• Jesus Solano

    BIOGRAFÍAS

    JOAQUÍN TURINA (2ª parte)

    por Jesús Solano


Turina ante el piano El 18 de Mayo de 1909, se produce la muerte de Isaac Albéniz, y es cuando nuestro músico, escribe a la memoria de su amigo, sobre un tema español «El Vito» su Opus nº 3 para piano que titula «Sonata Romántica». Esta obra, fue interpretada por el mismo Turina el 15 de Octubre del mismo año. Transcurrido un tiempo escribiría su Opus nº 4 «Cuarteto nº l en re menor titulado «De la Guitarra», escrito para cuerda, dos violines, una viola, y violonchelo. El sobrenombre de «La Guitarra» se debe a que el tema inicial del primer movimiento se basa en las notas cordales de la guitarra (mi, la, re, sol, si, mi).


SEVILLANO POR LOS CUATRO COSTADOS.

Turina, hombre preocupado porque sus conciertos llegaran al mejor entendimiento del público, escribía frecuentemente los comentarios que aparecían en los programas de mano, de esta forma acercaba con más calor a los melómanos de la época; pero no sólo se quedó en esto, sino que en su doble actividad como conferenciante y concertista, nos enseña infinidad de peculiaridades sobre el cante y la música andaluza.

En una de sus charlas nos dice: «Pocas cosas hay más embrolladas en el cante popular de mi tierra, pues ya es cosa sabida, y aún olvidada, que Andalucía ha sido siempre la víctima, en la que se ha ensañado todos los compositores más o menos coloristas, desde Borodín a Quintero Valverde. Ha nacido con ese negro sino y, ¡válgame Dios como la han puesto algunas veces! Traducir sus ritmos, estropear sus cantos, falsear su ambiente, ha sido, es y será, cosa tan corriente y vulgar que nadie ha parecido extrañarse de ello.»

Turina inicia el año 1910 con su Opus nº 6, titulado «Rimas», que está inspirado en la poesía de Gustavo Adolfo Bécquer, y en la que sus primeros versos dice concretamente: Yo soy ardiente, / yo soy morena, / yo soy el símbolo / de la pasión...

En este año del que estamos comentando nos da una gran lección de patriotismo y de andalucista, trasladándose a Sevilla para que en ella se produzca el nacimiento de su primer hijo. Esto ocurrirá el día 29 de noviembre y se le pondrá por nombre Joaquín, siendo bautizado en la Parroquia del Salvador.


LA PROCESIÓN DEL ROCÍO.

Turina sentadoEn esta época le está llegando la etapa final de su formación musical en la Schola, y en cuanto a su producción, escribe su primera obra sinfónica. «La Procesión del Rocío» Opus 9. Obra cumbre de la música turiniana. La primera audición en Sevilla fue el 16 de abril de 1913, y más tarde en todas la ciudades por donde la Orquesta Sinfónica de Madrid iba actuando. En los programas dc la Orquesta Sinfónica decía: Es «La Procesión del Rocío» un cuadro sinfónico lleno de carácter, de movilidad y de color, que describe una clásica fiesta de Sevilla. Después de unos días de romería a una ermita, entra en Triana todos los años la Procesión del Rocío. Va precedida por un tamborilero, que tañe al mismo tiempo una tosca flauta. Siguen los cofrades a caballo con varas y estandartes; después, el Simpecado con la Virgen en una carreta de plata tirada por bueyes, una banda de música y ocho o diez carros más con las principales familias de Triana en bulliciosa alegría.


He aquí el plan de la obra:

I.- «Triana en Fiesta».
Seguidilla, y, después, sobre un pianísimo, una breve copla de soleares que canta la viola. Desarrollándose entrelazados estos temas, un momento interrumpidos por un brevísimo episodio en el ritmo del garrotín. Cuando la seguidilla alcanza plenitud sonora, es interrumpida por la llegada de la «La Procesión».

II.- Va reapareciendo sucesivamente y cada y cada vez con más robusta sonoridad entre los diversos apuntes de los temas populares del primer periodo. La Procesión avanza y entonces aparece el tema religioso en todo su triunfal esplendor, acompañado característicamente por los acentos de la Marcha Real y el repique de las campanas. De nuevo resuenan las danzas y las canciones de la animada fiesta y todo, al fin, se extingue poco a poco en un breve periodo, a manera de coda, con lo que termina la página.

Hay una faceta que no quisiera dejar atrás, y es la que resalta el musicólogo Alfredo Moran en su obra, cuando nos cuenta en la pobreza en la que se encontraba Falla, de una forma voluntaria, al no consentir hacer de la música un medio de vida. Las privaciones de Falla, como las de otros grandes hombres que las han padecido, le producían a Turina malestar y entristecimiento. Las de su amigo procuraba acortarlas en lo posible, invitándole con cierta frecuencia a comer en su casa, cosa que Turina conseguía a fuerza de muchos rodeos.

Fruto de esta buena amistad, nace este simpático poema que Falla dedica a su amigo sevillano, con motivo de enviarle un ejemplar de sus obras recién editadas, «Piezas Españolas».

«Manuel Falla, el gaditano, / con sus más altos respetos, / dedica este mamotreto / a Turina, el sevillano. / Ya sabes tú bien, Joaquín, / que estas cuatro piececillas / no son mas que impresioncillas / sin pie, cabeza, ni fin, / y en ellas, por consiguiente, / no hay de la musiqué, ni plan, / ni méme de jolis coins, / como dice don Vicente.

A estos versos le contestaría Turina en un trozo de un ejemplar impreso de la «Sonata Romántica» y en forma de acróstico.

«JACULATORIA A MANUEL»

«Modestamente, / a ti te ofrezco / nuevas pamplinas, / últimamente / entresacadas, / liberalmente, / de nuestra tierra / en sol bañada. / Fogosamente, / a ti te pido, / laudable Falla, / las mires siempre / amablemente.»


REGRESO A ESPAÑA

Será en el año 1913 cuando Turina termine sus estudios en la Schola Cantorum de París, y su maestro, Vincent D’Indy, al final del curso le otorgue un certificado donde se puede observar el grado de satisfacción de su maestro. A partir de este momento la vida de Turina termina una etapa para dar paso a lo que pudiéramos calificar de madurez en la música.

Pero, volvamos a su vida familiar para contar nuevos acontecimientos. La familia Turina se prepara a recibir su segundo hijo y, de la misma forma, como lo hizo con el primero, se traslada a Sevilla para que el nacimiento se produzca en su tierra. En efecto, el 4 de agosto de 1913, nace una niña a la que le pondrían por nombre María del Valle. Debido a este nacimiento y a la finalización de sus estudios en París, como hemos comentado, empieza a pensar en un inmediato traslado a la capital de España.

Enterado de las vacantes, como profesor numerario en el Real Conservatorio de Madrid, comienza a preparar las memorias para opositar en dichas oposiciones, las cuales le darían algún que otro disgusto al enterarse de las manipulaciones realizadas para su adjudicación posterior a su amigo y compositor Victoriano Alberdi.

Sus cada vez más frecuentes viajes a Madrid le hacen marchar definitivamente a esta ciudad, dejando a su familia en Sevilla e instalándose en la madrileña calle Carretas.

Habitualmente frecuenta el Café España (hoy Cafetería Nebraska) en la castiza calle de Alcalá.

En el café Nueva España se reunían escritores, pintores, músicos y algún que otro cliente esporádico con el que formaban tertulia. A todos le servía una camarera manchega llamada María Ortega, a la que Turina le hacía mucha gracia al contestar siempre a sus preguntas: «ya uté vé» (contestación que el maestro plasma en el pentagrama, formando parte de su obra en el Opus nº 14, bajo el título «Recuerdos de mi Rincón»).

El fracaso de las oposiciones, como profesor numerario, le va a afectar en cuanto a su situación económica, y va a obligarle a entregar más de 60 obras a la unión Musical como venta.

En estos días escribe en su diario: «Pepe Colón, cosechero de Sanlúcar de Barrameda, cuya ciudad simboliza, es mi mejor amigo, casi un hermano, andaluz muy cerrado, de gran corazón y está siempre dispuesto a hacer el bien a todo el mundo. En el magnífico patio de su casa he pasado ratos inolvidables.»

Pasando la página de estas fechas estivales, y producto de una buena amistad con el dramaturgo y poeta Gregorio Martínez Sierra, comienza el trabajo en común sobre una ópera que titulan «Margot», dándola por terminada y estrenándose el 10 de octubre de 1914 en el Teatro de la Zarzuela de Madrid. El éxito de la música fue absoluto, no así el libreto, que obtuvo una crítica muy dura. A pesar de la mala prensa, una vez analizado lo sucedido, libretista, músico, directores de escena y orquesta se reunieron para cambiar algunas escenas de la obra, llegando a suponer esto la reducción de dos actos. Más tarde, se llegaría a representar hasta 20 veces en distintas capitales españolas, para luego saltar con su estreno a Buenos Aires.

Por la buena amistad, y gracias a las gestiones de la familia Martínez Sierra, Turina encuentra su vivienda definitiva en Madrid, en la calle Alfonso XI nº 5 (hoy 7), con una renta mensual de 90 pesetas (un poco alta para su situación económica). Se trata de un ático amplio con terraza y habitaciones acogedoras.

Entre las cosas que pudiéramos destacar de esta etapa en la vida de nuestro biografiado serían, una, la compra de un piano (marca Pleyer) que le costó 1.600 pesetas -hasta esos momentos venia utilizando pianos alquilados-, y otra, el homenaje que el Ateneo madrileño le da, junto a su amigo Manuel de Falla, el 15 de enero de 1915.

Movido por sus impulsos creativos, se le ocurre la idea de una obra de corte oriental, idea que le transmite a Martínez Sierra y que a éste le agrada enormemente. Sin más tardanza y para entrar en ambiente, se traslada a Marruecos en compañía de la esposa de Martínez Sierra (María Lejárrega). Después de unos días de estancia en Tánger, ambos regresan, ella a Madrid y él a Sevilla para pasar la Feria de Abril. Esta obra terminaría siendo su Opus nº 25, con libreto dc Martínez Sierra y titulada «Jardín de Oriente».

Siguiendo la trayectoria de nuestro músico paso a paso, nos encontramos que, paralelamente a las creaciones musicales, está escribiendo una obra pedagógica muy importante que vendría a ocupar un vacío en el mundo de la música de la época. Se trata, de su «Enciclopedia Abreviada de la Música».


VIAJE A CUBA

Como quiera que en la vida de todo artista hay fechas más o menos importantes, nos podríamos permitir el salto hacia el año 1929, fecha en la que nuestro músico recibe la petición de la Institución Hispano-Cubana, promovida por su presidente, para que se traslade a Cuba, concretamente a la Habana, para que sea portavoz de la música hispana, por no ser ya aquellas tierras españolas. Turina prepara un programa compuesto de siete conferencias acompañadas de ejemplos musicales.

Durante su estancia en La Habana fueron muchas las demostraciones de afecto, pero las que con más cariño recuerda, fueron las recibidas en el Centro Andaluz Habanero, en una noche donde el gran escritor Francisco Cuenca le dirigió unas palabras diciendo: «Recibid el cariñoso saludo de este puñado de andaluces; transmitidlo a la tierra generosa y fecunda que nos vio nacer, y si vais a Sevilla, ofrendad en nuestro nombre una oración a aquella saladísima Virgen de la Esperanza que, por ser Virgen, por ser Macarena y por ser andaluza, tiene siempre en nuestro corazón un triple altar.»

Al regreso de este viaje, Turina continua su creación musical que en estos años venideros se va a incrementar muy considerablemente. Nacen sus Opus, nº 54, 55, 56, 57, 58, 59, 60 y 61. También en estas fechas recibe un oficio en donde le comunican su nombramiento como profesor numerario de composición en el Conservatorio de Madrid.

Pero, serían estos los últimos acontecimientos agradables antes de pasar al año 1932, en que la familia Turina tendría que pasar por uno de los trances más duros y desagradables.

Esto ocurre a principio de este año, cuando su hija María del Valle, en plena juventud, cae enferma y en pocos días muere a consecuencia de una gran subida de fiebre. Este suceso le marcaría para el resto de su vida. Pasados unos meses de dolor y con más desánimo que otra cosa, estrena su Opus nº 67, «Cuarteto nº 2»

(Fin de la 2ª parte)









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