-Porque tienen alas... -contestó el niño a quien su profesor formuló la difícil pregunta.
En efecto, porque aquellas aves que las tienen débiles y poco desarrolladas, como las gallinas, el pavo o el
avestruz, o no pueden volar o realizan un vuelo bajo y corto que más bien parece un salto prolongado.
El poder volar de las aves, tan envidiado por los humanos, radica en múltiples factores, entre ellos, unos
poderosos músculos pectorales, el interior de sus huesos huecos, la alta temperatura y la fuerza de su corazón.
El vuelo depende tanto del esqueleto como de las alas propiamente dichas. Incluso de las plumas. Es sabido que
se pueden mantener en libertad mirlos, cernícalos, cuervos y otras aves cortándoles las plumas remeras y
timoneras.
Importante es que, mientras los huesos de los mamíferos son sólidos y pesados, en las aves están huecos y en su
interior hay aire en lugar de medula. De ahí que el esqueleto de un ave voladora sea ligero y de huesos
delgados. La quilla de esta nave voladora es el esternón, que se encuentra muy desarrollado, para que en él se
implanten los poderosos músculos pectorales, muy desarrollados por cierto. Lo que los gastrónomos conocen con
el nombre de pechuga.
Debido a que las extremidades superiores están diferenciadas para el vuelo, las aves han de sostenerse en
posición bípeda, erecta y, por tanto, la cadera y los huesos de las extremidades inferiores son poderosos y
fuertes sobre todo en las aves de vida terrestre. En cambio, la cabeza está formada por huesos ligeros y en
ella predomina el pico. Como es sabido, las aves carecen de dientes si bien hubo una época en que existieron
aves provistas de dientes y garras como la llamada Archeopteryx.
Hay aves que vuelan con las patas replegadas mientras otras las mantienen extendidas, prestas a posarse sobre
un saliente, como la cigüeña. Las grandes voladoras suelen tener patas muy cortas y débiles. En la golondrina
las patas pasan inadvertidas dada la envergadura de sus alas y cola. Otras aves las tienen muy fuertes, si bien
muy cortas, como el águila. En éstas la poderosa musculatura y un corazón muy desarrollado, permiten imprimir
velocidad al vuelo, no obstante el considerable volumen del animal.
Hay pájaros que vuelan a golpe de ala como las golondrinas, pero otros aprovechan las corrientes de aire y se
dejan llevar como en el caso del albatros, verdadero maestro del vuelo a vela. Las aves del primer grupo se
denominan «remeras», y las del segundo «veleras».
Mientras el halcón realiza unas 5 oscilaciones por segundo, el colibrí, verdadero relámpago con plumas, puede
llegar a las 200 visitando de este modo, en un vuelo inquieto y nervioso, hasta 40 flores en un minuto.
El corazón juega un papel muy importante en el vuelo de las aves porque en algunas de ellas representa el 10%
del peso total del cuerpo. Así, en una paloma lanzada a toda velocidad el corazón da 450 pulsaciones por
minuto. Por esta razón los pulmones de las aves son grandes y bien desarrollados a fin de que puedan
suministrar oxígeno en abundancia.
Las aves son los animales mejor adaptados al movimiento que existen, pues, muchas de ellas no sólo vuelan, sino
que nadan con singular rapidez y siendo animales destinados a la vida aérea, se desenvuelven perfectamente en
el suelo, en las ramas de los árboles o entre el follaje del bosque.