo hacen: Crónica del alba, El bandido
adolescente, Las criaturas saturnianas...
La obra de Sender nos permite hablar de la novela española fuera de España. Sender es, sin duda, el autor más fecundo de todos los del exilio, con una obra amplísima, comparable a Galdós o a Pío Baroja. Ha sido un
escritor olvidado injustamente, un escritor silenciado y marginado. Con su muerte se planteó la necesidad de valorar su obra y ahora, con el centenario, esperamos que sea justamente reconocido.
Sender maneja distintos temas, novela histórica, fantástica, autobiográfica...
Podemos empezar aludiendo a su obra emblemática,
Réquiem por un campesino español, que apareció en México con el título primero de Mosén Millán. Es una de sus mejores obras. Sender, a pesar de haber vivido unas
circunstancias muy difíciles, nunca aprovecha para arremeter contra ellas, para lamentarse personalmente, porque lo que le interesa, sobre todo, son los problemas individuales, de sus personajes. El marco histórico
es siempre el telón de fondo de la acción, nunca el protagonista esencial. Le interesa más el ser individual de carne y hueso, abocado a una situación límite, que otro tipo de circunstancias. Réquiem por un
campesino español recoge un episodio dramático de la guerra civil en un pueblo aragonés. Mosén Millán está preparando una misa de difuntos por el alma de un campesino a quien quiso mucho y a quien denunció sin
quererlo. Mientras aguarda a los escasos asistentes, el Mosén recuerda -a manera de flash-back- los momentos importantes en la vida de Paco, el campesino, su infancia, su juventud, su encuentro con la pobreza, sus
ideas liberales, el inicio de la guerra, su ejecución...
El relato es intenso y de una estremecedora sobriedad. También maneja el tema histórico en novelas como
El rey y la reina,
La antesala... e, incluso, en novelas ambientadas en la historia remota como
Bizancio.
En
Crónica del alba (1965) aborda el tema autobiográfico. Es un relato amplio en que Sender se desdobla entre él, el novelista, y el protagonista de la historia que narra su historia en primera persona.
El protagonista es un oficial del ejército republicano que está en un campo de concentración de Argelès y allí recoge su historia en nueve cuadernos, que son las partes en que se divide la obra. Se trata de un
"alter ego" de R. J. Sender que se llama Pepe Garcés y R. J. Sender se llamaba, en realidad, Ramón José Sender Garcés, así, pues, no es difícil descubrir la relación entre ambos.
El protagonista narra la historia desde la infancia en un pueblo de Aragón hasta su madurez y el compromiso ideológico con la España de su tiempo. Al ser una obra amplia, que abarca un extenso periodo histórico, no
todas las partes son de la misma calidad. Lo mejor son los dos primeros libros, Crónica del alba -en que capta de manera espléndida el mundo de la infancia- e
Hipogrifo violento que se desarrolla en Reus, en un
internado en donde estuvo Sender también.
En esta segunda parte destaca el personaje del fraile lego que es un ser especial en la trama. Se trata de un libro que escribió entre 1942 y 1965 y es una obra que Sender hizo y rehizo, lo cual también es una
característica suya. Sender escribía con mucha rapidez y luego reescribía de nuevo, ampliaba o suprimía. Incluso, a veces, se autoplagia. Es un rasgo de estilo.
Sender vivió su exilio entre América Central y del Sur y acabo en Estados Unidos. En el 69 regresó a España a recoger el Premio Planeta por
La vida de Ignacio Morel, que no es una gran novela. En ese momento se
pensó que se quedaría en España, pero prefirió regresar al exilio.
Su mejor creación en torno al continente latinoamericano es
La aventura equinoccial de Lope de Aguirre (1964), aunque fue en
Epitalamio del prieto Trinidad (1942) donde inició su contacto con el mundo
hispanoamericano, en una historia llena de pasión y violencia.
Sender también trabajó el relato fantástico en obras como
Zu, el ángel anfibio (1970), que es la historia de una ballena que se enamora y quiere salvar a su enamorado, que ha sido capturado por unos pescadores.
Más rápidamente podemos citar otros títulos básicos en la bibliografía de Ramón J. Sender:
El verdugo afable (1952),
Carolus Rex (1963),
El bandido adolescente (1965),
Las criaturas saturnianas (1968),
La tesis de
Nancy y todas sus secuelas y un largo etcétera.
En 1975, en España, la censura liberó su obra y se publicó
Réquiem por un campesino español y
El lugar de un hombre. A partir de aquí se siguieron publicando rápidamente. En 1978, incluso, se llevó a TVE una serie
basada en
Crónica del alba, que tuvo bastante éxito, sobre todo la primera parte,
Valentina. En 1980 recuperó la nacionalidad española y preparaba su regreso a España que ya no pudo ser.
Aunque a Sender se le conoce más por la novela, ha escrito también teatro, cuentos, ensayos, poesía y distintos artículos periodísticos.
En suma, que bienvenida sea la excusa del Centenario si gracias a él leemos más y mejor a Sender.