
Ángel González, que es un poeta social -por confesión y eficacia-, ejemplifica claramente los mejores matices y hallazgos con indudable personalidad.
Naturalmente -a partir de Sin esperanza, con convencimiento-, su tono es de denuncia, de compromiso, aunque articulado según un esencialismo lírico, libre de estéticas ociosas, que, al menos, en sus resultados, le
emparienta con Gil de Biedma, Carlos Barral y Caballero Bonald.
Es innegable que Ángel González canta determinado por unos contextos intelectuales y sociales, sin duda, como reflejo de la historia que le rodea. «A la poesía social -dice Ángel González- se le oponen frecuentemente
reparos en nombre de la libertad de la creación artística. Se confunde entonces al creador comprometido con el mediatizado, y a partir de esa confusión, generalmente deliberada, ya nada queda claro». Y añade: «Pero
yo me pregunto: si el artista ha de ser libre para todo, menos para comprometerse, ¿para qué le sirve la libertad? ¿No es ésa una libertad que cierra más caminos de los que abre, que inmoviliza y limita?
Sinceramente, no concibo cómo puede haber alguien que se interese por esa libertad sin consecuencias. En rigor, el compromiso es un acto de libertad, un acto libre».
Ángel González nació, en 1925, en Oviedo, donde transcurrió su infancia y juventud, y donde cursa bachillerato y la Licenciatura de Derecho. En un diario ovetense ejerció la crítica musical bajo el seudónimo de
Bercelius. Finalizado también los estudios de Magisterio, ejerció de maestro en localidades de los montes de León. En 1950 reside ya en Madrid, en cuya Escuela de Periodismo se graduó. Habiendo obtenido por oposición
una plaza en un Cuerpo de la Administración Civil, vivió en Sevilla, Barcelona y, de nuevo, en Madrid. Se marcha a México y desde allí a Estados Unidos, ejerciendo de enseñante en algunas universidades mexicanas y
norteamericanas. En 1990 se jubiló como profesor en la Universidad de Albuquerque (Nuevo México, Estados Unidos) -en donde impartió clases desde 1972, aunque siempre viajó periódicamente a España- fue el primer
asturiano que ganó el Premio Príncipe de Asturias. Obtuvo el galardón destinado a las Letras en 1985. En enero de 1966 fue elegido miembro de la Real Academia Española.
En 1955 obtiene un accésit del Premio Adonais por su primer libro de poemas
Áspero mundo. En 1961 publica un segundo libro de poemas, titulado
Sin esperanza, con convencimiento. En 1962 le fue concedido por
unanimidad el Premio Antonio Machado a su libro
Grado elemental. Posteriormente aparecen
Palabra sobre palabra, Tratado de urbanismo, Breves acotaciones para una biografía, Procedimientos narrativos, Muestra de
algunos procedimientos narrativos y de las actitudes sentimentales que habitualmente comportan, Prosemas y menos y
Deixis en fantasma. Es también autor Ángel González de un estudio sobre la vida y la obra de Juan
Ramón Jiménez y del ensayo
Aproximaciones a Antonio Machado.
Ángel González, de intensa voz nostálgica, pero firme en lo que llamaríamos la conciencia de clase, poeta de insuperable rigor y sencillez aparente, es uno de los máximos representantes de la generación de los
cincuenta, caracterizada por su adscripción al realismo y a la poesía social, que González intenta superar mediante el distanciamiento irónico.» Algo que fue una manera de burlar la censura -declaraba el poeta-. La
ironía permite decir las cosas sin decirlas. Muchas veces la mentalidad de los censores no estaba a la altura mental que exige la lectura de un texto irónico, el que hay que descifrar. Esto nos permitió decir algunas
cosas que no las pudiéramos haber podido nombrar directamente». El poeta asturiano suele ilustrar la situación del hombre -y su contorno colectivo- con modernos ejemplos. Parte de unos supuestos estéticos
arriesgados, tales la presencia de valores y consideraciones sociales de evidente efervescencia.
Y como dijo el poeta: «Habrá palabras nuevas para la nueva historia / y es preciso encontrarlas antes de que sea tarde».